
La persona deprimida: contar una buena historia
Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)
Cuando leí el título “La persona deprimida” en lugar de sentir atracción por verla, creí que sería un dramón que me haría llorar toda la obra. Fue una sorpresa cuando de pronto en el escenario veo a una mujer (Carolina Politi) presentándose de manera ordinaria, con una sonrisa que apenas se esboza en su rostro. La luz cenita sobre ella y una silla es todo lo que necesita para contar una buena historia.
La persona deprimida es un monólogo que habla de manera disociada del sujeto que vive la depresión. Narra cómo el divorcio de los padres marcó su infancia, la estúpida batalla legal entre ellos que deja a su hijo como intermediario de los dimes y diretes entre estos dos adultos. La culpa de la existencia crea raíces en la psique del personaje y después de años de terapia comienza a cuestionarse quién podría haber sido si no tuviera miedo que el afecto por las otras personas pueda lastimarla o abandonarla. El miedo de sentir, de mostrarse tal y cómo es la aísla en la soledad dejando a su psiquiatra como único amigo y guía.
En la actualidad el psicólogo o psiquiatra ha tomado ese papel que en la antigüedad pertenecía a los sacerdotes, son guía espirituales que nos abren el mundo de una verdad oculta que se repite en nuestras vidas y que nombramos complejos. Esta relación ha generado que dentro de las narrativas el psicólogo tome también un papel fundamental en el desarrollo del personaje.
La actuación de Carolina Politi es contenida, no interpreta a un personaje a punto de un colapso nervioso que se sostiene endeblemente dentro de su psique, cualquier cosa podría derrumbarlo y terminar en una escena suicida, sin embargo, se sostiene en pie, tratando de sobrevivir a los aspavientos de la vida.
El autor, David Foster, quien murió de ahorcamiento, podría hacer un guiño a lo que fue su vida y esto dimensionar la obra a un nivel más profundo. El director Daniel Veronose nos recuerda que en un monólogo, para contar una buena historia, es imprescindible un buen texto y una excelente actriz que entienda el poder de lo que enuncia en escena. Menos es más y lo hace con maestría.
La persona deprimida es una obra que cuestiona esta enfermedad, que no sólo señala sino invita al espectador a ver dentro de sí mismo, lo que siempre es peligroso. “El análisis no es para todos” diría mi doctor.
Al salir de la obra me detuve a escuchar los comentarios de las personas. Dentro del público había personas que asistieron a ver el monólogo por dos ocasiones. Una de ellas decía: Ahora lo interpretó diferente, hizo algo distinto. A lo que su compañera respondió: No, nada ha cambiado, sólo tú.