ALMACENADOS

EL TEDIO DE LA SIN RAZÓN
Por Mireya Flores Marín (@MireyaFloresM)

Poster 4 Cartas Couche

Nos ubica en un espacio grande, una bodega donde mucho podría entrar, mucho podría almacenarse, sin embargo, sólo encontramos el vacío, el vacío de un hombre que atrapado en una pasiva rutina de trabajo, ha tenido que construirse una historia, una función para estar ahí y una razón que le permita sentirse útil en ese gran ensamble que es SALVALEON S.A., empresa constructora de astas y mástiles. No es para menos este afán por sentirse útil y sobretodo eficiente, en una época consumista donde la utilidad de los objetos y las personas se ha sobrevalorado, incluso en el ámbito laboral: si no sirve se desecha, por ello a éste viejo hombre: El señor Lino (Héctor Bonilla), le ha llegado el momento de jubilarse tras 29 años de servicio.

Es entonces cuando alguien nuevo debe llegar, algún joven, no importa que sea inexperto, ni si tiene la energía suficiente para hacerse cargo del almacén; este joven es Nin (Sergio Bonilla), quien tendrá que asumir en 5 días un puesto que llevó al señor Lino 11 años obtener. Nin tiene que someterse al pie de la letra a un orden y un control establecidos que no permiten el equívoco ni el retraso, pues sólo vale el cumplimiento de un deber: “¿estamos o no estamos?”.

En “Almacenados” la juventud y la vejez confrontan el tedio de la sin razón, ponen en escena el tema del trabajo y su naturaleza esclavizante y enajenante, esto contra lo difícil que resulta para un joven incorporarse al ámbito laboral; donde al final, lo que se supone dignificaría la vida del hombre, se vuelve en lo único que da sentido a su vida y del cual depende. La fila de hormigas, en una parte del almacén, es la perfecta metáfora de todo esto.

En el aprendizaje del oficio, Nin descubre que ahí no pasa nada, que nunca pasó y mucho menos ocurrirá algo. Nin se pregunta ¿qué esperamos? y con ello parase aludir a la espera de Estragon y Vladimir en “Esperando a Godot” de Samuel Becket, pues, también aquí la espera se vuelve un absurdo.

El vacío es escenificado por la ausencia, que no es únicamente la falta de una motivación en la vida de los personajes, sino también, por lo material y los mínimos elementos escenográficos: más allá de un altar a la Guadalupana, un escritorio viejo, donde se colocan tres carpetas en perfecto orden, un lapicero, la maquina para checar entradas y salidas y un dispensador de agua, el espacio se vuelve grande, monótono y aburrido; donde solamente vale el paso del tiempo que ha de ser preciso, para checar en el tarjetón las entradas y salidas, para saber la hora del almuerzo, la hora de salida y para darse cuenta que los días han transcurrido y que en 29 años no ha pasado nada y así seguirá siendo. La tan repetida frase “vamos a lo que vinimos” es una más de las paradojas; ¿pero a dónde?, valdría preguntarse.

Con un texto de David Desola y la dirección de Fernando Bonilla, el trabajo actoral es respaldado por la experiencia de Héctor Bonilla quien se desenvuelve feroz y excepcionalmente en escena, y a quien Sergio Bonilla logra seguir y dar replica, al grado de parodiar acertadamente al personaje del otro, recordándonos que se trata de padre e hijo, lo cual sale sobrando en ésta bien lograda puesta en escena.

Almacenados
Autor: David Desola
Dir. Fernando Bonilla
Elenco: Héctor Bonilla / Fernando Bonilla
Cía. Puño de Tierra
Viernes 8:30 pm, sábado 7:30 pm y domingo 6:00 pm
Teatro Arlequin
Villalongin 22, Cuauhtémoc.
Hasta el 28 de junio