Reflexión: CRÍTICA, ARTE, ESPÍRITU Y ESCRITURA

Por Viridiana Nárud @viridianaeunice

He comenzado una edad en donde una puede poner pausa a la vida y reflexionar sobre ella, permitiéndome desarrollar un pensamiento que es más mío que de otros. Lo digo porque gran parte de mi inclinación y conocimiento crítico se debe a los libros y no a los maestros de una Academia. Estás lecturas me han generado miles de interrogantes que se han quedado sin respuesta y que la escritura ha servido para dar con algunas de ellas.

Durante algún tiempo creí que el crítico era aquel quien, en una actitud Moral, Ética y con conocimiento, se convertía en una especie de expertiz del arte, lo cual era suficiente para hablar de ello. Pero ahora, todos hablan de arte y se autodenominan críticos. Sin embargo, la fenomenología y el espíritu del artista resultan inasibles para el crítico. Sólo pensadores del nivel de Heidegger o Jung, entre otros, han sido capaces de explorar ese espíritu que no queda del todo revelado. Entonces, ¿cómo hablar del arte si su definición aún queda en una interrogante?

Utilizar una palabra que en el uso diario su significado ha quedado extraviado, qué connotaciones reales del arte pueden servir. Hoy se les dice artistas a los que salen en la tele, incluso si pertenecieron a una constelación como lo fuera televisa, así como también a genios como Salvador Dalí. Lo que me lleva a preguntarme: ¿qué es el arte y su espíritu?

Jung dice respecto a este espíritu que: “Freud inventó –para aliviar este conflicto de conciencia—el concepto de sublimación. La noción de sublimación no es nada menos que el arte del alquimista de convertir lo innoble en noble. De lo inútil en útil, y lo desechable en algo aprovechable…” [i]Estas palabras nos dejan en con un psicoanalista que se preocupa por el de dónde vienen y, un Jung que se preocupa por adónde van. Para este último estudioso, el arte es en el artista una realidad psíquica, una visión que lo deja en estado de vivencia primigenia genuina.

Para Heidegger el “Arte tiene un espíritu finito que se ejecuta en un objeto absoluto que es la verdad absoluta”. También dice que “la obra, como tal, únicamente pertenece al reino que se abre por medio de ella. Pues el ser-obra de la obra existe y sólo en esa apertura. La obra de arte no es completa por sí misma, tomada aisladamente, sino sólo dentro de un conjunto de relaciones que transcienden su entidad concreta para un conjunto de seres y se convierte en el centro que los unifica y los constituye al mundo”.

Para T.S. Elliot la función crítica servía como goce que ayudaba a profundizar en la apreciación, ya que añadía una fruición intelectual a la originaria intensidad del sentimiento. Y para Roland Barthes el goce estaba relacionado con la erótica de lo Nuevo, que comenzó en el siglo XVIII. Para Kant rebuscar nuevas palabras cuando el lenguaje carece en absoluto de expresiones para conceptos dados es un esfuerzo pueril, no por distinguirse del vulgo, sino por genuinos y novedosos pensamientos.

Rousseau anunció una crisis espiritual entre el arte y la ciencia en 1760. El espíritu de la obra fue alejándose del hombre y reflejándose en hechos que vieron luz gracias a las antiobras de los antiartistas. Los dadaístas hicieron un manifiesto en donde blasfemaban contra el arte y sus formas. Dejándonos en un extravío en donde las formas son sólo cuidadas por la Academia, empero, en un intento de modernizarse y relajarse ante ellas, las formas perdieron una especie de molde que las contenía legando un pastiche extraño lleno de ideas. Aun así, éstas no logran comunicar nada nuevo ante los ojos del otro, que es una de las tareas de la Modernidad.

La confusión, la inquietud y desconcierto de la vida sólo pueden ser ordenados en tanto se consigue una forma. Es por ello por lo que el arte da forma a los sentimientos y los revela. No en vano Platón quería expulsar a los artistas de su República. Se puede callar la razón, pero nunca se puede apagar el fuego de una pasión en el alma de un ser humano. Dice Tarkovski: cuando el pensamiento se expresa en una imagen artística, quiere decir que se encontró una forma exacta para él: la forma que expresa lo más cercanamente posible el mundo del autor, que es lo más cercanamente posible encarna su anhelo por el ideal[ii]. Aquí nos acercamos a aquello que Heidegger nombra como verdad absoluta.

Respecto al conocimiento de algunas verdades dice Locke: que aparecen en la mente a muy temprana hora; pero de una manera tal que se advierte que no son innatas, porque, si observamos, veremos que es acerca de ideas, no innatas, sino adquiridas, ya que se trata de esas primeras ideas impresas por aquellas cosas externas en las cuales los niños se ocupan primero, y que hacen en sus sentidos la más frecuente impresión. En las ideas así adquiridas, la mente descubre que algunas concuerdan y que otras difieren[iii]. Es aquí en donde la tarea del artista entra, en la diferenciación de las ideas, de la búsqueda de la verdad.

Si bien es cierto que el arte y su significación son extremadamente complejas para reducirse en una oración, su búsqueda y exploración requieren de individuos que se mantengan alerta y cuestionen a una sociedad cada vez más engañosa, en donde las palabras y significados son tomados por grandes corporativos y se nos vende la “verdad” en paliativos publicitarios.

La crítica, como ya expuso anteriormente Elliot, sirve como goce intelectual. Por ello, para ejercerla se necesitan comprender los cambios históricos y hablar desde un goce en donde el intelecto interviene. Si bien no revelo lo que es el arte, sí coincido con estos autores que el arte es una búsqueda por la verdad. Entendiendo que no existe una ÚNICA VERDAD, pero que este acercamiento con el arte nos revela en el espíritu y nos unifica con el mundo y los otros.

 

[i] Sobre el fenómeno del espíritu en el arte y en la ciencia. Carl Hustav Jung. Edit, Trotta.

[ii] Esculpir el tiempo. Andrey Tarkovski. Edit. UNAM

[iii] Ensayo sobre el entendimiento Humano. John Lock. Edit. Fondo de Cultura Econcónmica.