No se puede vivir del aplauso

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

En un mundo en donde el valor de una persona se encuentra determinado por la demanda del mercado, el artista va a la baja de manera estrepitosa. Actualmente, muchas personas pelean por que el arte continúe siendo mera inspiración de las musas, aunque el dolor de panza no permita pensar al artista de manera clara.

 

Recuerdo cuando una productora vino a mí para producirme. Después de mostrarle mi obra y con la condición de que se produciría bajo los más estrictos controles de calidad, cedí mis derechos por una temporada. La producción sería apoyada por empresarios a través de efiartes. Fue sorprendente cuando la productora en cuestión me dijo que no tendría pago ya que otro productor de mayor experiencia le había recomendado no pagarme. Es eso o no te producimos.

 

Para mí ceder esta obra significaba ceder años de trabajo. Parece que algunos productores del arte creen que nos alimentamos de aire, de musas que llegan en la noche después de horas de no haber comido y que los libros crecen en los árboles. Lamento informarles: no es así. El trabajo de un artista no proviene de la inspiración sino de horas de trabajo, estudio; que las librerías y escuelas no hacen excepciones en cobrarnos colegiaturas o libros por sólo decir que somos artistas.

 

Apenas hace unos días atrás, mientras buscaba departamento, me di cuenta que los artistas debemos pagar más por una renta para ser más confiables. ¿Cómo es esto? Debido a los ingresos inestables, se nos invita a pagar más mensualidades para ser más atractivos y sobre todo confiables, cosa que no sucede con un oficinista. Este podría mostrar sus estados de cuenta mensuales y pagar mensualmente la renta.

 

Que en la actualidad se dispute el pago de algunos interesados en el arte, que no son artistas y desean ser portavoces del gremio como si sólo existiera uno, es preocupante. El artista debe cobrar por su trabajo, no interesados del arte, ya que al no cobrar por su trabajo le arrebatan toda dignidad y esperanza.

 

Que productores tomen como pretexto al bajar recursos federales que el artista no debe cobrar por ser joven talento resulta un insulto, porque no es un favor pagarle al artista con su nombre en un flyer. El joven talento debe ser impulsado con un pago para que de esta manera pueda comprar más libros, pagar más talleres, alcanzar la emancipación del hogar y social. El pago es una retribución a las horas de vida que la persona ha invertido en su trabajo. El no pagar a un artista oculta un mensaje claro y cruel: tu vida no vale nada.