Abrazar la vida / Honrar a los muertos Parte 1

Por Johana Trujillo

Acompañar y transcender son palabras que conectan la vida y la muerte. Sin embargo, cambia la experiencia y significado para cada persona. La muerte puede significar un ritual de despedida; una oportunidad para vivir una última convivencia e incluso una experiencia de usar un atuendo negro (de este lado del mundo).

 

La primera parte de Abrazar la vida / Honrar a los muertos está dividida en tres momentos: acompañar, el ataúd móvil y trascender. En acompañar, me invitan al dialogo y a la reflexión desde una pregunta disparadora: “¿Por qué la muerte está asociada con la tristeza y la vida con la felicidad?”

 

La compañía francomexicana Teatro Entre 2 tomó la calles de la antigua Tenochtitlán para recordarnos que la vida vale la pena si se vive, pero también para cuestionar nuestras ideas sobre la muerte. El ataúd móvil es una iniciativa de El Hogar que integra la muerte a la vida cotidiana en las calles de la Ciudad de México. Con él ponen en el espacio público la discusión sobre el miedo a la muerte. Al rodar por las calles un ataúd, descontextualizan y provocan la reflexión sobre la forma en que hemos aprendido a ver la muerte.

 

Trascender el llanto y el lamento que nos evoca el concepto de muerte para ver qué pasa si aparece el gozo, el baile y la música para abrazar la vida mientras honramos a nuestros muertos.

Abrazar la vida / Honrar a los muertos es una extensión en línea de la intervención urbana “Funeral sobre ruedas, una intervención sin miedo”, que realizaron en noviembre de 2020, a manera de homenaje a los muertos que se fueron a lo largo de ese año tan peculiar en el que, más que nunca, se sintió la cercanía de la muerte en la vida de todos.

 

Esta extensión en línea consta de dos partes presentadas desde el Facebook del Museo Universitario del Chopo, el 27 y 28 de marzo, con coproducción de Teatro Entre 2, El Hogar Colectivo y Poráy. El proyecto dirigido por Arnaud Charpentier, contó con la dirección de fotografía de Carlos Abraham, la edición de Mara Arteaga y la composición musical de Jerónimo Zóe Serna. Los actores participantes fueron Francia Castañeda, Meraqui Pradis, Marco Guagnelli, Paola Herrera, Alexandre Doyhamboure, José Ponce, Xóchitl Galindres y Arnaud Charpentier.

Vórtice, universo paralelo en tres planos

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Después de un año de no asistir al teatro en medio de una pandemia que nos tiene alejados del mundo, sumé valor para asistir. La sorpresa fue grande. Había una fila de espectadores deseosos por entrar a ver la obra. Las medidas por parte del Instituto Nacional de Bellas Artes nos permiten mantenernos relajados y seguros.

 

Al ver esta fila, pensé que el teatro sólo se tomó unas vacaciones para regresar con más fuerzas y que hoy más que nunca, el público se encuentra deseoso por asistir a él. Incluso como asistente crítica puedo decir que esa urgencia de regresar pueda hacer más de esta crítica un relato de lo vivido.

 

Tras haber entrado y haber sido roseados por spray sanitizante, separarnos de nuestro acompañante, entramos a este espacio oscuro en donde la primera protagonista de obra es la escenografía de Ana Patricia Yañéz. Después, llegó la emoción de la tristeza. Actores calentando en medio del escenario con cubrebocas. Estos individuos están dispuestos a poner en riesgo su vida a cambio de vivir una noche el sueño de la utopía del teatro. El diseño de Mario Marín nos recuerda a películas como el Quinto Elemento y Armagedón. En definitiva, la producción del Colectivo Teatro sin Paredes queda reflejada en este primer cuadro. Comienza el viaje:

 

La música en vivo de Bringas nos sumerge en un mundo primitivo, donde el ritual tenía vida y la dirección de David Psalmon nos lleva a vivir un sueño. La dramaturgia de Jorge Maldonado es herencia de Psalmon en donde la distopía nos puede acercar a la utopía. Toma como hilos conductores a tres personajes famosos que desaparecieron del espacio y tiempo. Sin embargo, ellos son sólo un pretexto para enunciar lo que en la realidad sucede. Podrían tener otro nombre y aún así contar la misma historia. Lo realmente importante es mostrar que este cambio climático y destrucción a la que sometemos al mundo aún es reversible si todos lo queremos.

 

Ver nuevamente una producción del Colectivo Teatro Sin Paredes me resultó muy emocionante. Ver la evolución de todos los integrantes del colectivo, muestra que David Psalmon no sólo lleva la utopía en el escenario, también en casa. La congruencia cuando señala apunta a la utopía y siempre se agradece. Una aplauso y admiración a todos aquellos que regresan al teatro y exponen un momento sus vidas a cambio de sueños y utopías teatrales.

Coordenadas Sutiles, conmovedora obra sobre linaje y salud mental

En Sophie no hay un sólo gen mexicano. En México, ella era “Sophie, la francesa”. Sus primeras sensaciones de orfandad las tuvo cuando, en un verano en Francia, sus primos le dijeron que ella no era de la familia. Y cuando habiendo vivido toda su vida en México, no había probado los tacos.

 

Por otro lado, la vergüenza se repite mucho en su vida. Pero la más fuerte sensación de vergüenza fue no poder dar una función del Rey Lear, entonces ¿quién es Sophie la actriz si deja de actuar? Y para colmo, se le atravesó una sentencia: un diagnóstico de TOC y depresión bipolar que podría ser genético. Eso la conectó con su linaje de actrices.

 

Cuando no pudo actuar energéticamente rompió una cadena de siglos de interpretación. Pero esta noche, ante un espectador, busca volver a unirlo y continuar con su vocación de actriz. Coordenadas Sutiles es el primer monólogo que Sophie Alexander Katz interpreta.

 

Un teatro vacío y una sola actriz es la propuesta de Diego del Río, quien escribió un texto pensado para ella. Es un monólogo basado en ciertas coordenadas cercanas a la vida de la actriz, que si bien no es autobiográfico, coincide en algunos puntos como tener familiares actrices como su abuela, Brigitte Alexander, o su tía, Susana Alexander.

Toda la atención está en Sophie Alexander-Katz ya que los elementos en escena son un par de sillas, dos mesas y una laptop de donde manipula la música que usa en escena. Un único cambio de vestuario, un tocado en el cabello, presenta a su abuela: una judía que no quería ser madre pero amaba el teatro. Sin embargo, el cáncer le impidió estrenar el montaje de Shakespeare que años antes tampoco pudo interpretar su nieta. Con un ligero cambio de acento y de postura conocemos a su madre y su anhelo porque su hija prefiriera ser costurera como ella y no actriz.

 

Grabado a seis cámaras, bajo la dirección de fotografía de José Stempa y con iluminación de Félix Arroyo, Sophie Alexander-Katz nos regala un conmovedor monólogo que nos recuerda el valor del teatro, hoy Día Mundial del Teatro, desde la plataforma teatrix.com

 

Arbolea, aprender a convivir entre personas y con los árboles

Como parte de la conmemoración del Día Mundial del Agua, la compañía franco mexicana Teatro Entre 2 presentó el documental Arbolea. Convivio de arte y ciencia bajo los árboles desde el Facebook Live de Conagua. La compañía fue fundada por Arnaud Charpentier, Francia Castañeda y Olivier Dautais y desde siempre se han interesado por las problemáticas ambientales, de ahí que las integren en sus intervenciones artísticas.

En 2017, por un pedido del Papalote Museo del Niño que les propuso inventar algo que pudiera presentarse bajo los árboles relacionado con la lectura, los árboles y la naturaleza, nació Arbolea. Convivio de arte y ciencia bajo los árboles.  

Con Arbolea, esta compañía francomexicana propuso distintas situaciones para aprender  a convivir a  la vez que se pasa una tarde bajo los árboles. Pone el foco en los árboles más que en narrar una historia, por eso es una intervención. A partir de improvisaciones, invitan a la comunidad a encontrar su propia manera de relacionarse con los árboles e indagar en qué es lo que quieren rescatar de esa relación para re apropiarse de los espacios públicos.

Arbolea reúne disciplinas artísticas como música, poesía, artes plásticas y títeres. La música ayuda a escuchar el sonido de los bosques y acompañar las historias que cuentan los actores. La arcilla se vuelve una herramienta que facilita la expresión de emociones hacia los árboles, hablar con ellos y empezar a crear una relaciones con esos seres que viven en los bosques.

Alain Kerriou conversa con el fantasma del árbol, un tronco seco, aparentemente sin vida.  Alexandre Doyhamboure, invita a estar tranquilos, escuchar la música y los pájaros. Andrea Calderon declama poesía que muestra la similitud que tenemos los seres humanos con los árboles: nuestras piernas nos dan la misma estabilidad que sus raíces a ellos. Xóchitl Galindres manipula un títere, un viejo sabio con el que es sencillo transmitir ideas profundas como “nada es en vano si crees que vale la pena, me repetí a mí mismo una y otra vez” o “puedes sembrar nuevos sueños o anhelos”.

Ve el cortometraje documental de la intervención urbana Arbolea. Convivio de arte y ciencia bajo los árboles desde el minuto 20:15

Pero, ¿qué hace especial a las artes para abordar las problemáticas ambientales? Facilitan transmitir conocimiento de una manera amena, que estimula la imaginación y el corazón en contraste a la forma informativa que tradicionalmente se ha manejado en las escuelas.

Simplemente, las artes abren posibilidades y nos dan herramientas para navegar la vida. Permiten expresar conceptos complejos de maneras más sencillas participando así en la sensibilización sobre distintos temas ambientales. Es una de las maneras de aprender y despertar la curiosidad de quien asiste a cada experiencia.

“Las cosquillas en los árboles se llaman lagartijas” y mirar una fogata nos une con los primeros seres humanos de este planeta. Empecemos por poner un granito de arena limpiando el parque cercano antes de pensar en resolver los grandes problemas del mundo. Empecemos por convivir con un árbol,  uno de los seres más viejos del mundo.

Los pájaros nos enseñan que migrar es soltar, que una persona-pájaro es libre, y una persona-árbol echa raíces en su lugar. ¿Tú qué eres, pájaro o árbol?

Antojitos Mexicanos, amor que duele pero quieres superar

Antojitos Mexicanos es una divertida obra que invita a mirar el proceso de ruptura de una relación tóxica a través de un cabaret ranchero como sinécdoque de ese amor que duele, que te hace sentir insegura pero que quieres superar.

 

La acción se desarrolla en la cantina La Mala Costumbre, donde Amalia recibe a sus invitados, desconocidos, a los que convocó a un decadente encuentro sin develarles el motivo. Poco a poco iremos sintiendo que esa desconocida y una han vivido cosas similares en algún punto.

 

A ritmo de canciones rancheras cuyas letras dicen cosas como: “ya el amor no me interesa, cantaré por todo el mundo mi dolor…” o “¿A caso no te duelen sus engaños y promesas incumplidas?”, vamos conociendo quién es ella y su relación con Amador. La propuesta, interpretada por Julia Arnaut bajo la dirección de Francia Castañeda, utiliza el recurso del títere y el pop up para generar ritmo en la obra adaptada a formato digital, con ingenio y profesionalismo a cargo de La Canija Teatro y Tiempo de Mandarinas; con material pregrabado y otra parte en vivo. Amador es encarnado por un títere cuyo rostro es la misma actriz pero con un bigote falso.

 

Cuando Amalia era una niña, en sus tiempos no era bien visto jugar fútbol, saltar o correr. Pero cuando creció, contrario a lo que se esperaba de ella, viajó por el mundo y usaba minifalda. Sin embargo, el amor a primera vista con Amador lo cambió todo. Él se enamora fácil pero considera a Amalia su catedral, mas ella sólo quiere que él no le mienta.

 

Cabe destacar la voz de Claudia Arellano interpretando con guitarra las canciones rancheras. Del mismo modo, destaca la actuación de Julia Arnaut en el papel de Amalia del Refugio Soledad, que nos convierte en sus amigos con quienes quiere dejar salir su indignación.

La historia muestra la evolución de la protagonista. Desde deshagos (que te deparan risas que ocultan un “eso yo lo viví”), y la ida a terapia hasta la llegada de otros amores. Es así que se muestra la transformación a una mujer libre, segura de sí misma, que cuestiona que “a los muchachos les celebran sus engaños” y se da cuenta que sólo ella puede amarse profundamente porque, en cuestiones de pareja, el amor no siempre lo puede todo.

La arquitectura del silencio, explorar el silencio, la memoria y lo ausente

Por Johana Trujillo

En el escenario del Teatro El Milagro, cinco actores se acercan a una gran esfera de luz que dice #RESISTE. Después, uno a uno van eligiendo a uno de los cinco espectadores que los acompañan. Entre conversaciones entre ellos, les quitan los zapatos y les envuelven los pies con una hoja de plátano y un listón rosa para después llevarlos a un espacio más estrecho, debajo de las butacas.

Los actores eligen la zona con arena en el piso, los cinco invitados están frente a cada uno. La estética de esta parte del dispositivo escénico recuerda a una escena de la película Stalker del director ruso Andréi Tarkovsky, considerado uno de los grandes maestros de la historia del cine. Esta película transcurre en un lugar de Rusia llamado «La Zona», donde hace algunos años se estrelló un meteorito. A pesar de que el acceso a este lugar está prohibido, los «stalkers» se dedican a guiar a quienes se atreven a aventurarse en este inquietante paraje. Teatro El Ghetto plantea La arquitectura del silencio como un proyecto escénico en homenaje al director de cine.

 

El montaje es un dispositivo en el que se comparten miradas, silencios, recuerdos y secretos que llevan a vivir una experiencia con todos los sentidos, dejando atrás lo cotidiano y trayendo la memoria de cada uno. Una aventura en una zona segura y conmovedora pues cada actor comparte una vivencia: alguien a sus cinco años tenía un hamster que no respiraba y nunca se atrevió a decirle a nadie que había muerto; otra confiesa que está enamorada de dos personas aunque sabe que no durará mucho o que tuvo problemas con el radiólogo pero nunca se lo dijo a nadie…

Bajo la idea, concepto y dirección de Agustín Meza, La arquitectura del silencio no es solamente un montaje íntimo que interviene las butacas y el espacio escénico del Teatro El Milagro, también es una invitación a confiar de nuevo, recordar lo que es estar frente a frente con el otro, compartiendo algún suceso de la propia vida. Por eso, cada función es única e irrepetible; depende de la vulnerabilidad con la que se dejen ser quienes elijan verla de manera presencial. No hay ficción, texto ni historia; hay una oportunidad de explorar el silencio, los laberintos de la memoria, lo ausente y sólo tal vez un “logro desbloqueado” porque “esos pequeños logros nos dan vida” y “la belleza siempre está ahí para aquellos que quieran mirarla”.

La Arquitectura del silencio ofrecerá funciones el 21, 27 y 28 de marzo a la 1 pm en el Teatro El Milagro y por streaming. El costo del boletos es de $80 o $150 para streaming y en presencial Donativo Voluntario Consciente. Los boletos se pueden comprar en Boletópolis.

¿De qué trata #Resiste?

La contingencia llevó a cada uno a replantearse muchas cosas, a la comunidad artística a reflexionar y mostrar el valor de las artes. En agosto de 2020 Agustín Meza, director y fundador de la Compañía de Teatro El Ghetto, lanza la iniciativa #RESISTE con el proyecto “We´ll meet again” para defender el arte ante la contingencia sanitaria por el Covid-19 que mantuvo los teatro cerrados hasta septiembre de 2020.

Para ellos era muy frustrante tener que pensar en el Zoom, pues el verdadero sentido del teatro está en el encuentro con el otro, en el contacto humano. La pandemia lo llevó a ser el primer colectivo mexicano que salió a la calle a través de su pronunciamiento #RESISTE, poniendo al alcance de la gente el teatro presencial en espacios públicos. Definitivamente, El Guetto Teatro es una compañía que se adapta a la complejidad del tiempo que vivimos.

 

La certeza del amanecer

Por Viridiana Nárud


Cuando el arte de hablar se denigra, se obliga al otro a escuchar. Se olvida que el oyente tiene una boca, que tiene derecho y una necesidad de pensar. Cuando uno como espectador sabe desde un inicio cómo va a terminar la obra es que lo que esa obra expresa ya se ha dicho antes. Esto es lo que sucede en “La certeza del amanecer”.

De regreso a mi casa, decepcionada de mi aventura teatral, traté de dilucidar por qué últimamente que asisto a obras de teatro prefiero no hacer una crítica o peor aún, dejar de ir al teatro. Así que comencé a desentrañar los hechos que hicieron de esta obra algo que ya he visto y que me hicieron regresar a casa decepcionada.

1. La escenografía: las gazas puestas sobre el escenario para hacer unas cuantas video proyecciones y ocultar la fealdad de la escenografía, sólo provocan que el espectador se aleje. Uno no puede ver los rostros de las actrices ni sus emociones. Además, cuando una escenografía es inútil siempre falla. Lo que sucedió. Uno de los tubos de las gazas cayó.
2. Las actuaciones: En México rendimos honor al melodrama, no ruso, que tanto fascina a nuestra escena teatral, sino al de las telenovelas. Durante cincuenta minutos tenemos a dos actrices sin un arco de transformación que gritan mucho y poco sienten. Gritar no es entender el texto ni actuarlo. La excepción es Yulleni Vertti, que sabe seducir desde un inicio al espectador.
3. La dirección: Cada escena que transcurre se encuentra desprovista de deseos y necesidades. El único arco de transformación que vemos en escena es en la escenografía. Vemos cómo de unas gazas mal cocidas, que nos introducen a un mundo de sueños, caen, dejando a su paso la fealdad del espacio.
4. La iluminación desafocada.
5. La dramaturgia: aunque se vende como pieza, este género no se encuentra. No existe una anagnórisis de los personajes ni el horror que este produce ante su reconocimiento. Al poco tiempo de estar escuchando la obra, pude saberse que terminaría con la frase que da título a la obra y con el desencuentro de éstas dos hermanas.

Por último, los creativos están en su derecho a expresarse, empero, deben tener en consideración que el otro invierte su tiempo e ilusión de alejarse de este mundo. De lo contrario, por qué tendría que sentarse a lado de extraños en un espacio oscuro. Invito a este grupo creativo, más que a la crítica, a la autocrítica, que sepan escuchar lo que dicen y ver lo que muestran. Seguramente obtendrán más respuestas en ese ejercicio.

Mañana o soñar con un mundo mejor

Por Fredo Godínez

I – Caminar por la ciudad escénica

Mi sueño de vivir y habitar en la CDMX se cumplió en 2014 cuando fui invitado a trabajar en el Fonca como Coordinador del Programa Nacional “México en Escena”. En ese entonces, poco o nada sabía sobre las artes escénicas. Además de ir conociendo a las compañías y sus proyectos -cruciales para el desarrollo cultural del país-, me fijé la meta de conocer uno a uno los espacios escénicos que estaban dentro de mi programa. Después vino la curiosidad de acercarme y conocer cuáles son los procesos para que el espectador pueda disfrutar de una obra.

En esos procesos de ir conociendo espacios apoyados por el Fonca, comencé a frecuentar otros espacios que, ya sea por el marketing o las obras atractivas que albergaban, me llamaban la atención. La primera vez que conocí el Teatro Milán/Foro Lucerna fue cuando asistí a ver la obra: Pulmones, actuada por Ana González Bello y Roberto Cavazos. Al salir, me esperé para felicitar a Ana, pues su actuación me había asombrado. Tiempo después coincidiríamos como público en Adiós y buena suerte que se estaba presentando en el Foro A Poco No; a partir de allí comenzaríamos una linda amistad teatrera que me fue haciendo nexos con tanta gente hermosa como Roberto Cavazos, Héctor Berzunza, José Ramón Berganza, María Panella, Hamlet Ramírez; por nombrar algunos. Relaciones que se fueron aderezando con cervezas para festejar el inicio o cierre de alguna temporada.

Es para mí, una disciplina y obligación moral ver puestas en escena donde estén involucradas personas que quiero y admiro.

Me gusta acompañar sus procesos y presenciar su evolución.

II – La interpretación y el texto

Reynolds Robledo es uno de los dramaturgos que han llamado demasiado mi atención. Su capacidad para manejar distintos niveles de humor y crear historias tan complejas como la vida misma son algo que siempre he apreciado de sus obras. Lobos por corderos, Sonámbulos y Réquiem son algunas de las obras que ha escrito y he tenido la fortuna de ver montadas.

Mañana, su más reciente obra, era muy atractiva para mí, por muchos sentidos: tiene dos amigos en su elenco (Ana González Bello y Héctor Berzunza), otro dirigiendo la obra (Cristian Magaloni) y dos más en el equipo de producción (Eloy Hernández y Ana Kupfer). A eso le sumo que la trama me parecía interesante y urgente para los tiempos que se están viviendo en México.

Mañana retrata la historia de Bran y Joel, una pareja que desear adoptar a Mila, quien tendrá que elegir entre ellos y otra pareja; el tiempo está encima, pues la pareja está por mudarse a Tierra 2; un mundo similar al que conocemos, pero corregido y perfeccionado. Un día como cualquier otro, la familia nuclear se reúne en casa de Bran y Joel para cenar y cual drama alemán (Festen), se desatan una serie de acontecimientos que marcarán el destino de esta pareja: el padre padece Alzheimer y la esposa quiere abandonarlo, así como otros sucesos que involucran a la hermana de Bran.

Robledo es muy optimista en Mañana, pues nos plantea un mundo donde ya no existen los prejuicios sociales y morales quedaron en el pasado, los niños son tratados como lo que son: seres inteligentes y, sobre todo, donde el amor parece ser el verdadero motor que mueve al mundo. Y digo optimista, pues México está rezagado en temas de derechos humanos, sexuales, sociales y de equidad; y este escenario parece muy lejano para nuestro país.

 

III – Mi introspección

Ver Mañana tenía tres alicientes: ver el progreso escénico de dos amigos queridos, conocer la reacción que tendrían mis papás ante temas -porqué católicos y poblanos- podrían incomodarles y festejar mi cumpleaños número treintaicinco.

Los objetivos se cumplieron.

Ana González Bello demuestra lo que dejo ver en Happy: hay una actriz con capacidad de manejar personajes complejos, sin olvidar su sello particular; y a leguas se nota su disciplina para trabajar en la escena. Por otro lado, Héctor Berzunza sigue demostrando una capacidad asombrosa para manejar con precisión a sus personajes.

Siempre he creído que el éxito de una buena obra de teatro requiere de cubrir muchos aspectos: gran marketing, excelente producción, dramaturgia novedosa; pero si estos aspectos no vienen acompañados de una gran dirección y un buen elenco, los resultados no serán necesariamente los esperados. Mañana logra un equilibrio perfecto al tener dos actores con amplia carrera en la escena como en la pantalla; otro par de actores que maduran a pasos agigantados y una niña que, tomando en cuenta su edad, sorprende por las tablas que tiene en el escenario. A eso habrá que sumarle la dirección acertada de Magaloni que los pone actuar tal y como solía jugar el Barcelona del Pep Guardiola. La dirección es tan precisa que los actores se mueven con tal naturalidad y frescura que a uno puede olvidársele que se está ante una ficción escénica y no ante un documental o una transmisión en vivo del día a día de una familia.

Y para rematar, mi padre (el más complejo de mi familia nuclear) aplaudió de pie al elenco de la obra.

 

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“Mañana”.

Dramaturgia: Reynolds Robledo.

Dirección: Cristian Magaloni.

Elenco: Verónica Langer, Juan Carlos Barreto, Pablo Perroni, Héctor Berzunza, Ana González Bello y Julieta Luna.

Música en vivo: Aldo Obregón.

Teatro Helénico del Centro Cultural Helénico (Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn, 01020 Ciudad de México, CDMX)

Jueves y viernes: 8:30PM, sábado: 7PM y domingo: 6PM.

Hasta el 1 de marzo o último fin de semana.

Duración: 120 minutos.

 

Mis Bobul Gomers

una joya teatral de Puebla

Fredo Godínez

I – El descubrimiento

Durante los tres años y ocho meses que viví en la CDMX, no sólo conocí los Teatros más emblemáticos de “la región más transparente del aire” también tuve la oportunidad de asistir a un número importante de puestas en escena; gracias a mi paso por el Fonca y a mi necesidad de nutrirme de un género al que casi nunca pude acercarme correctamente en Puebla.

A mi regreso a Puebla, mi tierra natal, tenía dos miedos latentes: recaer en mis episodios ansioso-depresivos debido al estilo de vida (aburrido) al que te orilla el ritmo de vida de la Angelópolis y no poder presenciar una calidad alta en cuanto a las artes escénicas.

Sin embargo, la vida me tenía preparada una grata sorpresa: la existencia de un novísimo foro llamado: Puro Drama.

Puro Drama se volvió en el refugio perfecto para combatir mi ansiedad-depresión, para descubrir que en Puebla había más teatro (además de Sincronía Teatral y Talavera Cabaret) y, sobre todo: me acercó a personas bellas, amorosas y muy queridas.

Gaudenti Teatro es la compañía detrás o delante del foro y la creadora de grandes proyectos escénicos como “Mis Bobul Gomers”.

A Jesús Rojas lo ubicaba por haber dirigido, junto con Rafael Balderas (otro ilustre hincha de La Franja del Puebla), la puesta en escena: “Bare-Knuckle”; la cual ganó la 38 Muestra Nacional de Teatro y esa era la única referencia que tenía y me bastaba para animarme a ver una obra escrita, dirigida y actuada por él.

II – La interpretación y el texto

Un día, como cualquier otro, asistí a Puro Drama; a ver “Mis Bobul Gomers”.

No esperaba mucho, tan sólo disfrutar una obra cuya calidad, ya estaba garantizada, y que seguramente me haría rememorar algún momento de mi infancia, pues el título me recordaba a cierta marca de tenis que todo niño ansiaba tener.

Recuerdo que a esa función de estreno me acompañó una amiga que hice en el trabajo, que además de ser gestora cultural es también actriz.

La obra cuenta la historia de Alma y Adán, quienes se conocen en 1996 en el pueblo Achotal. A través de una narración narrada/actuada por ambas voces, el espectador realizará una especie de tour de forcé por una historia de amor a la antigüista: cartas y miradas tiernas a distancia que durará muchos años, pero que se verá interrumpido, porqué la vida y el destino -a veces se juntan cuando están aburridos- y nos ponen pruebas por mero deporte y entretenimiento. Luego, vendrá una vuelta de tuerca propia del presente que día a día vivimos en este país tan cruento, violento y asesino.

“Mis Bobul Gomers” lo tiene todo: amor y dolor, añoranza y realidad, risa y llanto; reflexión y crítica sin caer en panfleto teatral.

Jesús Rojas dialoga y forma parte de la dramaturgia contemporánea que están realizando Alejandro Ricaño, Ro Bada, Reynolds Robledo, Rodolfo Guillén, Jimena Eme Vázquez: obras que a través de una historia sencilla son capaces de llevar al espectador a una profunda reflexión, concientización y análisis del nuestra realidad y entorno, y que al mismo tiempo buscan que uno empatice y, por ende, se identifique y lo demuestre por medio del llanto y la risa.

III – Mi introspección

“Mis Bobul Gomers” me vino a recordar que hay muchas cosas valiosas, pero que la rutina, el día a día, hacen que uno le pierda valor y sentido.

Aunque resulté obvio, la existencia de uno en este plano de la existencia que llamamos vida terrenal; un día se esfumará de la forma más cruel o lenta y agonizantemente. Por eso, cada día tendríamos que agradecer el frío, el calor, el sol, la lluvia… y sí, abrazar, besar y querer a todas las personas que consideramos esenciales en nuestra vida y les dan significado a los latidos de nuestro corazón.

“Oler la sangre”, “Lo que queda de nosotros”, “El amor de las luciérnagas”, “Cachorro de León” y “Las chicas del Carret Notariat 10” eran las obras que podían presumir el logro de haberme provocado un llanto amplio. “Mis Bobul Gomers” ha ganado su lugar en esa lista y me emociona que sea una obra, orgullosamente poblana.

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“Mis Bobul Gomers”.
Dramaturgia: Jesús Rojas.
Dirección: Jesús Rojas.
Elenco: María Fernanda López y Jesús Rojas.
Música en vivo: Aldo Obregón.
Iluminación: Miguel González Espinosa.
Producción General: Ana Paula Martínez.
Compañía: Gaudenti Teatro (Puebla).
Teatro La Capilla (Calle Madrid 13, Col. Del Carmen, Alcaldía Coyoacán, CDMX)
Viernes: 8PM, sábado: 7PM y domingo: 6PM.
Del 17 al 19 de enero de 2020.
Duración: 55 minutos.

Acá en la tierra

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

En algún momento de nuestra infancia esperamos la noticia de “eres adoptado”, “tus verdaderos padres son…” sin embargo, conforme crecemos en nuestra familia los vamos aceptando y nos adaptamos a ellos. Un día, esa interrogante desaparece, empero, esa sensación de no ser parte de ese núcleo se mantiene oculta.

“Acá en la Tierra” es la historia de Lolo, un niño extraterrestre que espera a su familia en el planeta Tierra. Manda mensajes al espacio en espera de una respuesta y rogando que vengan por él pronto. Conforme avanza la trama, entendemos que Lolo es un niño transgénero que no se identifica con el género que una sociedad le impuesto.

En su soledad, se encuentra con Dolores, una mujer de intendencia que posee el súper poder de la invisibilidad. ¿Cuál es la moraleja? Esta sociedad invisibiliza a todos aquellos que no pertenecen al promedio. Dolores es una mujer que con la edad se volvió invisible y Lolo, busca el no ser visto para no sufrir más.

“Acá en la Tierra” es una obra que busca visibilizar a los invisibles y que puede ayudar tanto a niños como padres a entender lo que puedan estar viviendo dentro de sus hogares o con un familiar o amigo. El conocimiento puede desembocar en empatía y dejar atrás el odio. Esta obra nos invita a conocer y dejar atrás la intolerancia.

 

ACÁ EN LA TIERRA
De Luis Eduardo Yee
Dirección Rebeca Trejo
Con Assira Abate, Vicky Araico y Mahalat Sánchez.
Sábados y domingo 13:00 horas hasta el 15 de diciembre de 2019
Teatro Milán (Lucerna 64, esquina Milán)
Duración aproximada: 80 minutos.
Clasificación: Todo público.
Boletos:  Entrada general $250.