UNA LUNA PARA LOS MALNACIDOS

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EL RITUAL QUE PRECEDE A LA REDENCIÓN

Por Óscar Alberto Fontana* (@fontanaoscar)

 

 

Escrita en 1943 por el dramaturgo norteamericano Eugene O’Neill, “A moon for the misbegotten” es considerada una pieza autobiográfica junto con “Long day’s journey into night”, obra que precede a ésta y que está situada una década antes.

 

En México, dos años después de estar en temporada en el foro Sor Juana Inés de la Cruz y viajar al festival iberoamericano de teatro de Bogotá, finalmente es repuesta en el foro Lucerna, pero con algunas modificaciones en el elenco; integrándose David Hevia como Tyrone y Alaciel Molas como Josie, personajes que interpretaron Karina Gidi y Rodolfo Arias respectivamente.

 

El montaje de Mario Espinosa propone una relectura – por demás atractiva- de los diversos planos de interpretación del texto: en primer lugar, la relación afectivo- agresiva que sostiene Hogan y Josie (padre e hija). El segundo plano, hace referencia a los deseos de los personajes como resortes que los instigan a accionar de la manera que lo hacen. Finalmente, el tercer plano propuesto, es la analogía de un ritual entre la vida y la muerte: la manera en la que se busca la reconciliación con el pasado para dar marcha hacia la redención.

 

El discurso de dirección es complementado con el plausible trabajo escenográfico de Gloria Carrasco, quien propone una especie de ruedo o chiquero redondo, tapizado de hojarasca. A pesar de que no se apostó por una escenografía realista – como se pudiese esperar-  la propuesta de Carrasco logra recrear la granja en la cual sucede toda la acción. Amén que, permite la posibilidad de montar el escenario para un espacio tipo arena.

 

El trabajo de David Hevia es bastante generoso y permite al espectador vincular con el tono que propone. Logra un personaje que se vuelve más y más atractivo con el desarrollo de la obra. Nada distinto al trabajo de Alaciel Molas, quien requiere una presencia y carácter imponente, características que consigue y hace que el personaje se vuelva entrañable. Patricio Castillo crea un Hogan que bien hubiésemos podido no imaginar así. “Desprovisto” aparentemente de la menor malicia, genera una ternura que muchos espectadores dejan escuchar con una graciosa onomatopeya, sin embargo, es esta “aparente” ternura lo que lo vuelve tan interesante.

 

“Una luna para los malnacidos” reproduce las inquietudes de su autor que aún moribundo, termina de escribirla para resarcir en algo las huellas de su intensa vida, la relación con su familia e incluso con el alcohol. Ésta historia muestra la crudeza de lo que se calla, de lo que se construye y también de lo que se destruye. Estamos frente a un montaje de gran beldad, pero que, al mismo tiempo, es dueño de una violencia infinita que resulta insoportable.

 

 

UNA LUNA PARA LOS MALNACIDOS

De: Eugene O’Neill

Traducción y adaptación: Humberto Pérez Mortera

Con: Patricio Castillo, David Hevia, Alaciel Molas, José Juan Sánchez

Foto: Carlos Alvar.

Hasta el 19 de Junio

Viernes 20:45, Sábado 19:00 y Domingo 18:30 Hrs

Costo $300.-

Foro Lucerna

(Calle Lucerna 64)

 

*Actor / Dramaturgo / Teatrista