EL CRÍTICO ABUCHEADO

REFLEXIONES DE UNA CRÍTICA

Por Viridiana Nárud @viridianaeunice

CriticoAbuchado

Durante este proceso de convertirme en una crítica de teatro, he comenzado a enfrentar distintas opiniones acerca de mi trabajo, en ocasiones, negativas o positivas. También me he tenido que enfrentar a insultos y, lo más difícil, pedir que quiten mi columna porque a alguno de los creadores escénicos no le s parece lo que he escrito.

En realidad, las burlas e insultos elevan mi ego. En ocasiones se debe a la falta de preparación de algunos fanáticos o creadores escénicos, o simple vanidad que deciden abandonar el diálogo debido a que se niegan a debatir.

Lo que no han entendido las personas que se han sentido ofendidas por una crítica “negativa”, que mi trabajo no es personal. Es decir, no asisto a un estreno u obra porque desee levantar con mi opinión la taquilla. La tarea del crítico no es llevar audiencia a los teatros; de hecho la única tarea que tiene el crítico es tratar de ser lo más objetivo posible y ver qué elementos funcionan o contradicen el discurso propuesto por el director o colectivo. No es el crítico quien decide si es una buena obra, o una obra de arte; es el trabajo de meses anteriores reflejado en la puesta en escena. Es la voz del público que hace que las taquillas se saturen o no. Ellos deciden si es una obra de arte.

Cuando uno asiste a ver una obra existen elementos que se califican, y no con puntajes, sino tomando en cuenta la dramaturgia, la iluminación, el diseño sonoro, las actuaciones, escenografía, la respuesta del público, etc. Es decir, cómo la propuesta del director es expresada en la escena.

La tarea del crítico es dialogar con el público y requiere una preparación. Al menos, para aquellos que quieren entender de una manera profunda el acontecer teatral de nuestra época. Porque son los escritos de los críticos los que harán la historia del teatro. Y por eso es para mí importante ser honesta con él, no favorecer a ningún amigo ni tener piedad con aquellos que nos tuvieron sentados por más de dos horas o unos escasos minutos, porque de nuestra ética depende el cómo se verá el teatro en un futuro y su evolución, así como su presente.

Si un crítico miente por omisión, entonces no es un crítico, sino un adulador. Nuestro presente teatral necesita de personas que estemos dispuestas a decir lo que en realidad creemos y mostrar las fallas y fortalezas de nuestro teatro. Poner bajo sospecha representaciones o actuaciones fallidas y aduladas por el público y la crítica. No todos podemos pensar lo mismo. Es más, creo que esta capacidad de no aplaudir lo que todos hacen, es un síntoma de bienestar social. Recordemos el siglo de la luces y su capacidad crítica. Kant fue su máximo exponente. Existe un dicho que dice así: Estar de acuerdo con el mundo es sencillo, sólo tienes que estar de acuerdo.

Los alumnos en las escuelas no saben de críticos y no podrían decir cinco nombres, porque el crítico no se ha ganado un respeto para ser leído. No generalizo, existen algunos que son respetados, pienso en Rubén Ortiz quien es también un creador escénico.

Mi oficio no es sencillo. Me enfrento a la censura y, en ocasiones, a la autocensura, a la cual debo dejar siempre atrás. Porque sé que después de escribir una crítica algunas personas se enojaran, me abucharan, pondrán tuits y notas en Facebook ofensivas; pedirán a mi editor que quiten mi nota; algunos escritores como Beckett se burlan del crítico; y aún así siendo humillada públicamente debo tener el valor para escribir lo que pienso.

Invito a los creadores escénicos que al sentirse humillados, expuestos, regañados, agredidos por una crítica poco favorecedora, debatan. Es la crítica un arma que se extiende a ustedes para que su obra tenga mayor vida en un futuro. Un diálogo capaz de generar una conexión, no sólo intelectual sino emocional, con el espectador y su trabajo. Tomen la crítica como una guía que ilumine senderos que no pueden ver como creadores. También rechazarla si en verdad no dice nada.

Al final, como crítica he sido humillada, abucheada, ignorada, y censurada; también he tenido la libertad de dejar que mi juventud, que se desvanece día a día, hable con irreverencia propia de mis años. Tal vez en un futuro relea esto y no me encuentre, sólo quiero tener la conciencia que lo que he expresado ha sido una reflexión y creencia acerca del teatro.