Ensayo: el pueblo sabio

Por Viridiana Nárud

El sabio es capaz de ordenar o mandar porque puede encaminar o dirigir hacia un fin, sabiendo discernir entre el bien y el mal. Aunque estos conceptos pueden parecer absurdos en la actualidad, es necesario recordar que fue la promesa de hacer realidad la palabra ESPERANZA y la comanda de “el pueblo es sabio” lo que hizo ganar a un gobernante. Por lo tanto también es necesario cuestionar qué significa ser sabio y, el ser sabio, qué poder nos puede entregar como ciudadanos preocupados por la cultura. Cultura para el vocabulario popular se ha encontrado relacionado con el arte, sin embargo, ha sido un grupo de académicos el que ha decido cooptar la palabra para significar que Cultura es todo. Por lo tanto si todo es cultura nada lo es.

El sabio, según Tomás de Aquino es aquel que es capaz de contemplar la verdad y juzgar de otras verdades, así también le es propio impugnar la falsedad contraria. Entonces, para juzgar debemos conocer primeramente la verdad, que es intuida y a veces es saber inmediato. Es propio del sabio ordenar, por ello sería necesario que sean los hombres de cultura, pertenecientes al pueblo y conocedores de las necesidades de la comunidad, quienes puedan juzgar lo que es bueno para la cultura artística, porque recordemos que no existe sabiduría sin conocimiento. Así como los pueblos originarios tendrían que juzgar dentro de su comunidad los justo y sabio para ellos.

Cuando un gobierno y sus representantes ocupa el lenguaje para engañar a sus ciudadanos, utilizando un leguaje de poder carente de sustancia y verdad, es deber del pueblo escuchar lo que se dice y cuestionar la falsedad de sus premisas para ejercer su poder sobre el gobernante. Ya que su conocimiento le permite juzgar de manera honesta y sabia al gobernante. Si el pueblo es sabio dejemos que sea la misma comunidad artística que juzgue a sus compañeros y reestablezca el orden de verdad y necesidad poniendo fin al doble pensamiento prepondera en la actualidad.

Es cierto que el FONCA ha sido cobijo de artistas corruptos que han visto en este fondo una caja chica para sus caprichos, sin embargo, existen otros artistas que lo han utilizado para sobrevivir y crear obra o, como el caso de pintor Francisco Toledo, el cual utilizó el dinero para comprar libros para la Biblioteca del instituto Artes Gráficas de Oaxaca y también para crear becas para estudiantes oaxaqueños.

Que Jesusa Rodríguez una “artista” privilegiada que debe su carrera a las becas y el gobierno juzgue qué es bueno o sabio para una comunidad, no es justo y sí unilateral porque no representa a su comunidad y su conocimiento no es suficiente para hacer un aseveración como esa. Los subsidios en el arte no deben desaparecer, lo que debe desaparecer es el grupo de elite corrupto del arte, repito: es necesario y urgente la democratización del FONCA.

El arte y el poder se encuentran unidos a lo largo de la historia. No debería sorprendernos que un régimen como el actual trate de derrocar todo aquello que representa al régimen anterior, pero no olvidemos que este tipo de luchas lo único que hacen es afectar a la sociedad en su conjunto. Es la relación del arte con el individuo lo que permite el bien, y es el artista un medio de comunicación entre las personas de poder y el pueblo. El artista en sí no es poderoso, el poder radica en su discurso y en su capacidad de denuncia, de revelar al ser humano y volverlo individuo. ¿Es a esto lo que teme el gobierno actual, que los artistas denuncien la podredumbre de corrupción, la desigualdad, la pobreza, la falta de esperanza de un pueblo?

Si bien es cierto que ese bienestar del arte sobre el individuo no puede ser cuantificado como un producto de consumo, se ha demostrado a través de programas estatales que acercar el arte a las comunidades sirve para crear consciencia de la violencia y del individuo. El arte en una sociedad de consumo puede resultar completamente inútil, pero no olvidemos que es el espíritu del humano (homo sapiens) el que se beneficia. El arte es un bien en sí mismo y no un producto que beneficia al Estado.