Una máquina de sueños

Por Artemisa Tellez (@artemisatellez)*

microteatro

Quien haya asistido al teatro cree seguramente que puede predecir lo que en el microteatro podría encontrar: obras, pequeñas, representadas en foros pequeños una después de la otra. Punto. Tal vez especule por qué se llevan a cabo en Roble número 3 –una casa- y no en uno de los cientos de foros expresamente creados para este fin sin llegar necesariamente a ninguna conclusión.

Sin embargo, ir a las tandas de microteatro implica una inmersión en un mundo que hasta ahora nunca había existido: un montón de obras a la carta mezcladas con el ambiente desenfadado de un mercado o una plaza de pueblo retacada de personas parlanchinas que se mueven de un lado a otro en un caos armonioso como un baile.
Una casa vieja es el escenario principal y sus cuartos (sus escondites, sus recovecos) el sitio donde se enmarca la magia que se hace cada diez minutos.

Las obras: cada una de distintos dramaturgos, directores, actores nos ofrecen un atisbo a las historias de vida más disímbolas y en pocos minutos nos llevan a ese momento que los griegos llamaban la gran catarsis, pero además (para placeres que ni los antiguos griegos pudieron prever) la podemos hacer más de una vez en un día, en una hora, como amantes enamorados e incansables nos engolosinamos más mientras más nos damos y se nos dan.
Para quienes conocemos y amamos el teatro esta será sin duda una experiencia refrescante, para los que por vez primera se acercan a conocerlo es el aperitivo más sugerente que podrán encontrar. Felicidades por esta brillante iniciativa y gracias por hacerla posible de jueves a domingo cada semana.

*Escribidora, tallerista y teatrohólica