OLER LA SANGRE

NO SALDRÁS ILESO

Por Huitzi Catalán

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Uno no puede entrar a ver “Oler la Sangre” y salir ileso, intocado. Es curioso el mecanismo por el cual el teatro logra esto: hacernos entrar en la escena sintiendo que está en juego nuestra propia vida, transmitirnos una identificación total con los personajes, las situaciones o ciertos momentos. “Oler la Sangre” logra hacernos salir de nuestra butaca y que la dramaturgia hable de nosotros, de nuestra historia.

Un equipo súper joven de productores y director presentan una puesta en escena que en la sobriedad de una escenografía que utiliza únicamente un vitral con un sol casi metafórico y un reloj constante, esta obra nos lleva al Mar, a pueblos lejanos, a casas íntimas. “Oler la Sangre” brilla por el texto y por las actuaciones, la escenografía permite que brillen.

El texto nos narra una historia sobre el amor fraternal roto en algún momento por una serie de circunstancias; un cariño que se queda a la espera, pero que no se agota y redescubrirlo es redescubrir nuestra vida con todo y sus heridas. Se trata de una dramaturgia limpia de lugares comunes, obviedades, explicaciones y otros vicios, y con un cuidado especial en las palabras que usa y en qué momento las usa. Me sorprende especialmente los momentos de humor, como válvula de escape, tan inocentes y tan bien puestos.

Todo el montaje tiene un sello muy Arrevillagaesco (referente al reconocido director Hugo Arrevillaga): escenografías sobrias, muchos juegos con la luz y elementos mínimos muy simbólicos, el diseño sonoro, hasta la dramaturgia tiene el sello de lo que elegiría Arrevillaga; más allá de que esto lo notarán quienes conocen (y admiramos, en mi caso) el trabajo de Hugo, no se convierte en ningún defecto para la obra, solo una anotación al margen.

Victor Huggo Martín y Adriana Llabres se combinan maravillosamente: se trata de actores que entienden profundamente a sus personajes; su historia, su huella de dolor, sus alegrías ocultas; se trata de actores que se imbuyen completamente en sus personajes y en la historia.

Mención especial merecen la iluminación a cargo de Miguel Moreno y la música original de Brandon Torres; música e iluminación permiten de manera sutil que nos trasportemos hacia los momentos y lugares que plantea la obra y que la acción avance de manera natural.

El trabajo actoral y el magnífico trazo escénico, me hablan de un director que entiende su obra y la forma de transmitirla. Me quedo con la inquietud de estar atento al trabajo de Ro Banda, que si ya es interesante, en el momento en que pueda subvertir la sombra Arrevillaguesca y desarrolle una voz propia, será interesantísimo.

OLER LA SANGRE
Dramaturgia y dirección Ro Banda
Teatro La Capilla (Madrid 13, Coyoacán)
Lunes 20:30 hrs, $200
Hasta el 29 de febrero