EL JUEGO QUE TODOS JUGAMOS

EL PODER DE DAR VIDA A UN TEXTO DRAMÁTICO

Por Viridiana Nárud @viridianaeunice

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“El juego que todos jugamos” de Alejandro Jodorowsky, hace una crítica a la sociedad y trata de despojar a los seres humanos de máscaras sociales que han sido impuestas. Es un esfuerzo por hacer caer al espectador en razonamientos obvios para despojarlo de la comodidad e invitarlo a ser feliz y honesto. Alejandro Jodorowsky guía al espectador a una verdad impuesta por el autor. Arrebata la voluntad al público ya que, como un libro de autoestima, nos dice los pasos a seguir para una vida feliz. No ayuda a la reflexión y catarsis del espectador, sino como una “Madre castradora” nos dice el rumbo a seguir.

La obra fue montada en el año 1970 y el título se debe a un libro del famoso psicoanalista Eric Berne, Games People Play. Jodorowsky se dio a conocer en nuestro país por los riesgos que tomaba en la dirección y puestas en escena. Ha quedado como un mito debido a su papel como fundador del “Movimiento Pánico” junto a Fernando Arrabal y Roland Topor. Aún se cuentan las historias de los daños psicológicos que tuvieron algunos de sus actores y los asombrosos espectáculos, que como relatos urbanos, han sobrevivido en el imaginario del público.

Cuarenta y cinco años después los productores Jesús González y Jimena Marín deciden montar nuevamente la obra con la dirección de Rodrigo Mendoza, con actuaciones de Daniela Luján; Dayamanti Quintana, Perla Encinas, Enrique Olmo, Alex Santos, María Ayuso, Francisco Vallejo, Luis Lesher y Sergio Suárez, las cuales resultan falsas y sobre actuadas durante toda la obra. Si bien es cierto que son ellos mismos interpretándose, pareciera un absurda encomienda ya que actúan a ser ellos.

Al final de la obra uno de los actores dice: “El teatro necesita verdad”. Entonces ¿por qué no se muestran verdaderos y honestos en escena? ¿Por qué montar una obra en donde el texto, la honestidad y replanteamiento de valores predomina y terminar haciendo un teatro falso y lleno de clichés?

La tarea de un director es dar vida a un texto dramático a través de una postura estética e intelectual. Él es el encargado de articular un discurso en el cual la escenografía; iluminación, actuaciones, diseño sonoro, vestuario, etc., deben dialogar entre ellos. Este diálogo permite a los creadores escénicos tener una postura dentro de una obra. Sin embargo, cuando el director no tiene un discurso más que el texto, entonces las deficiencias se ven en la puesta en escena ya concluida.

A pesar de que “El juego que todos jugamos” cuestiona a través del texto de Wilhelm Reich al “hombre pequeño”, por tener una vida sin opiniones propias, el director se muestra sin una opinión, ni postura ante el arte teatral. Tener como respaldo un texto de Jodorowsky, no hace de los participantes unos rebeldes de la escena. Por el contrario, hace evidente sus deficiencias.

Esta puesta en escena carece de una postura visual unificadora; la escenografía, la iluminación, las actuaciones, los números musicales… se muestran todos como hechos aislados que no permiten un desarrollo natural de la ficción o propuesta dramática. Ni el texto ni la dirección resultan provocadores o transgresores en la actualidad. Por el contrario, son pasados de moda.

Hago una atenta invitación a Rodrigo Mendoza a cuestionarse, ¿Por qué un espectador debe sentarse más de dos horas en un teatro para ser vilipendiado por nueve actores y ser llamado ‘hombre pequeño’? Entiendo la postura del autor, quien es conocido por sus libros como ‘Evangelios para sanar el alma’ donde dicta respuestas para una vida mejor. También sé de sus actos psicomágicos que intentan sanar el alma. Alejandro Jodorowsky, tiene una postura, se puede estar en desacuerdo o no. Rodrigo Mendoza, no tiene una postura ante el poder de dar vida a un texto dramático.

“El juego que todos jugamos” es un título poético que no deja esa amarga sensación del sin sentido de la existencia humana. Lástima que esa poesía no pueda ser transmitida en una puesta en escena.

Dónde: Teatro López Tarso, Centro Cultural San Ángel. Av. Revolución S/N.
Dramaturgia: Alejandro Jodorowsky.
Dirección: Rodrigo Mendoza.
Actuaciones: Daniela Luján; Dayamanti Quintana, Perla Encinas, Enrique Olmo, Alex Santos, María Ayuso, Francisco Vallejo, Luis Lesher y Sergio Suárez, las cuales resultan falsas y sobre actuadas.