Noche de Reyes: ¿Cómo se actualiza un clásico del teatro universal?
Por Isael Almanza (@isaelaqui)
Alonso Iñiguez es uno de los directores jóvenes con trayectoria solida. Esto es debido en gran parte por este montaje realizado en el año 2017, que a cinco años de ese estreno, se vuelve a remontar, a re visitar su vigencia, no sin antes resaltar al elenco, que es casi en su totalidad el equipo actoral original. Destaco la gran interpretación y entrega de Adriana Montes de Oca, quien hace el papel de bufón y nos plantea de manera clara desde la primera intervención el alma lúdica de la puesta en escena, así como del trabajo de Pache Amor (Pablo Chemor) en la creación del montaje musical y en la interpretación del papel cómico en escena, resaltando su maestría entre dos universos complejos.
Ahora mencionaré los por qués y virtudes de que Noche de Reyes se vuelva a presentar. Su adaptación, pues toma el juego de géneros que ya está planteado por Shakespeare y lo potencializa Alonso travistiendo a todos los actores y a todos los personajes, entrelazando con la inteligencia al puro estilo Cabaret, con música en vivo y actores-cómicos, que dan vida a una constante fiesta e ironías dentro de la obra. A su vez, la inteligencia al plantear la verbalidad más cercana a un público mexicano que al purismo del verso Isabelino, es así como juega a meter incluso fragmentos improvisados de Pedro Páramo. El uso del lenguaje incluyente detona dentro de esta adaptación shakesperiana, en el que hombres actuaban interpretando a ambos géneros, y en este caso las mujeres fungiendo de hombres, haciendo de un enredo un juego, y una postura clara de que hoy en día uno es libre de vestir y ser el género con el que más se identifique. Otra gran virtud es el trabajo de Mauricio Ascencio, que se merece prácticamente una nota por su gran trabajo en el diseño escenográfico, lumínico y de vestuario, el cual es un trabajo meticuloso, lleno de detalles y discurso poético. El escenario es una fragmentación meta-teatral con telonería, pero también piezas de piso de madera que pueden fungir como si estuvieran en un barco, y esa telonería se queda como las velas de este barco, y esas velas dan una naturaleza en el que las luces se reflejan y se vuelve un ciclorama en cada momento lírico de la puesta, una resignificación constante. Mauricio, acompaña con gran complicidad cada uno de los pasos de los actores, así como los de Alonso, resultando una obra redonda, donde uno no deja de reír, e interactuar con lo que sucede en escena, y a su vez admirando el trabajo de diseño escénico.
Es un montaje donde se ven amigos divirtiéndose y haciendo teatro por amor, pero también con disciplina, espontaneidad, rigor y profesionalismo. Funciona tan bien el trabajo que ellos se encuentran por arriba de la propia obra. ¿Por qué lo digo? Porque llenan cada hueco, hacen ver tan sencillo los gags, la forma de improvisar que la anécdota, el relato, pasan a un segundo plano, para seguir adentrándose en el trabajo actoral.
¿Cómo se actualiza una obra de teatro universal? Apropiándose del discurso, pero sobre todo, divirtiéndose como lo hacen en este caso. Ojalá nunca se dejen de divertir, ni se aburran.
Últimas funciones en el Teatro Milán (Lucerna 64, esquina Milán. Colonia Juárez) hasta el 18 de diciembre de 2022. Viernes 20:00 horas, sábado 19:00 horas y domingo 18:00 horas.
Dramaturgia: William Shakespeare.
Dirección: Alonso Íñiguez Sosa.
Elenco: Adriana Montes de Oca, Antonio Alcántara, Carlos Aragón, Diana Bovio, Jacobo Lieberman, Julián Segura, María Penella, Pablo Chemor y José Ponce.
Duración aproximada: 120 minutos
Clasificación: Adolescentes y adultos