ESTO NO ES DINAMARCA
UN TEATRO DE IDEAS
Una de las tragedias del mundo actual es el hecho de que los problemas éticos y relaciones morales no estén de moda, que se haya dejado de lado y no se les preste atención.
Andrei Tarkovski
Por Viridiana Nárud @viridianaeunice
“Esto no es Dinamarca” es una obra de Edgar Chías basada en un clásico del teatro, Hamlet de Shakespeare. Aunque uno no haya leído el libro existe una frase que ya es parte del inconsciente colectivo occidental: Ser o no ser. Frase que repetimos desde niños, a pesar de haber sido escrita en el siglo XVI.
En la historia original, Hamlet, es un príncipe de honorables principios quien después de la muerte de su padre y aparición de su espectro decide cobrar venganza y matar al culpable. Inmerso en esta idea el personaje protagónico va perdiendo la razón hasta llegar a la locura. Dice Tarkovski, “La tragedia de Hamlet no reside en su muerte, sino en el hecho de que antes de morir se ve obligado a renunciar a su búsqueda de la perfección, y a convertirse en un asesino común y corriente, después de lo cual la muerte no puede ser sino la buscada salida; de otro modo hubiera tenido que matarse.”
El Hamlet que nos muestra Chías es un hombre cobarde, pragmático y lleno de prejuicios. Sus monólogos históricos por su belleza pierden toda fuerza ya que se vuelven retóricos y sobre adjetivados, haciendo este discurso algo engorroso y difícil de entender. Edgar Chías se nos muestra como un dramaturgo temeroso de su presente, de situación política y para dar voz a su enojo ocupa a Ham.
Sin embargo, hay que entender que el arte expresa lo absoluto en la intuición y la filosofía pretende presentar la idea expresada en lo reflexivo del concepto. Por ello, el discurso de Chías cojea, porque pretende llenar de ideas al teatro, cuando este pertenece al terreno de las intuiciones.
Parte de la maestría de Shakespeare radica en que pudo plasmar la historia de un país sin jamás llegar a ser discursivo. La política sólo envuelve la trama denunciado el presente histórico del autor porque nunca deja atrás las pasiones de los personajes, ni cómo estás los someten hasta llegar al punto más bajo de la humanidad. Así, vemos a un Hamlet perder la razón por sus deseos de venganza, a un Claudio atormentado por la avaricia y ambición que asesinó a su hermano…
Si bien es cierto que durante toda obra se repite “Esto no es Dinarmarca”, para decirnos que podría ser nuestro país, México, inundado por la corrupción, violencia y gobernantes decadentes que sólo desean poder, tratando de alejarse del Hamlet de Shakespeare, resulta un esfuerzo vano. Primero, porque Hamlet es un personaje que se encuentra en nuestro imaginario. Segundo, porque el protagonista se debate en un cuestionamiento ontológico, ser o no ser. Y no perdido en celos edípicos, así como tampoco de salvar al mundo, como el personaje de Chías.
Abordar el tema de Hamlet y hacer una adaptación resulta de una complejidad tremenda, no sólo porque es un clásico de la literatura mundial, sino porque existe una esencia. Un hombre, como muchos otros, aspira a la dignidad y honorabilidad -en un contexto kantiano-, se encuentra en la necesidad de romper toda su ética y moral para tomar venganza en contra de quien quiere quitarle su derecho de ser rey, de ser.
Haciendo una analogía, podría ser la venganza de un pueblo que no es Dinamarca, que ha tenido que vivir en la miseria y, cómo a pesar de ser mayoría se encuentran oprimidos por la minoría, por la gente de poder. Que por ambición, estos hombres minoritarios que ocupan los curules, venden las almas de sus ciudadanos a empresarios ricos que sólo desean esclavizar a los trabajadores con jornadas de más de doce horas bajo el amparo de la ley y sindicatos corruptos.
El texto no se muestra como una invitación sino como un dogma del arte. No cuestiona al hombre contemporáneo que se encuentra en un cruce de caminos y debe decidir si continúa con la existencia de un ciego consumidor o buscar una verdad que va más allá del consumo y bienes materiales.
En la dirección David Jiménez se muestra cada vez más hábil en el ritmo, en la musicalización para crear atmósferas en el hecho escénico, la iluminación es correcta para crear los cuadros escénicos. La dirección de actores es buena, no se arriesga demasiado. Empero, es necesario mencionar que Raúl Villegas se destaca sobre sus compañeros debido a la intensidad impresa en su actuación.
Hace falta más reflexión en el discurso escénico, ya que a pesar de apelar a la locura existen rasgos de los personajes que no logran adherirse y formar parte de ella, como el vestuario que más que anacrónico resulta viejo.
Un teatro de ideas, como el que se propone en esta obra, se aleja del arte. Dejemos que el teatro sea un semillero de preguntas sin respuestas. No pretendamos dar solución en un espacio donde las dudas, las energías no visibles, los muertos y los vivos convergen. El teatro nace de un ritual, no de una retórica. Esa es una de sus esencias que ha ido evolucionando con el tiempo. Sin embargo, la esencia es eso que hace que la cosa en sí misma sea eso y no otra cosa. La retórica forma parte de la política, ese es su lugar.
ESTO NO ES DINAMARCA
Autora: Edgar Chías
Dirección: David Jiménez
Con: Antón Araiza, David Gaitán, Andrea Celeste Padilla, Aldo González y Raúl Villegas Actrices invitadas: Fernanda Aragóny Margarita Lozano
¿Dónde está?: Museo del chopo (Doctor Enrique González Martínez 10, Cuauhtémoc, Sta María la Ribera.)
¿Qué días se presenta?: Domingo 7 de agosto, 6 p.m.
¿Cuánto cuesta?: $100
*Escritora por necesidad, teatrera por convicción. Ha trabajado como directora, dramaturga y productora teatral, ha presentado obras en foros alternativos como: El Trolebús Escénico, Foro Shakespeare, Pandeo, Lucerna… Muchas veces se ha preguntado el por qué habría de escribir. Llegó a una conclusión: la realidad no le es suficiente. Cree que el mundo exterior tiene que ser revelado a través de esclarecimiento de las ideas y por ello el ejercicio de la crítica es fundamental. Egresada de la Escuela de Escritores SOGEM.
**El texto publicado es responsabilidad de su autor.
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