RYU MURILLO

ENTRE EL CINE Y EL TEATRO
Por Johana Trujillo (@jOTrujilloA)

escritorioRyu

ESCRITORIO es la primera obra escrita y dirigida por Ryu Murillo Veyda (firmando el texto como Shaggy Murillo Veyda).

Trata sobre un escritor bloqueado que se pregunta sobre la naturaleza del actor a partir de su obsesión con una actriz a la que sólo ha visto en escena pero que ha encendido todas sus pasiones y fantasías. El escritor intentará terminar de escribir su primera obra de teatro acompañado por esta musa y por el imaginario de su exnovia, una actriz con la que, ni siquiera cuando tenían lazos emocionales-afectivos, era buena persona.


Esta obra se estrenó en un nuevo espacio teatral en Coyoacán, Casa Actum, el pasado febrero. Distrito Teatral aprovechó para platicar con el dramaturgo y director sobre su ópera prima, el cine y el teatro.

¿A QUÉ RESPONDE LA CREACIÓN DE “ESCRITORIO”?
A mis propias necesidades creativas. Tenía mucho tiempo sin escribir y durante el rodaje de una película en la que trabajé como microfonista y que era actuada por “no-actores”, me preguntaba el porqué la necesidad de estos wixárikas por representar personajes en una película cuando, fuera de sus narraciones orales, la actuación, la representación de personajes es algo que no está inherente en su cultura. Esbocé varios inicios de obra (porque, por alguna extraña razón, me parecía que el teatro era el lugar natural para contar esta historia) hasta que decidí incluirme yo como personaje, justamente aquel que se pregunta sobre la necesidad de actuar. Sólo hasta entonces logré comenzar a escribir la obra propiamente. El texto se escribió por completo en las horas muertas durante llamados en mi celular y tenía que escribir muy rápido para que no se me perdiera el hilo si me llamaban al set. Creo que eso también tiene mucho que ver con el ritmo que al final tomó la obra.

TU TRABAJO, AL INICIO HACE UN GUIÑO A TU ORIGEN, EL CINE, ¿QUÉ TE MOTIVA A MEZCLAR CINE Y TEATRO?
Soy un enamorado de los actores. Una de mis mejores amigas era actriz, uno de mis primos más cercanos y queridos es actor, mi novia es actriz, yo mismo intenté ser actor. Si bien estudié guionismo desde muy chico y terminé la carrera en el CUEC (y sigo convencido de que es el medio por el que quiero plasmar mis ideas), el teatro es el espacio natural del actor. Eso es lo que básicamente me motiva para mezclar ambos lenguajes. Ya desde mi tesis fílmica, “Julián”, incorporo elementos teatrales dentro del lenguaje cinematográfico. Pero es en “Escritorio” donde finalmente puedo explorar el trabajo con el actor y dar tono y ritmo a través de ellos y no de una puesta en cámara.

ES TU PRIMERA OBRA ESCRITA Y DIRIGIDA ¿QUÉ TAL EL RETO? ¿CÓMO FUE ESTA EXPERIENCIA?
Escribo guiones cinematográficos desde muy joven por lo que escribirla no fue tan complicado. Tenía muy claro de qué iba la obra y entendía muy bien el papel que jugarían los dos personajes femeninos imaginarios que, por cierto, son el Eros y el Tánatos. Lo complicado, realmente, fue el montaje, el trabajo con los actores (que es mi parte favorita tanto de hacer cine como ahora teatro), pues me enfrenté a dos actores con muchas tablas y a una actriz que conozco íntimamente. Yo tenía muy claro el porqué los personajes decían o hacían tal o cual cosa, pero los actores no. Y es que no la tenían fácil al entender que están representando el tren de pensamiento del autor quien, a propósito, no utilizó más que unas cuantas acotaciones en todo el texto porque no quería perder el hilo de la escena en la que estaba. Traducirle a los actores en acciones lo que estaba en ideas en el texto y en un cuaderno fue la parte más complicada para todos. Fue una experiencia deliciosa que estoy ávido de repetir.

¿CÓMO NACE EL GUSANITO DE EXPERIMENTAR EL TEATRO?
La visita de Katinka Faragó a la Cátedra Bergman en el verano del 2012 fue el que lo inoculó. Katinka Faragó fue una de las colaboradoras más cercanas de Bergman; empezó siendo su continuista y terminó siendo su productora y también produjo la última película de Andrei Tarkovsky, “El Sacrificio”. Por ese motivo me inscribí en su taller becado por el CUEC. Bergman decía que su esposa era el teatro y su amante el cine. Después de esa semana con Faragó, decidí que yo sería lo contrario. Durante ese taller analizamos unas cuantas películas de Bergman con ella y me di cuenta de cómo aplicaba su experiencia teatral en sus películas; incluso, “La Flauta Mágica”, independientemente de su historia, Bergman la filmó evidenciando que estamos viendo una obra de teatro, una ópera de Mozart. Y sin embargo, no dejaba de ser cine. Por las mismas épocas vuelvo a ver la película de “Zoot Suit” donde Luis Valdez resuelve de manera magistral el que estamos viendo una obra de teatro. Y, finalmente, “La Muerte de un Viajante” dirigida por Volker Schlondorff terminó de redondear la idea. Así, cuando comienza la producción de “Julián”, mi tesis del CUEC, la hago pensando en utilizar elementos teatrales dentro de una película. Durante la preparación de mi tesis, hice un largo proceso de trabajo con los actores que no logró transmitirse del todo en la pantalla por las condiciones mismas del cine y de la manera en que filmé la película (aunque, que quede claro, no me arrepiento de mis decisiones) por lo que el dirigir una obra de teatro me pareció una decisión natural para poder hacer ahí lo que el cine no me permitía.

ME HABLABAS DEL HUMOR DE WOODY ALLEN Y CÓMO CAMBIA EL PÚBLICO EN CADA FUNCIÓN, Y EL RETO DE LOS ACTORES POR PROVOCAR LA RISA ¿QUÉ ME PUEDES CONTAR AL RESPECTO? ¿QUÉ REFERENCIAS O INFLUENCIAS TIENE TU TRABAJO?
No fue una cosa consciente hacer referencia a Woody Allen dentro de la obra. Yo mismo me puse entre la espada y la pared en esa primera escena cuando Beto está enterquecido en escribir su obra de teatro en máquina de escribir; necesitaba mencionar a un autor muy conocido, muy bueno y que aún estuviera vigente. Y tanto por época como porque lo hemos visto haciéndolo en sus películas, el nombre de Woody Allen cayó solito en ese diálogo. Las dos películas de él que más me gustan, “Manhattan” y “Celebrity”, ocupan justamente el tipo de comedia que me gusta: una que no busca decir chistes sino que construye una situación lo suficientemente ridícula para hacernos reír mientras el protagonista está pasando las de Judas. Cuando escribía “Escritorio” no pensaba en hacer una comedia o en hacer la situación ridícula para provocar risa: lo único que buscaba era no hacer un melodrama. La comedia, entonces, salió solita, de nuevo, sin yo planearlo. Y funciona porque no busco hacer chistes ni recurro a las palabras para provocar la risa del espectador sino que, la situación se vuelve tan ridícula que resulta muy graciosa. El que el público sea diferente función con función no es exclusivo de las artes escénicas. Lo mismo ocurre en cine. Pero cuando tienes actores en vivo reaccionando a lo que el público les envía, la cosa se pone interesante y aunque el texto no busca decir chistes (no puedo ser lo suficientemente enfático en ello) y mi dirección fue muy específica en pedirle a los actores que no buscaran hacerlos, si el público no se ríe descontrola al actor que se esfuerza por hacerlo reír y el resultado no es el esperado. A la distancia, además de Woody Allen creo que se puede ver la influencia de “La Cofradía de los Necios”, de John Kennedy Toole o la manera en la que los personajes de “Los Premios” de Cortázar se toman tan en serio la situación tan brutalmente ridícula en la que se encuentran.

INVITA A NUESTROS LECTORES A CONOCER “ESCRITORIO”.
“Escritorio” es una propuesta sin complejidades intelectuales en la que, si bien el protagonista se pregunta sobre la naturaleza del actor, no sólo aplica a todos los creadores de arte sino que puede tocar a todo el público pues Beto es un personaje como lo somos todos: con un sueño, una musa que lo inspira y una voz autocrítica a la que, a veces, escucha en demasía. Es una comedia inteligente pues, aunque abundan las groserías y eufemismos, éstos no son utilizados como recursos para provocar la risa (lo que me parece harto barato y chafa). Pero, sobretodo, es una obra que se sustenta en el texto y en el actor; es un montaje para que éstos elementos sean los que se luzcan quitando de por medio recursos visuales de semiología complicada.