LA ANTIPOÉTICA DE LOS ANTIARTISTAS

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

 

Esto, no es la austera renta

de una novedosa forma abstracta, esto

no es un revoltijo ni la forma

de esos hechos, esto,

 

griegos, es poner fin

a la batalla

 

Esto es la imposición

 de todas las predecesiones precedentes, las precesiones

 

de mí, la concepción de los hechos

que son mis palabras, resulta

 

de todo aquello que ya no soy, y sigo siendo,

la lenta oscilación hacia al oeste de

 

más allá de lo que soy

 

 

No existe un estricto orden personal

para mi herencia.

 

Charles Olson.

 

 

Introducción

 

El trabajo que dejo ante ustedes no pretende presentar la idea expresada en elemento reflexivo del concepto, esa es la tarea de la filosofía, por el contrario, deseo expresar lo absoluto en el elemento de la intuición que es propio del arte.

Si me permito hacer una revisión a través de la Historia del hombre se debe a que el artista siempre tendrá una perspectiva histórica, ya que la obra de arte pertenece a su tiempo, a su pueblo, a su entorno, por lo que siempre depende de ciertas ideas o preconcepciones particulares, sin dejar por ello de ser revolucionarias e inquietantes.

Así el artista en una interna conexión entre la historia del arte y la sistematización de las artes conjuga el plano diacrónico y plano sincrónico de la vida del hombre reflejada en la forma de la obra, la cual puede pertenecer a la arquitectura, pintura, escultura, fotografía, teatro, cine y la danza.

Parto de los dadaístas quienes fueron más radicales que los futuristas, y no sólo trataron de eliminar los museos, sino el arte en sí mismo. Lo que se ha visto expresado en los últimos años como no-arte o anti-arte, creando una confusión por parte de los productores y espectadores. Es importante recordar que en el siglo XX converge Marcel Duchamp quien proclamaba que uno de los valedores de la creación artística era el resultado de un ejercicio puro de la voluntad, sin necesidad de formación, preparación o talento. Todo es arte. Sin embargo, yo hago esta pausa y lanzo mi hipótesis: Si en la vida todo es arte, nada es arte.

Por ello me resulta importante hacer una reflexión de cómo en la actualidad estos preceptos artísticos y antiartísticos afectan el arte teatral y lo han convertido en antiteatral. Estos componentes son la suma y el reflejo de una ciudad en donde el arte quiere tener una voz.

No creo en lo que Hegel anunció hace ya dos siglos, en donde avisaba la idea de que las artes habían cumplido ya su tarea. Por el contrario, me uno a Charle Olson quien creía necesario poner un freno de mano a esta sociedad e ir más allá de los griegos, pensar en los fenicios, en los mayas, en los babilonios, en los sumerios, en todas esas culturas que han quedado eliminadas por occidente y nos han establecido ideas, separando el alma, el espíritu y el cuerpo.  En la actualidad, se nos demanda a los artistas traer de nuevo el espíritu y alma al arte que es el cuerpo, éste no funciona sin ellos. Sobre todo, al arte teatral, el cual demanda el espíritu de los artistas para generar de nuevo catarsis en los espectadores.

Hacer poesía es la tarea del universo y del hombre, es intrínseco a nuestra naturaleza. Su raíz griega, poiesis, significa creación, entonces HAGAMOS DEL TEATRO ALGO UTIL, aunque se nos diga que todo está ya hecho. Si fuese así, ya hubiésemos encontrado el fin de universo y el por qué los hoyos negros. Al final, la imaginación es sólo para rebeldes que se atreven hacer del mundo algo distinto.

Este ensayo es un acto de fe en donde llamo a espíritus hermanos que tengan las mismas inquietudes y demandas acerca de nuestro acontecer teatral.

 

Antipoética y antiartistas

I

La obra de arte no debe ser la belleza en sí misma porque la belleza ha muerto; ni alegre; ni alegre ni triste, ni clara ni oscura, no debe divertir ni maltratar a las personas individuales sirviéndoles pastiches de santas aureolas o los sudores de una carrera en arco a través de las atmósferas. Una obra de arte nunca es bella por decreto, objetivamente y para todos. Por ello, la crítica es inútil.

Tristán Tzara

 

Con este ensayo me pronuncio en contra de los antiartistas, su inconsciencia, del sin sentido del arte que tanto pronuncian y en el que pretenden respaldarse en conceptos e ideas, algo que es propio de la lógica y filosófica, empero, no me pronuncio en contra de su historia. Si uso la palabra antipoética se debe a un reclamo: ¡Artistas traigan de nuevo al arte la poesía del espíritu y alma!

Parece vergonzoso para los poetas actuales utilizar las siguientes palabras: belleza, alma, espíritu, arte. Sin dimensionar que al dejar de enunciar estas palabras se pierde su fuerza evocadora. No es el lenguaje el que necesita una transformación sino las formas y estilos que los albergan. Es por ello que en una sociedad de consumo los artistas reflexionen acerca de su quehacer en la historia. Porque los espacios en donde se supone debe albergarse el arte se encuentran utilizados por antiartistas que generan productos desechables y condenados al olvido. Pienso en todas esas veces en las que he asistido al teatro y salgo con un mal sabor de boca. Porque asisto a él pretendiendo encontrarme a mí misma, o tal vez, para renunciar a la idea de lo que alguna vez creí ser. Porque creo que, si llego al fondo de mí misma, tal vez llegue al fondo de cualquier ser. Por eso asisto al teatro, para entender(me).

Pero pareciera que en la actualidad al arte se le ve como un bien de consumo en vez de buscar su transcendencia no sólo en la parte física, sino también espiritual. Sin embargo, el arte no es un bien de consumo que pueda albergarse en los almacenes y bodegas de millonarios, ni sirve para adornar casas, ni para que directores cinematográficos ganen premios, ni para que los teatros luzcan llenos de estrellas de cine y televisión y de asistentes necesitados de un autógrafo.

El arte nace para inquietar, para transformar. Para hacer sentir vergüenza a los ricos de su obscenidad millonaria mientras millones de mujeres, hombres y niños deben vivir en la frontera porque no pueden regresar a su país, porque tienen miedo, porque tienen hambre. Para que un ser humano sienta vergüenza por su cómoda vida mientras no se enfrenta a sí mismo. Porque un puñado de hombres y mujeres dirigen el destino de la humanidad a un vacío, haciéndonos creer que no hay esperanza ni futuro. Por ello en una época como la nuestra, el arte exige un GRITO y UN OÍDO que lo escuche. El teatro necesita un rugido que NOS HAGA DESPERTAR DE ESTA VIOLENCIA a la que permanecemos pasivos. Porque el teatro no ha muerto, sigue oprimido bajo preceptos, conceptos e ideologías que engañan al hombre.

El arte necesita una voz que no tenga precio y se encuentre lejos de esas manos viciadas por conductas amorales, y antiéticas. Por ello me resulta de vital importancia entender quiénes han sido los padres de nuestra historia y de nuestra desesperanza. ¿Qué es lo que han provocado al pedir que el destino de las obras sea el olvido? Este olvido y crisis espiritual nos ha llevado a la transformación y extravío de las costumbres, de la cultura, por lo tanto, la del hombre.

El mundo del arte y la poesía cambió al leer la segunda estrofa de Arthur Rimabaud en “Une saision en enfer”: Un soir, j’ai assis la Beauté sur mes genoux. –Et je l’ai trouvée amére.—Et je l’ai injuriée. La belleza se encontraba amarga para los poetas. Sentimiento que se vio reforzado en La Gran Guerra, el desarrollo tecnológico de las armas había dejado a su paso millones de hombres muertos, heridos y mutilados. Nunca antes en la historia de la humanidad se había podido cuantificar las cifras de los muertos en tan altos números. La tarea de poesía era injuriar aquello que no podría jamás existir, como la belleza romántica egoísta.

Los ismos que surgieron a principio de siglo XX son sólo el reflejo de una crisis espiritual a la cual Rousseau se adelantó. En su Discurso sobre las artes y las ciencias, respondía a la pregunta: ¿El florecimiento de las ciencias y las artes ha contribuido a mejorar las costumbres? A lo cual el autor planteó el problema del progreso en general mostrando todo lo contradictorio que puede tener y concluye que el progreso de la ciencia y el arte no ha contribuido a mejorar las costumbres, sino más bien a extraviarlas.

Las costumbres no son más que un modo habitual de obrar que se establece por la repetición en los mismos actos por tradición. Así que cuando se nos dice que el arte sólo ayuda a extraviar estas costumbres, se nos está diciendo que nuestras tradiciones se encuentran extraviadas. Entiendo por extravío como el trastorno o molestia que altera la normalidad de algo.  Así que nuestros actos se encuentran en constante repetición y trastornados en la cultura porque quizá no existe una consciencia de éstos. Cito a Jung: Hasta que el inconsciente no se haga consciente el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú le llamarás destino. Y es arte también expresión del inconsciente.

**El texto publicado es responsabilidad de su autor.

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