La certeza del amanecer

Por Viridiana Nárud


Cuando el arte de hablar se denigra, se obliga al otro a escuchar. Se olvida que el oyente tiene una boca, que tiene derecho y una necesidad de pensar. Cuando uno como espectador sabe desde un inicio cómo va a terminar la obra es que lo que esa obra expresa ya se ha dicho antes. Esto es lo que sucede en “La certeza del amanecer”.

De regreso a mi casa, decepcionada de mi aventura teatral, traté de dilucidar por qué últimamente que asisto a obras de teatro prefiero no hacer una crítica o peor aún, dejar de ir al teatro. Así que comencé a desentrañar los hechos que hicieron de esta obra algo que ya he visto y que me hicieron regresar a casa decepcionada.

1. La escenografía: las gazas puestas sobre el escenario para hacer unas cuantas video proyecciones y ocultar la fealdad de la escenografía, sólo provocan que el espectador se aleje. Uno no puede ver los rostros de las actrices ni sus emociones. Además, cuando una escenografía es inútil siempre falla. Lo que sucedió. Uno de los tubos de las gazas cayó.
2. Las actuaciones: En México rendimos honor al melodrama, no ruso, que tanto fascina a nuestra escena teatral, sino al de las telenovelas. Durante cincuenta minutos tenemos a dos actrices sin un arco de transformación que gritan mucho y poco sienten. Gritar no es entender el texto ni actuarlo. La excepción es Yulleni Vertti, que sabe seducir desde un inicio al espectador.
3. La dirección: Cada escena que transcurre se encuentra desprovista de deseos y necesidades. El único arco de transformación que vemos en escena es en la escenografía. Vemos cómo de unas gazas mal cocidas, que nos introducen a un mundo de sueños, caen, dejando a su paso la fealdad del espacio.
4. La iluminación desafocada.
5. La dramaturgia: aunque se vende como pieza, este género no se encuentra. No existe una anagnórisis de los personajes ni el horror que este produce ante su reconocimiento. Al poco tiempo de estar escuchando la obra, pude saberse que terminaría con la frase que da título a la obra y con el desencuentro de éstas dos hermanas.

Por último, los creativos están en su derecho a expresarse, empero, deben tener en consideración que el otro invierte su tiempo e ilusión de alejarse de este mundo. De lo contrario, por qué tendría que sentarse a lado de extraños en un espacio oscuro. Invito a este grupo creativo, más que a la crítica, a la autocrítica, que sepan escuchar lo que dicen y ver lo que muestran. Seguramente obtendrán más respuestas en ese ejercicio.