FERNANDA DEL MONTE: VOLVERSE ESCRITORA

POR JOHANA TRUJILLO (@jOtrujilloA)

La escritora, dramaturga, dramaturgista, directora teatral e investigadora va al encuentro con artistas que le potencien, le inspiren, le den ganas de seguir haciendo lo que hace. La única decisión que ha tomado es ser escritora.

Fernanda puede aguantar mucha presión. Es muy organizada y estructurada lo que ayuda a evitar el estrés. Deja que las cosas pasen. “Si se cayó, se cayó. Si no se da, no se da. También he aprendido que no depende de mí, y cuando no me funciona sé que es temporal y que no es por mí, sino que es porque algo del contexto o las circunstancias no está funcionando. Lo que estresa mucho es que cuando algo no está funcionando: uno, no quieres aceptarlo; dos, no quieres contárselo al otro y tres, no quieres exponerlo. Eso es lo que estresa: no sacarlo.”

Ella no se dedica al teatro para cumplir un sueño. Su sueño es tener salud y ser feliz, estar contenta con la vida. “Quizá porque también soy trágica, veo todo de manera trágica. El teatro me trae conocimiento, aprendizaje, reflexión, profundidad. Eso me encanta. Me extasía la profundidad de las cosas. Cuando yo escribo y me gusta lo que estoy haciendo me siento feliz, es un estado. Cuando monto una obra me produce un estado también, y esa experiencia de ese estado me lleva a querer volver a hacerlo.” me aclara.

La relación que tiene con el teatro no es la misma que tiene con la literatura, ese lugar donde quiere estar. “Lo que hago en mi vida es leer y escribir. Y la escritura sí es parte de mi vida cotidiana, nunca pensé en publicar ni ser escritora. Yo escribía en mi diario desde los 13 años.”

En la prepa tomó un taller de teatro que le encantó con un profesor que no recuerda ya quién es. Quería estudiar teatro o hacer política. “Me fui a vivir a Estados Unidos un año y cuando volví estudié ciencias políticas. En la carrera lo único que me interesaba era la literatura y la filosofía, que esa es otra de mis pasiones: leer filosofía. Aprendí a leer teoría como si fuera literatura y quizá por eso me es muy fácil hacer investigación. Para mi un texto teórico no es un texto teórico, es un texto.”

EL GUSTO POR ESCRIBIR, DIRIGIR, INVESTIGAR

Lo que le gusta de escribir, dirigir, investigar es que “se me ha hecho la vida, se me ha hecho cotidianidad y es fantástico. Lo único que decidí fue volverme escritora. Publiqué mi primer cuento en 2001 en una revista política. Y cuando trabajaba en el IMER como politóloga, en 2001, conocí a Eduardo Langagne que leyó unos cuentos míos y me dijo “no están mal”. Entonces, empecé a tallerear con él. Empezamos a leer nuestros cuentos después del trabajo. Él me aconsejó enviarlos a la Fundación para las Letras Mexicanas y me dio la oportunidad de tomar un taller de relato con Orlando Ortiz por un año, en 2003. Y me dije “yo tengo que dedicarme a esto”. Por eso decidí estudiar creación literaria y me fui a estudiar a Madrid. Me formé en la Editorial Fuentetaja en narrativa.

Ahí me encontré con la impro. Se me hizo un tipo de escritura interesante. Terminé improvisando y lo que me llamaba la atención era la forma creativa de crear historias. Después encontré el clow. Y también hacía danza contemporánea como hobbie, haciéndolo muy apasionadamente pero sin pensar en dedicarme a ello. Yo no sé si hago investigación, escribo ensayos. Yo no soy filósofa soy dramaturga y cuentista. A mi me interesa escribir sobre mis procesos creativos de forma teórica, y si ese ensayo le sirve a alguien chido.”

Se fue a estudiar teatro y creación literaria a España en 2004. En 2005 regresó a la Ciudad de México para hacer teatro profesional, después de tener mucho tiempo mirando arte en Europa. Trabajaba de guionista en Canal Once cuando en las elecciones de 2006 los despiden. “Váyanse y vuelvan en noviembre”, les pagaron la última quincena y ante la pregunta “¿qué hago?” su respuesta fue: “Me voy a San Cristóbal de las Casas tres meses”.

En su estancia ahí, un productor tuxtleño quería invertir en una obra de teatro sobre los mayas, histórica, turística. Y al no encontrar a nadie que se dedicara al teatro, la invitó a montarla. Es la única vez en su vida que le pagaron un sueldo mensual durante un año por montar la obra “Palenque Rojo” junto al coreógrafo Ricardo Franco, en 2007.

APRENDER MÁS SOBRE EL ARTE Y EL TEATRO

“En ese mismo año conocí a una argentina, María Lombardini, nos hicimos roomies, y nos propusimos hacer una obra a partir del guión que yo ya tenía: “Santo Domingo”, la primera obra que escribí con una actriz que no recuerdo quién es. Se llama así por la iglesia de Santo Domingo y por ser en domingo. Una obra cabaretera que hablaba sobre la gente de San Cristóbal.” De esta obra parte “Palabras Escurridas”, obra que ganó en 2013 el Premio Internacional de Teatro Latinoamericano Airel, otorgado por la Universidad de York, en Toronto, Canadá, y que llega a México a través de la publicación impresa en Paso de Gato.

Después de probar lo que había estudiando, de San Cristóbal de las Casas se fue a Buenos Aires, con una sensación de “hay mucho más que saber. El arte no puede ser sólo esto, tiene que haber mucho más.” En 2010 estudia una maestría en Dramaturgia por la Universidad de las Artes en esa ciudad argentina. Buenos Aires fue una revolución para ella porque se dio cuenta que “no estaba loca en pensar que yo todavía no hacía arte teatral, que yo todavía no tenía un lenguaje estético, que todavía no tenía una poética, que yo todavía no era artista. Yo sabía un oficio, pero de un oficio a un arte hay un paso teórico, conceptual, intelectual, de rigor.”

En ese periodo se tomó mucho más en serio el volverse artista, el volverse escritora, el intentar tener un lenguaje, un estilo. El arte es “cómo vas a montar tú, cómo vas a escenografiar tú, cómo vas a actuar tú, cómo vas a escribir. ¿Cuál es tu característica? Como dirían los académicos ¿tú qué le aportas al campo?

Entender eso dentro del teatro es más difícil que en la artes plásticas. Quizá es mucho más fácil en la dramaturgia porque es el área del teatro mucho más intelectualizada, y más estudiada porque es un género literario. Eso hace que tenga mucho más bagaje teórico, de investigación, de técnica, tienes más herramientas desde la dramaturgia para formarte. Tienes más referentes pues a los dramaturgos los puedes conocer más a partir de sus publicaciones y traducciones. “

Berlín, Nueva York y Buenos Aires son las ciudades del teatro. “Si quieres ver buen teatro, encontrar buenas escuelas, saber qué es el arte teatral… ahí tienes que ir. ¿Cómo aprendes un lenguaje teatral si no tienes un referente presente? Te vas a Alemania, como hizo David Hevia, y aprendes. Y lo que pasa en Berlín, Nueva York y Buenos Aires es que hacen que tu veas teatro, aprendas teatro, haya escuelas con lenguajes poéticos distintos con una metodología e idea del arte teatral distinta. Hay una especialización en cómo escribir. Aquí en México todavía se enseña sólo realismo y sólo diálogo. No hay una escuela que te enseñe a escribir dramaturgia contemporánea, o que te ayude a explorarlo.”

SU INTERÉS EN EL TEATRO

Fernanda considera que el teatro es un espacio vacío donde se puede experimentar con todas las artes. Le encanta pensar en vestuarios, iluminación, imagen, momentos. Pensar en la composición. Aunque no lo pueda lograr porque no le interesa la producción, eso no quiere decir que no lo haga en la dramaturgia.

“Me interesa el teatro, por la posibilidad de la creación y también la posibilidad de lo primitivo: no tengo esos acrílicos pero tengo quince mil pesos y un estacionamiento abandonado y con eso hago un vestuario y algo parecido, se puede. Es una posibilidad del arte en pequeño. Se puede hacer lo máximo de lo mínimo y eso en otras artes no se puede. Yo sé que no tengo dinero para hacer un perro holográfico pero ¿cómo puedo hacer un perro holográfico con dos proyectores? Como creadora me interesa la posibilidad de la escena. Como investigadora qué pasa con esos textos, qué te dicen de ese creador, qué te dicen de lo que está imaginando.”

“Tu como espectador potencias la cosa que no está ahí. Y ahí está el arte. Pero para que se potencie en el espectador, tú como creador necesitas tener el mundo enorme, plasmarlo en un texto y después de eso materializarlo en algo menor a eso pero que contenga esa posibilidad para que después el espectador conecte con eso de forma abstracta, no de forma concreta. Y creo que eso es algo que mucha gente de teatro no entiende. Cree que tiene que poner el barco, no tienes que poner el barco, se trata de otra cosa: la potencia del barco, de qué otras maneras puedes hacer el barco.“

Considera que el teatro no cambia al mundo; “no enseña, pedagógicamente no muestra nada. No creo en nada de eso. Murakami o El Marqués de Sade ¿qué le aportan al mundo? Nada. ¿Qué me aporta Darío Fo? No sé, me gusta, lo disfruto, me provoca. El teatro o el arte como arma ideológica claro que la tiene pero a mí me da mucho miedo, no me parece ético. ¿Quién soy yo para enseñarle algo a alguien? ¿Quién soy yo, Fernanda, para decirte cómo tienes que pensar?

IR A COSAS QUE TENGAN POTENCIA

El teatro es una experiencia. Si esa experiencia a ti te deja algo, yo no estoy tan segura que lo que te deje sea un aprendizaje. Porque esa palabra para mí lleva a otro lugar. Muchas veces el arte no te deja un aprendizaje sino que te pone en un lugar, en un estado. Es como el sentimiento: no es algo que se aprende o se conoce. Tú no conoces el amor, tú experimentas amor. Y lo sientes y luego se va. Esa parte de la vida es a donde va el arte, a ese momento que no existe en realidad pero que sí estás segura que lo viviste pero que es difícil transmitir, comentar, hacer pero ahí está. Eso es lo que se me hace rico del arte: son experiencias en la vida. Dedicarse al arte para mí no es tanto si produce o no sino si te llena la vida.”

Como espectadora le interesa encontrar artistas, no le interesa ir al teatro como actividad de ocio. Va a aprender, a ver qué se está haciendo. Por eso le gusta el arte contemporáneo, ir a museos, a exposiciones para hacer conexiones poéticas entre artistas plásticos, escenógrafos, escritores… se nutre de las artes. “Intento ir a cosas que tengan potencia y me estén diciendo cosas que me interesen. Eso pasa con muy pocas obras y en todas las artes. No todos son Picasso.

Si yo no hubiera entrado a la maestría quizá yo no veo buen teatro en Buenos Aires. Hay tanto que cómo sabes escoger. Si no hay una formación antes que te forme un ojo crítico y te enseñe a escoger a quiénes te gusta seguir, qué tipo de teatro te gusta… “

LA ESCRITURA Y SU PROCESO

¿Cómo es su proceso creativo para escribir sus textos? Tiene dos tipos de procesos. Un proceso de escritura poética y de relato, puramente imaginativo. Se sienta y escribe sin pensar qué va salir. “Con eso me surge una persona, la sigo, me voy enterando quién es, qué hace conforme la escribo. A partir de ahí comienzo a meterme con la trama y manipular sus acciones. Así tengo mi primera versión de un relato. Siempre he escrito así desde los veinte años. Así encuentro personas, espacios, historias.

A partir de la maestría y la investigación, cansada de sólo contar historias, descubrí una parte más abstracta de la escritura que tiene que ver con las estructuras. Las historias son también estructuras mentales. Un texto es un objeto con el que puedes jugar con su estructura, misma que tiene relación con un concepto. Antes de tener un contenido textual, tienes un concepto. Eso en la literatura se vuelve tiempo y espacio. A partir de eso busco un tema. La estructura se vuelve la plástica del texto.”

“Como escribes es como piensas. Si tu quieres pensar diferente, o pensar diversamente, o encontrar otra formas de vivir, de pensar, de hacer porque no te gustan las cosas que hay aquí, la única manera es no repitiendo el oficio, tienes que buscar otra forma de estructuración. Y eso te lleva a una poética. Y es ahí donde el artista tiene un lenguaje. Y a la vez una postura política. Todo te constituye: se vuelve pensamiento, se vuelve lenguaje, crítica; se vuelve forma de vida; y se vuelve sistema, y es ahí donde se vuelve método y empieza la pedagogía. Porque uno es consciente de esa forma de hacer. Vas analizando tu propio trabajo para irlo mejorando.

¿Por qué seguir contando historias? ¿Qué necesidad hay de contar historias? Son esas preguntas que todo el tiempo están en tensión. Y eso es muy nutritivo para la creación, poniéndote en un autoconflicto.”, me comparte Fernanda.