CLAUDIO SODI

HACER TEATRO EN MÉXICO
Entrevista por Johana Trujillo* (@jOtrujilloA)

claudioSodi
Claudio Sodi empezó su carrera profesional estudiando cine en Centro, una escuela de diseño, cine y televisión ubicada en Paseo de las Palmas. Estuvo ahí casi tres años. No le gustó el sistema que tenían y decidió estudiar fuera del país, aprovechando que su hermano vivía en ese momento en Barcelona. Terminó la carrera en España. Se quedó un año más, trabajando como asistente de fotógrafo -incluso llegó a colaborar con Alejandro González Iñárritu-.

Cuando sobrevino la crisis en España, Claudio regresó a México. “Éste es un país para echar para adelante, donde se puede dar un brinco mucho más fácilmente que en otros lugares, ya que tienes amigos por todos lados: la familia, las amistades de chiquito, compañeros de escuela. México es un país de mucha relación laboral. Si eres amigo del amigo, primo del amigo, todo comienza a fluir”.

Al regresar, Claudio empezó su empresa, Ediciones Hungría, además de un blog de arte. En conjunto con sus socios -con los cuales trabaja aún en la actualidad- echó a andar una productora de comerciales llamada Avant-Garde. Sin embargo, su inmersión en el teatro se dio casualmente, cuando su mamá le comentó: “Oye, tengo un texto que yo hice de joven, ¿por qué no lo lees?”. “Mamá, yo no soy teatrero”, respondió con cierta ingenuidad. “Y no es que no sea teatrero -me aclara, durante la entrevista-, siempre me gustó el teatro, pero no estudié eso. Mi mamá no preguntaba ‘¿por qué no lo produces?’, sino ‘¿por qué no lo diriges?’, dado que yo había estudiado cine. Pero esto implicaba ciertas diferencias”.

“Siempre he sido muy respetuoso en ese aspecto. Si hay gente que se dedica cuatro, cinco años, o toda la vida a estudiar la dirección teatral, ¿por qué voy a llegar yo a comenzar a dirigir algo que no conozco? Es una falta de respeto tremenda. Eso no sucede con la producción, porque aquí en México no hay carrera de producción, al menos no tan arraigada. Todos quieren ser directores. El teatro es cosa de creatividad y nadie lo ve como un negocio. Una de las cosas más importantes que suceden con esta nueva generación de productores, de la que formo parte, es que vamos con la idea de ir creando proyectos más que produciéndolos.”

Su mamá fue quien le sugirió que leyera el libreto de “El efecto de los rayos gamma”, escrita por Paul Zindel. “Se me hizo un texto padrísimo. Además de ser un Pulitzer, tiene cualidades interesantísimas. Que mi madre lo hubiera representado, era importante para mí”. De este modo, Claudio y su equipo empezaron a hacer una carpeta, pues estaban muy familiarizados con los proyectos para EFICINE (Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción y Distribución Cinematográfica Nacional). Conocían muy bien los lineamientos y procedimientos. Cuando salió el EFITEATRO (Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción Teatral Nacional), ya tenían el proyecto completo. No contaban con director, ni conocían a nadie de teatro. “Pero mi mamá, quien siempre estuvo en el medio, nos fue ayudando a obtener contactos. Nos aventamos a la primera convocatoria de EFITEATRO y fuimos afortunados de resultar ganadores”.

Ahora comenzaba la etapa de definir cómo montarían la obra. “Esa fue la enseñanza más dura. Darte cuenta de la realidad y de que nadie sabe hacer carpetas ni presupuestos. Nadie. Ni yo. Lo que sí sé es decir: ‘este proyecto va a costar equis cantidad de dinero’. Que luego le atine a lo que quiere cobrar el escenógrafo Jorge Ballina, es otra cosa. O tal vez sepa lo que cobra, tal vez sepa lo que quiere el director, pero no sé en realidad cuánto me va a costar. Ahí está el caos: la poca práctica que tenemos los productores. En ocasiones te vuelves el productor ‘culero’, porque les pagas una mierda a todos. No es que seas culero, es que es la realidad. Si no, no habría teatro. O también puedes ser un productor ‘apapachador’, pero te metes en problemas porque de repente no pagas. Son las dos opciones que hay en México”.

“En Barcelona iba mucho al teatro, pero nunca pensé dedicarme a esto. Todos adquirimos el prejuicio de que ‘el teatro no deja dinero’. Sí, a todos nos encanta el arte, pero uno necesita vivir. Esa es la crueldad de esta sociedad. Con la obra “Grito al cielo con todo mi corazón”, de Ximena Escalante, nos fuimos a París. Ahí en Francia el gobierno les da dinero a las compañías de teatro, así como aquí en México el gobierno otorga recursos económicos a la Compañía Nacional de Teatro (CNT). Pero allá hay como 500 compañías. La gente se despreocupa. Si yo fuera productor en Francia, tendría una compañía. Así como Luis de Tavira (director de la CNT) aquí, allá habría 500 Luises: existiría una ola de teatro mucho más grande.”

La delgada línea entre lo comercial y lo institucional, el teatro que dice algo, que tiene un discurso y está bien hecho, es un perfil en el que encuadra Claudio Sodi. “Supongo que ésa es la línea con la que nos encontramos todos los que entramos en esto. Por ejemplo, Berenice González o Co-productions, no vienen del teatro. Somos gente de producción o de comunicación o de negocios. Existe el balance entre ‘me gusta ver cómo hago dinero’, pero también ‘me gusta hacer teatro”. No es hacer teatro comercial, ni teatro institucional, eso no existe: hay buen teatro o mal teatro. La empresa OCESA, por ejemplo, de repente elige un texto interesante como “Le Prenóm”. Escoge a Tony Castro como director e invita a Alejandro Calva a que actúe. Hace una mezcla interesante que puede calificarse como teatro comercial-cultural. En la obra “Salomé” apoyaron con dinero y dijeron: ‘yo no quiero aparecer, pero sí apoyo’. Supongo que para ver cómo lo hacíamos y aprender un poquito”.

¿Qué características debe tener un montaje para ser de calidad internacional?, le pregunto. “Nosotros tenemos la bronca de ser malinchistas, siempre. Yo creo que en México se hace un teatro extraordinario. Tenemos gente que experimenta. Richard Viqueira experimenta. Claudio Valdés Kuri experimenta muchísimo. En los teatros del INBA a cada rato ves que entran chavitos con propuestas muy interesantes. Y tenemos producciones de nivel internacional como “Wicked” o “Los locos Addams”, que no le piden nada a Broadway. Otro ejemplo es “El curioso caso del perro a la medianoche”.

“También tenemos producciones medianas, por así llamarlas, que supongo son las que hacemos nosotros. Producciones que cuentan con una propuesta interesante, que cuentan con un texto interesante y actores de primera calidad o de buena calidad, incluso de mucha trayectoria. Estas obras cuentan además con algo que es importantísimo: la difusión. Eso es lo único que nos falta en México para tener un teatro de calidad. Llegas a Londres y ves por todos lados teatro. Llegas a París y el metro está atascado de teatro. Por todos lados el gobierno apoya. Ves vallas por todos lados. Llegas a Nueva York, te subes al taxi, y lo primero que ves en la cabecera es una obra de teatro. Llegas a México y… aquí donde estamos sentados, volteo a mi alrededor y no veo teatro por ningún lado.”

“Acceder a un público internacional es así de fácil: si tienes gente que le interese a un festival, tu obra se convierte en una obra de calidad internacional; si te hacen una nota en el extranjero, tu obra se vuelve internacional. Nos falta camino para llegar a eso. Es una lucha que debemos hacer todos los teatreros. Por ejemplo, el año pasado me junté con varios productores de esta generación, tuvimos tres, cuatro juntas interesantes; tenemos ideas que son sencillas de realizar, pero no se concretan.”

“No se ve siempre, pero el teatro tiene una fuerza económica impresionante. Creo que una buena obra debe tener un propósito y sobre eso echar para adelante con gente interesante. Ni siquiera tiene que ser muy buena, de repente puedes tener tropezones, pero tienes que decir: ‘apuesto a que esta persona tiene una propuesta que va a funcionar, o que va a ayudar a que el teatro evolucione’.”

¿Qué hay dentro de esa gente interesante? ¿Qué tiene esa gente interesante para ti? “¿Qué tienen? Nombre, obviamente. Recomendación de boca en boca, que es muy importante en nuestro teatro. Y lo que decía al principio: amistad. Sí, es un ambiente de mucha amistad. Amistad en el buen sentido de la palabra. A mí no me gusta trabajar con gente pesada. No hay necesidad. Si el teatro está tan castigado, para qué se castiga uno más. Creo que el teatro en México tiene un público impresionante. Hay un chorro de público. Estamos hechos un desmadre como sociedad, como comunidad o como quieras llamarle. Creo que debería haber un fair play, un apoyo o un portavoz que cuide a los demás teatreros. Estamos en un punto impresionante, gracias a los apoyos de EFITEATRO, pero mucha gente no le está entrando todavía. En esta etapa mucha gente del teatro apenas está aprendiendo a usar dichos mecanismos. Es un punto muy interesante, porque les va a dar otra percepción, porque entonces ya no vas a ser el teatrero que hace su obra y gana cinco pesos, sino que quizás seas el teatrero que gana diez pesos, o que no gana nada, se vuelve a endeudar y quizás diga ‘ya no me conviene hacer teatro’.”

“Es rarísimo, pero el año pasado, y se me hace que el que viene también, los musicales están ‘agarrando escena. Se ven más musicales, empiezan a haber premios especiales para un musical. Ya no es sólo “Perfume de gardenias”, son musicales con mayor propuesta. “Los locos Addams”, la verdad que está muy bien. También la “Era del rock”. Pueden ser buenas, pueden ser malas, el público las puede amar, los teatreros las podemos odiar, pero activan a la gente muy rápido. Y eso es muy bueno para el teatro. Como comunidad deberíamos estar agradecidos de que exista. Un musical puede ser pésimo, pero te activa el ánimo como espectador. Y el ánimo como espectador es muy importante porque es lo que te hace volver al teatro.”

“A veces me toca platicar con el director Alejandro Ricaño y llegamos a la conclusión de que el teatro aún es de hueva en muchos aspectos. El teatro en México es una actividad donde llegas a un lugar oscuro. Rara vez hay un lugar donde te puedas tomar una cerveza. Te sientas y los lugares son feos. En los teatros del INBA, por ejemplo, hay sillas de plástico. Dices: ‘cabrón, métele un poquito de lana’. O llegas a un teatro y todo suena. La gente está muy mal acostumbrada a los teléfonos. Suena su celular y lo contestan, hablan en medio de la función. Además el sonido es pésimo. Es muy aburrido en ese sentido.”

“Hay que generar audiencia. En un musical, está la canción y tú estás cantándola. Al final, igual estuvo de hueva, pero sales con energía. Eso te deja un buen recuerdo. Eso es lo que pasa con buenas obras. Eso es lo que pasa cuando vas a ver gente interesante, que igual son aburridas, pero que te tocan. O te enamoran, te hipnotizan, te hacen reír. A lo que me refiero es amar al espectador, no amarnos entre teatreros. ¡Qué gran director!, ¡que gran iluminador!, ni madres, el rey es el espectador. Porque si no, no comes.”

“Yo cada vez estoy más en contra de las cortesías. De pedirlas no, de que me las pidan sí. Como teatreros es distinto. Al final acaba siendo nuestro trabajo ir a ver otras propuestas. Soy más de que me dejen descuentos, pagar una parte. Así también te obligas a ser espectador y ver si vale la pena lo que pagas. Desembolsar una cantidad nos vuelve exigentes con nuestro trabajo, porque dices: ‘Ay güey, cómo hago para que la gente esté pagando 500 pesos por esta basura’. Porque hay cosas en México que son basura.”

“Nuestro gremio es desunido. Creo que se vienen tiempos buenos si todos unimos esfuerzos. Si no, va a pasar lo mismo: una generación o un momento de explosión y luego va a volver a desaparecer. Porque hay industrias mucho más fuertes: el cine o el futbol, por ejemplo. Yo no sé por qué en el teatro no pasan estas cosas curiosas, como lo que pasó en el museo Tamayo, con la exposición de Yayoi Kusama. Eso el teatro no lo logra. Puedes tener a Diego Luna con su monólogo y dice ‘últimas semanas’, pero no hay gente formada en la fila. ¿Por qué en el museo Tamayo pasa eso de que la gente acampe para entrar, como si se tratara de un rockstar?”

Claudi Sodi, junto con todos los productores de su generación, están demostrando que es posible hacer teatro aprovechando todas las circunstancias, incluyendo los estímulos fiscales: “El teatro es un negocio, si lo sabes hacer bien”.