Un par. Una propuesta vanguardista para niños

Por Diego Espitia / Foto: Fabián Bezun

La apuesta es arriesgada, y en ello estriba su valor y su interés. En 2023 difícilmente haría eco para los niños pequeños una fábula sobre una niña que, al hacer poco caso de las instrucciones, es cazada por un lobo, que la engaña simulando ser su abuela. Ya no hay ningún bosque, ningún lobo, ninguna abuelita ni ningún cazador que salvará al final la historia. La realidad es profundamente distinta para una buena parte de los niños que hoy tienen 3 o más años (el público sugerido) en nuestra gran y compleja capital. Así pues, “Un par” es un juego teatral novedoso, una propuesta que abandona casi totalmente el diálogo, la moraleja directa, incluso los clásicos estímulos visuales y auditivos que uno esperaría en una obra infantil.

Y sin embargo hay más de lo que a primera vista se observa. La interacción de dos personas, que parten de la imitación (casi visten igual) a la emancipación de la individualidad en cada uno. Empiezan como un par indistinto, pasan por un par distanciado y casi enfrentado, hasta entender que el respeto, la generosidad, la empatía, y por qué no, el afecto, son las mejores herramientas que tenemos para vivir en armonía en un mundo que nos ofrece una estrecha casa, y pocos y valiosos objetos para compartir.

Al final es un juego teatral, es el tono que logran. Una apuesta por la intuición de los niños, que podrán saber prescindir del diálogo y dar un salto imaginativo a través del elaborado trabajo escénico, hibrido por momentos entre la danza y la mímica, de Adrián Hernández y José Agüero (también responsables de la dramaturgia y la dirección), fundadores de la compañía “Teatro al vacío”, que nos presentan así “Un par”, en el teatro Xavier Villaurrutia, en el Centro Cultural del Bosque, hasta el 20 de agosto, sábados y domingos a las 13:00 horas. Sin duda una experiencia interesante para niños y adultos.

Inteligencia actoral

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Inteligencia actoral aborda las problemáticas que los teatreros enfrentan en los últimos días de montaje, la histeria de los actores o el abandono de uno de ellos. Sin embargo, en este montaje se propone una visión futurista en donde un robot podrá sustituir al personaje principal, al menos, así lo marca la premisa principal de la obra.

Lo cierto es que la obra tiene un buen sentido del humor y las actuaciones en general son buenas. Es cierto que la dramaturgia cumple en un sentido de entretenimiento, pero por otro diría que falta por parte del dramaturgo Flavio González Mello,  verisimilitud. Durante las dos horas y media que dura la obra, se nos platea que un humanoide debe sustituir al actor principal de la obra de Hamlet. Así que, bajo esa premisa, el dramaturgo genera una serie de enredos que recaen sobre el director el cuál cuestiona de manera ontológica qué es lo que hace a un actor, ¿es el alma? ¿sus errores en escena? ¿su dificultad para aprenderse los diálogos? ¿Por qué una interpretación perfecta le quita lo vivo al teatro?

Poco a poco vamos generando empatía con nuestro pequeño robot desprovisto de toda humanidad, que empero, conforme a la exigencia y desapruebo del director, comienza a preguntarse cómo podría tener mayores emociones. El robot comienza a tener vida propia, a sentir y a desarrollar un alma. Padecemos con este inocente personaje su desesperación. Pero algo sucede al final con los giros de tuerca plateados por el autor: Lo que acabas de ver durante dos horas y media, no es verdad, es mentira. Después el autor desea plantear la duda al espectador si en verdad es un humano o un sustituto, pero pues el desarrollo de esta idea parece mas una ocurrencia que no permite al espectador dudar al respecto, además de plantear la problemática con el director. No contaré para que quienes deseen ir a verla, puedan disfrutar de uno de tres finales.

También existe una situación con la escenografía, no entiendo por qué el movimiento de ésta cada cierre de acto. Tampoco entiendo el tapete de ajedrez que no se ve y todo esto porque lo tapa una lámpara, tampoco es que los personajes jueguen en él como parte de un entramado de guerra o intriga. Digamos que está de más. Quizá serían necesario sólo unos cuantos movimientos y así podría durar menos la obra.

Es cierto que Inteligencia Actoral es de las obras, que he visto hasta el momento, que se destaca por hacer una apuesta narrativa con cierto sentido, aunque se desvanece al final. Hace falta rigor, preguntarse: ¿es verosímil? ¿Tiene sentido mi escenografía?

El teatrero tiene una deuda con el público, éste deja de ir, no porque no entienda la obra, sino porque el teatro no le comunica. ¿Por qué acabar una obra que tenía potencial con tres finales que no tenían nada que ver con toda la obra?

El Síndrome Duchamp

Por Viridiana Nárud / Foto: Por Piedad Teatro

Contra toda opinión, no son los pintores sino los espectadores

quienes hacen los cuadros.

Marcel Duchamp

 

Cuando asisto al teatro es porque me gusta ver en el escenario lo extraordinario. Soy una espectadora que busca y esto me vuelve crítica. Es cierto que la estructura de la dramaturgia se ha perdido, pero no significa que por ello haya dejado de ser importante. En escena, todo tiene una dramaturgia y es que también la imagen cuenta una acción dramática, incluso en yuxtaposición de escenas que en su contenido parecen abstracto, tienen como función revelar una emoción ya sea pasional o estética. El arte revela, por eso Duchamp, incluso después de haber inaugurado esta vertiente del no arte y arte conceptual se consagró como artista.

 

Es inevitable pensar en el francés cuando una obra lleva su nombre y hace honor a su obra. Sin embargo, existe una falla en el concepto. La obra tiene déficits conceptuales y su ejecución no deja de habitar la superficie, es cierto que está hecha con todo el corazón, pero a veces eso no es suficiente. El arte conceptual exige un genio que pueda desarrollar y mantener el aliento del concepto, ese es su arte.

 

“El Síndrome Duchamp” quiere hablar del migrante que deja México para probar suerte en E.U.A, sin embargo, es un migrante exquisito, conocedor de la obra de Van Gogh, de Monet, de Duchamp y su vida se transforma después de conocer el MOMA en Nueva York. También traza la vida de un hombre que vive marginado por su condición de migrante, de asocial, de pobre que ha encontrado en una cucaracha a un amigo y mentor, también es un cómico poco gracioso. Todo está, pero nada se vuelve sensible.

 

Las imágenes de los objetos simpáticos en su apariencia, pero no revelan nada a la psique. Es una multiplicación en escala de su alter ego que clama ser reconocido. Según el autor esta obra es la búsqueda de amor, entonces, por qué no encarar de frente a ese sentimiento y revelar que está trazado, pero se mantiene en la superficie.

Noche de Reyes: ¿Cómo se actualiza un clásico del teatro universal?

Por Isael Almanza (@isaelaqui)

 

Alonso Iñiguez es uno de los directores jóvenes con trayectoria solida. Esto es debido en gran parte por este montaje realizado en el año 2017, que a cinco años de ese estreno, se vuelve a remontar, a re visitar su vigencia, no sin antes resaltar al elenco, que es casi en su totalidad el equipo actoral original. Destaco la gran interpretación y entrega de Adriana Montes de Oca, quien hace el papel de bufón y nos plantea de manera clara desde la primera intervención el alma lúdica de la puesta en escena, así como del trabajo de Pache Amor (Pablo Chemor) en la creación del montaje musical y en la interpretación del papel cómico en escena, resaltando su maestría entre dos universos complejos.

Ahora mencionaré los por qués y virtudes de que Noche de Reyes se vuelva a presentar. Su adaptación, pues toma el juego de géneros que ya está planteado por Shakespeare y lo potencializa Alonso travistiendo a todos los actores y a todos los personajes, entrelazando con la inteligencia al puro estilo Cabaret, con música en vivo y actores-cómicos, que dan vida a una constante fiesta e ironías dentro de la obra. A su vez, la inteligencia al plantear la verbalidad más cercana a un público mexicano que al purismo del verso Isabelino, es así como juega a meter incluso fragmentos improvisados de Pedro Páramo. El uso del lenguaje incluyente detona dentro de esta adaptación shakesperiana, en el que hombres actuaban interpretando a ambos géneros, y en este caso las mujeres fungiendo de hombres, haciendo de un enredo un juego, y una postura clara de que hoy en día uno es libre de vestir y ser el género con el que más se identifique. Otra gran virtud es el trabajo de Mauricio Ascencio, que se merece prácticamente una nota por su gran trabajo en el diseño escenográfico, lumínico y de vestuario, el cual es un trabajo meticuloso, lleno de detalles y discurso poético. El escenario es una fragmentación meta-teatral con telonería, pero también piezas de piso de madera que pueden fungir como si estuvieran en un barco, y esa telonería se queda como las velas de este barco, y esas velas dan una naturaleza en el que las luces se reflejan y se vuelve un ciclorama en cada momento lírico de la puesta, una resignificación constante. Mauricio, acompaña con gran complicidad cada uno de los pasos de los actores, así como los de Alonso, resultando una obra redonda, donde uno no deja de reír, e interactuar con lo que sucede en escena, y a su vez admirando el trabajo de diseño escénico.

Es un montaje donde se ven amigos divirtiéndose y haciendo teatro por amor, pero también con disciplina, espontaneidad, rigor y profesionalismo. Funciona tan bien el trabajo que ellos se encuentran por arriba de la propia obra. ¿Por qué lo digo? Porque llenan cada hueco, hacen ver tan sencillo los gags, la forma de improvisar que la anécdota, el relato, pasan a un segundo plano, para seguir adentrándose en el trabajo actoral.

¿Cómo se actualiza una obra de teatro universal? Apropiándose del discurso, pero sobre todo, divirtiéndose como lo hacen en este caso. Ojalá nunca se dejen de divertir, ni se aburran.

Últimas funciones en el Teatro Milán (Lucerna 64, esquina Milán. Colonia Juárez) hasta el 18 de diciembre de 2022. Viernes 20:00 horas, sábado 19:00 horas y domingo 18:00 horas.

 

Dramaturgia: William Shakespeare.

Dirección: Alonso Íñiguez Sosa.

Elenco:  Adriana Montes de Oca, Antonio Alcántara, Carlos Aragón, Diana Bovio, Jacobo Lieberman, Julián Segura, María Penella, Pablo Chemor y José Ponce.

Duración aproximada: 120 minutos

Clasificación: Adolescentes y adultos

La Dulzura

Por Viridiana Nárud

La Dulzura es una obra escrita por David Olguín, interpretada por Laura Almela y Daphne Keller. El conflicto es sencillo y claro: una madre e hija se enfrentan después de la muerte del padre, un secreto muy oscuro tiene que ser revelado. Sin embargo, el conflicto se desdibuja y apunta a distintas cosas que nos extravían como espectador.

Tenemos una escenografía que simula una sala de interrogatorio: una mesa y dos sillas, lo que avisa de antemano que esto será una batalla entre madre e hija. Comienza la obra hablando de Freya, gata que pertenecía al padre y que por el nombre que tiene invoca a la diosa nórdica del mismo nombre, la cual es descrita como la diosa del amor y la belleza. Durante la obra reinará la analogía entre la gata y la madre, lo que desencarna el celo de la hija por el amor del padre.

Pero hay algo en la trama, algo que no conecta y que pareciera producto de distintas ocurrencias. El conflicto principal se desdibuja al inicio de la obra porque el gran misterio es revelado sin la mayor oposición de la madre, aunque se trata de mantener la tensión debido a ese “secreto” no se logra; después se encuentra este juego del lenguaje que trata de avanzar dramáticamente por medio de un juego en cual sólo se contesta y pregunta por medio de una palabra. El listado o enunciación de las palabras y su secuencia tendrían que dibujar en la mente del espectador un hecho, pero no se logra.

También se encuentra este juego de la magia y el ritual. El muerto es invocado por la hija y se supone que tendría que estar presente en medio de la ausencia. ¿Por qué no se logra que el muerto esté presente en esa noche en donde cobra vida a través de la palabra para vengar a la madre? Porque la palabra no tiene fuerza, porque la evocación de Lázaro no es suficiente para traerlo a la vida.

La magia y el ritual tienen sus propias reglas y ellas tienen su peso en la palabra, el silencio y en las acciones. Que es algo que no respeta el autor en esta obra. Por eso la evocación del padre y la miseria que con él trae no queda conjurada en la obra.

Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar

Por Viridiana Nárud (@Viridianaeunice)

Hace años escuché hablar de esta obra y de lo impresionante que era la actuación de Mari Carmen Ruiz, lo que ondeaba entre lo grotesco y maravilloso. Así que cuando se abrió la posibilidad de ir a ver esta obra, inmediatamente dije que sí. Inicia la obra: dos mujeres, opuestas en todo, se encuentran frente a frente, gritan cosas imposibles de entender. Van de un lado al otro del escenario; lavan ropa, gritan, se desnudan y yo sigo sin entender nada. Escucho al señor junto a mí: Me duele la cabeza. Después, una pausa, las mujeres han dejado la metaficción para entrar a la ficción. Recuerdo que es la adaptación de Las Criadas de Jean Genet, obra que narra el asesinato que cometen dos criadas contra su ama.

Ahora, para entender esta obra, Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar, es importante entender su contexto e importancia respecto a la fecha de su estreno y la fecha actual. Hace diez años el teatro en México dejó de ser institucional al abrirse espacios alternativos y no convencionales, había una urgencia por parte de la juventud, no sólo de hacer teatro, sino también de consumirlo. El boom de estos espacios no convencionales dio paso a lo que me gusta llamar: La Breve Etapa de Oro en el Teatro Mexicano. Vaca 35 Teatro fue partícipe de este movimiento consciente o inconscientemente. Su manera transgresora y antiestética llamó la atención de las juventudes necesitadas de ver nuevas maneras y formas que rompieran las estéticas y narrativas convencionales.

A nueve años después de su estreno esa fuerza se ha roto como un hechizo. Es difícil entender de qué trata la obra si no se sabe que está basada en las Las Criadas de Genet, lo cierto es que esta obra es sólo un pretexto para narrar algo más, algo que no queda claro al espectador. Anne Carson dice que la economía de la poesía radica en el Tú, a lo que yo sumo, a esa capacidad en donde el otro se ve inmerso en la obra y se le comunica algo. La tarea básica del teatro es la comunicar porque sin el otro, sin su eco, no es nada.

Los Signos del Zodiaco

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

¿Cuándo asistimos al teatro qué es lo que nos emociona? ¿La historia, el director o nuestro acto favorito? La tarea del dramaturgo, a veces vilipendiada, trata de revelar el destino humano a través de símbolos e historias que hagan eco en la mente y emociones del espectador. Por ello, cuando un escritor logra revelar la esencia humana se convierte en clásico, porque el alma humana y sus necesidades no cambian a pesar del tiempo. Los Signos del Zodiaco escrita por Sergio Magaña es de esas obras que revelan una verdad oculta y profunda, a pesar de haber sido escrita en 1944, y tuve oportunidad de verla en el CEA, sí la escuela de Televisa.

Ahora pasaré a narrar mis prejuicios antes de asistir a la obra montada por estudiantes del CEA y el director de teatro Isael Almanza. Es cierto que existen ciertos prejuicios acerca de los actores de telenovelas y uno podría creer que ver a un Sergio Magaña dentro de la institución artística de Televisa podría ser un fiasco. Lo cierto es que esta escuela ha mostrado, al menos en sus exámenes, saber contar historias a través de sus actores y directores.

Isael Almanza ha encontrado un espacio de experimentación dentro de este recinto. Ha combinado el realismo con su fuente básica que es la colectividad y la fiesta dentro de una obra. En esta ocasión bajo el enorme texto de Sergio Magaña, que es grande no sólo por lo que cuenta, sino por la descripción detallada de la escenografía, que abarca tres niveles de una vecindad en México, lo que hace el director es acomodarlo todo en un microespacio. Es entendible por el espacio tan pequeño. Lo interesante aquí es mostrar cómo un conjunto de actuaciones poco uniformes puede sostenerse siempre y cuando tengan de dónde tomarse, los andamios y castillos de la obra es la dramaturgia de Sergio Magaña que Isael entiende y lo acompaña poniendo un sello particular en donde la fiesta se vuelve parte de la obra e invita al espectador, sin molestar, a que sea parte del festejo.

Los Signos del Zodiaco es una obra aplastante para quien la tome, porque en su brillo alumbra a quien la tome, es guía, pregunta y respuesta, pero no todo director puede darle guía, ya que en sus complejidades puede perderse. Isael logra bajar el texto, adaptarlo, guiar a sus alumnos en un pequeño foro de Televisa. ¿Qué sucedería si saliera la obra de la institución? Una respuesta que dejo a productores.

Casa de mascotas

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Casa de mascotas aborda un conflicto en apariencia superficial: La mascota de la casa ha matado al indefenso perrito de los vecinos. ¿Qué se debe hacer? ¿Ocultar el homicidio del perro? ¿Sacrificarlo? La realidad es que este conflicto esconde algo más siniestro. Aarón, un hombre desempleado, vive bajo el techo de Eva, una mujer que ostenta un poder económico e intelectual, superior a su pareja.

Como dueña de una perrita gigante y dominante, comprendo y empatizo con el primer conflicto que se nos presenta. Sin embargo, también entiendo que nuestras mascotas son el reflejo de nuestra sombra, de aquello que ocultamos a los otros. En un momento Bill le dice a Aarón que su perro necesita un objetivo, una razón de ser, que es eso lo que hace daño al animal. Aarón sólo dice escuchar las palabras, pero en realidad ignora todo lo que Bill le ha dicho, ahí viene el peligro.

Según Jordan Peterson, controvertido psicólogo clínico, no existe nada más terrible que un adulto comportándose como niño, ya que las personas que no crecen no encuentran su sentido de vida y se vuelven hostiles y resentidos. Hoy, en la actualidad, las mujeres nos enfrentamos a hombres-niños imposibilitados de crecer. No se les ha enseñado que la vida no es sólo beneplácito y alegría, sino también trabajo y dolor. Las sociedades antiguas tenían distintos rituales en donde infligían dolor real en el adolescente para mostrarle el dolor de la vida futura. Quizá para algunos estas prácticas y señalamientos puedan parecer crueles, lo cierto es que existen reglas de la vida superiores a las sociales, que marcan la vida de las personas. Tener un objetivo y trabajo da sentido a nuestra vida, algo de lo que carece Aarón.

Eva representa a esta mujer empoderada, que tiene a un hombre a su lado sin tomarlo mucho en cuenta, es el adorno de casa, el trofeo para demostrarle a la sociedad que se puede tener todo en la vida: Amor, trabajo e independencia. Lo cierto es que Eva oculta a Aarón grandes secretos ya no lo considera en verdad parte de su vida.

Como toda comedia negra revela de manera divertida la realidad de una sociedad. En su dirección, iluminación y escenografía, todo se encuentra en el lugar preciso. Antonio Castro da importancia a contar la historia y por eso es una obra entretenida que atrapa al espectador, aunque lo deja ir en dos momentos: en la borrachera de las mujeres y en el monólogo final. Casa de mascotas es una obra recomendable para reír de esta siniestra realidad.

Casquito: los padres como referentes a imitar

Por Johana Trujillo (@jOtrujilloA) / 23.10.22

 

Gracias al Circuito Nacional de Artes Escénicas Chapultepec: Teatro y Espacios Independientes del Centro Cultural Helénico, la compañía Pochota Teatro trajo a San Cristóbal de Las Casas Casquito, una obra escrita e interpretada por Joan Alexis Robles, pensada para la comunidad de Cabeza de Toro, una localidad a orillas de Laguna Pampa La Joya, en el municipio de Tonalá, Chiapas. Este unipersonal tiene como objetivo, desde su concepción, ofrecer un montaje divertido y reflexivo a la vez para que la comunidad se interese en el teatro, por eso, los personajes utilizan el lenguaje de la costa chiapaneca.

 

Casquito nos da a conocer la historia de un niño de tres años que vive en una pequeña comunidad pesquera a orillas del manglar chiapaneco. Narra cómo crece en la pampa turula teniendo a su padre como ejemplo. Con la luz, el espacio y el manejo corporal del actor, el unipersonal aborda cómo los niños ven a los adultos de su comunidad como referentes. Entre los personajes están los padres de Casquito y su amigo Bodoque.

 

Si bien no está basada en hechos reales ni es autobiográfica, recopila diversas problemáticas que suceden en Cabeza de Toro, como el abuso infantil o el uso del poder y el sexo como un elemento machista, muy presente también en las comunidades indígenas del estado. Con una mirada fársica, Casquito nos muestra cómo la comunidad alrededor de este niño afecta irremediablemente su comportamiento.

 

En el conversatorio al final de la función en Patio Petul, Joan Alexis compartió que en Cabeza de Toro su principal público son niños porque “les urge crecer” y quieren ser como los adultos. También comentó que en las escuelas de teatro se les dice que el teatro tiene un impacto y cambia conciencias. Dado que “en una gran ciudad son rostro que no vuelves a ver y no sabes qué impacto pueden tener”, decidió irse a su pueblo a responder la pregunta “¿una obra es capaz de cambiar a alguien?” Al día de hoy no lo ha percibido claramente, pues para los niños el personaje es “un cojelón que dice muchas groserías”, todavía no ven lo que trata de decirles a lo adultos, pero seguirá montando otras obras para encontrar respuestas.

 

Aún existen comunidades indígenas en Chiapas, Guerrero y Oaxaca que se rigen por usos y costumbres. Incluso en algunas de ellas continúa la práctica de vender a las hijas para casarlas, aunque el comprador sea mucho mayor que ellas, incluso a cambio de cervezas o animales. El machismo deslegitima su opinión y se tiende a culpabilizarlas por la situación de violencia en la que viven. Es un cambio cultural lento en el que Casquito puede contribuir como una actividad detonadora de diálogos, principalmente para la mujeres de cualquier comunidad que asistan y se vean “quebradas, pensativas” o que sólo logren expresar “es lo que sucede, es duro verlo así”.

Un obús para el corazón

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Wajdi Mouawad es un dramaturgo canadiense de origen libanés que marcó un hito en su carrera con la obra “Incendios” la cual sería filmada poco tiempo después con el título “La mujer que cantaba”, de esta manera, el autor, logró la fama mundial. En México aún se recuerda como una leyenda la dirección de Hugo Arrevillaga y cómo es que las personas hacían fila para ir a verla. Por ello, cuando se anuncia que va haber un montaje de la obra de Wajdi Mouawad, las expectativas son altas.

“Un obús para el corazón” es una obra en la que se pretende narrar el momento en donde Wahab, siendo niño, vive un ataque paramilitar en contra de civiles. Por medio de la abstracción del espacio se intenta narrar una historia que tiene un tinte realista. Primero voy a analizar si este juego en la escenografía funciona. Para entender el arte abstracto uno debe tener en cuenta que es por medio de la simbología y la psicología del color que se narra una historia y que no es lo mismo el action painting en donde la fuerza del movimiento, los colores desean enmarcar una impresión emocional en el cuadro. En este caso, la abstracción es figurativa, se tienen marcos de cuadros que son narrados dentro de la obra para dibujar el espacio en donde se moverá el personaje. Después, están las imágenes que son demasiado explícitas: Cuando se dice que están en un camión se proyecta la imagen de un camión; cuando se describe a la madre aparece la madre, entonces, ¿es abstracto o no?

Ahora hablemos de cómo juega la música dentro de este universo. Es cierto que el cine ha tenido gran influencia en el teatro y que esta idea de musicalizar ciertas escenas para marcar un ritmo o estado emocional de personaje o historia puede resultar benéfica para la progresión narrativa de la obra o tensión de ésta, sin embargo, en este caso la música no tiene ninguna función diegética.

Sobre la actuación: Bernardo Gamboa tiende a crear un ritmo en sus monólogos, no sé si sea una estrategia mnemotécnica o una costumbre, el resultado es que uno puede predecir que al final de cada frase acentuará la última vocal. Es tarea de dirección retirar esos pequeños vicios porque en esta ocasión se contaba la historia de un extranjero que sonaba a hombre del norte de México por ocasiones.

La traducción es algo importante y si bien es cierto que toda traducción es traición, es importante respetar ciertas convenciones del lenguaje que tienen que ver en qué espacio geográfico se encuentra el personaje, ya que si se utiliza la palabra culote con acento del norte, me transportan de manera inconsciente al norte del país aún cuando se está narrando el invierno con nieve en Canadá.

La unidad de espacio y tiempo no se encuentra en esta obra y por lo mismo hace muy difícil la compresión de este monólogo. El protagonismo de la escenografía y dirección opacaron al actor y la historia. Es importante recordar que uno va al teatro a ver historias y que el trabajo de los creativos se vuelve inolvidable siempre y cuando hayan cumplido la función en torno a la historia.