La obra de arte como redención en la vida del artista

Por Viridiana Nárud

Al igual que Gringsberg he visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura. Hay algo en el arte que quien ha sido poseído por él vive constantemente agobiado por no saber cómo interactuar con el mundo. El artista parece un observador clave de la realidad, la entiende, es capaz de desentrañarla y traerla con aspecto de obra. Aunque muchas veces nos sentimos representados por una obra, y existen tantas en el mundo que hemos olvidado cuestionarnos, no importa la época, el artista siempre señala algo oculto dentro de las sociedades y el espíritu humano.

Hoy en día se viven tiempos muy confusos, el orden del bien y el mal ha desaparecido, lo feo ha tomado el puesto de la belleza y la censura se disfraza de derecho interpretado a modo de capricho. Joseph Campbell señalaba que venían momentos muy difíciles para el artista ya que se ha acabado con la idea de lo trascendente en la obra y el trabajo del artista a cambio de relaciones públicas. Ahora no vemos al que más sabe sino al que más conoce personas o maneja sus redes. ¿Dónde habita el arte? ¿Dónde habita el artista?

Existe un miedo intrínseco al arte ya que este no es apolíneo ni razonable, por el contrario es caótico, dionisiaco. Quién es poseído por su aura, por su capricho, no puede habitar la realidad sólo parece observarla. En la Antigüedad los escritores se encomendaban a las musas para poder regresar a casa ya que ante ellos se iba a abrir el mundo de los dioses, de lo invisible. Para los pintores se manifiesta el mundo de las formas. El artista ve la realidad mientras el mundo ve los fantasmas de ésta. No es un sujeto cómodo ya que irrumpe el orden de las cosas. Pensemos que la realidad es un conjunto de acuerdos hechos por una multitud, estos acuerdos que son marcados por personas más fuertes que otras, pretenden mantener un orden de poder, pero cuando eso revela lo real se muestra, Jacobo Grinberg lo llama Latiz y las hermanas Wachowski lo llamán Matrix. El artista toma la píldora roja y comienza a construir testimonios de la humanidad.

El arte nace en la Antigüedad como una manera de reivindicación ante la crueldad humana. El arte nos vuelve humanos. Pero pensemos que el artista no es un ser iluminado sino un poseso. Las grandes obras no han sido hechas por gente honorable y bella, por el contrario, han sido creadas por borrachos, asesinos, suicidas, locos, vagabundos, drogadictos e incluso neurodivergentes. Una fuerza los posee y en una vida de excesos ellos yerguen la realidad.

Pienso en Caravaggio, un asesino, homosexual, amante de pintar prostitutas (os) para retratar a la Divinidad. Caravaggio entendió que el ser humano habita el mundo de las tinieblas. Sus cuadros llenos de imágenes provocativas, sensuales, violentas, sublimes, hermosas, el verdadero orden humano es retratado por el pintor. En su vida, Caravaggio, vivía en constantes peleas las cuales siempre eran calmadas por sus mecenas, sin embargo, un día asesina a un hombre y tiene que huir de la Ciudad Eterna, nadie lo puede proteger del exilio, aunque sí de la cárcel. Al final de su vida Caravaggio quiere regresar a su ciudad, la culpa lo persigue y comete el cuadro de David con la cabeza de Goliat, la cabeza que cuelga de la mítica figura de David es la del propio autor, pide perdón ante su falta para regresar. No creo que haya sido casual elegir estos dos personajes ya que David somete al gigante apoyado con la fuerza Divina. Caravaggio, el gigante del arte, protegido de mecenas, ha sido vencido por lo superior y se redime a través de su obra, de su propia cabeza que cuelga aún sangrante.

El mundo está lleno de artista que intentan redimir su propia naturaleza a través de su obra. Miguel Ángel, uno de los artistas del renacimiento era un iracundo y violento pintor que era favorecido gracias a su talento. William Borroughs mató a su esposa en un viaje de heroína y Kerouac vivía anestesiado por el alcohol y las drogas, sin embargo, pudo escribir la novela “En el camino” que toma como punto de partida su propia vida y experiencias.

El arte es dionisiaco y destruye a quien posee. La única redención que queda para el sujeto poseso es la obra y una etiqueta poco cómoda de artista. La obsesión lo persigue, hasta que cada palabra, imagen, trazo, movimiento o sonido ocultos en el mundo de lo invisible queden materializados en el mundo de los hombres. Han traído ante nosotros el orden humano en medio del caos y  confusión de su propia vida.

La importancia del arte en la época actual

Por Viridiana Nárud / Foto: Unsplash

Durante varias décadas hemos estado escuchado que todo es arte y que cualquiera puede ser artista, esta idea incluyente nace después del máximo boom artístico en donde lo hermoso y sublime no podía ser superado. Ya teníamos el David de Miguel Ángel, la Monalisa de Da Vinci y el surrealismo de Dalí. La anatomía humana expresada en arte ya no podía ser superada, el realismo y lo racional ya no tenían cabida en el mundo del arte, pero ¿qué podía hacerse ahora si lo sublime se convertía en lo cotidiano y aburrido?

Hablar de lo terrible y hermoso, de la cotidianidad y su belleza sin arrebatos, de un paisaje abriéndose en nuestro andar, de nuestras impresiones y expresiones psíquicas, pero faltaba un grado más, faltaba la re-interpretación del arte. El arte y su reproducción permitían a cualquiera tener a una Monalisa colgando de su pared, incluso en dimensiones más grandes que la original; es más, en la actualidad podemos tenerla en nuestra taza de café y tomar de ella. Entonces, ¿qué hace al arte arte?

Walter Benjamin dice que es su aura, una esencia que no puede ser reproducible. Hoy nos encontramos en tiempos complejos en donde no sólo cualquiera puede ser artista y cualquier cosa puede ser arte; hoy nos enfrentamos a la realidad de que existen inteligencias artificiales que han sido creadas con la intención de aniquilar la expresión artística humana en pos de ahorrarse unos cuántos dólares.

¿Por qué es entonces importante el arte en la vida de los seres humanos? Joseph Campbell explica en Las máscaras de Dios, dentro del segundo tomo, que durante la época pre Dinástica de los Faraones estos eran asesinados cada treinta años y que se establecía uno nuevo después de su muerte. Con la inmersión psicológica se permite que el faraón ya no sea asesinado y muera simbólicamente a través del sacrificio de un toro. Esta inmersión y creación psicológica abrió camino al arte a través del ritual. Del mismo modo los Vedas eran inspirados y guiados para mostrar la realidad y verdad al pueblo. El Brahama podía ser considerado bueno o malo según la expresión y capacidad lingüística para revelar el otro mundo. Esta proceso de imaginación permitía al ser humano unir el desfragmentado universo y poner orden.

Los proceso rituales y artísticos en la antigüedad iban de la mano, el artista era un profeta que caminaba por oscuros y luminosos caminos que ponían en riesgo su estabilidad psíquica. El artista mostraba el mundo a los hombres  y les permitía ser humanos. El arte no es un concepto natural al hombre, por el contrario es un constructo y evolución del pensamiento que en su explosión ha permitido a los artistas revelar no sólo verdades Divinas sino humanas.

El artista al alejarse de lo Divino se acerca a la psique humana y la estudia profundamente. Los griegos fueron grandes observadores de la psique humana y mostraron a los dioses totalmente humanos, envidiosos, lujuriosos, poderosos… Existía una batalla eterna entre las huestes de los dioses que involucraban a los hombres. Gracias a la profundidad y al estudio de la psique, Freud pudo hablar del complejo de Edipo. Gracias al arte y su literatura la psicología ha podido crear sus bases en el estudio del hombre.

El arte no es una cosa abstracta que nace de la nada, es una expresión de la evolución del pensamiento y de la razón. El arte sirve para mantenernos humanos o volvernos humanos. La deshumanización del arte es también expresión de la deshumanización en la época actual. Se quiere poseer al arte, no se le quiere admirar, tampoco se le desea pensar; se pretende comprar, arrebatar del otro, volvernos únicos y snob. Es necesario y urgente volver a sentir y criticar a nuestra sociedad deshumanizada y confundida entre sólo dos bandos, buenos vs malos, pero no se puede definir qué es lo bueno porque es subjetivo y relativo.

El propósito del crítico y el decir no me gusta

Por Viridiana Nárud / Foto: Hannah Grace Unsplash

Parece un acto heroico y rebelde decir “no me gusta” cuando se habla de cualquier obra. La censura ha tomado un nuevo aliento y disfraz en donde sólo lo “positivo” es bien visto y aceptable. No herir los sentimientos de nadie aunque sí se pueda herir a quien opina de manera contraria, ya que el sujeto que enuncia lo “negativo” es un enemigo que acaba con el stablishment del buen decir.

Entonces, ¿dónde queda el arte u oficio del crítico? Si todo está bien para qué tomarnos la molestia de tomar nuestra pluma o computadora y hacer una reseña de lo “maravilloso”, “sublime”, “exquisito” de una obra. ¿Cuál es el propósito del crítico en la actualidad?

No creo que sea el de mantener una postura conservadora en donde se trate de salvaguardar las viejas maneras de hacer teatro. Estamos aburridos de asistir a los mismos espacios teatrales con las mismas personas de siempre, esto lo digo como público ya que siempre me he considerado una espectadora crítica. Urge abrir paso a nuevos talentos, a nuevas narrativas que hablen de la Naturaleza Humana.

Nos encontramos en recintos añejos que huelen a podrido porque decidieron cerrar sus puertas y mostrar la censura con un perfume de “nuevo” y “positivo”. Las obras a las que he asistido últimamente no sólo carecen de estructura dramática y con esto no me refiero a que debemos seguir el canon aristotélico, pero la mente, la psique, necesita entender qué se está diciendo, necesita la historia para poder entender lo que sucede. Falta rigor en las dramaturgias y direcciones actuales. Han perdido la capacidad de profundizar en el espíritu y psique humanos. El melodrama del bueno vs malo tomó la batuta. ¿No hay más en el alma humana que sólo la bondad o la maldad extrema? ¿No reina en la psique los claroscuros de Cavaggio?

Nos hemos ido en búsqueda de la luz, pero la luz ciega. Por más bello que sea el sol no podemos verlo sin después habitar el mundo de las sombras. Como un ejercito de zombies bien vestido, con ropa pirata o barata, nos engañamos y vamos vestidos de rosa a ver las grandes producciones y aunque no tengan nada profundo decimos que lo son y defendemos con encono la mentira.

Cuando estudiaba en la escuela de escritores siempre se pedía respeto al compañero que presentaba su trabajo y quienes opinábanos  debíamos justificar el por qué nos gustaba o no con respeto. Hoy, lo que antes era un ejercicio crítico para mejorar la escritura propia y del compañero, podría llevar a expulsión de cualquier alumno o maestro.

Nos encontramos en  una era Egoíca e infantil en donde los adultos crecen con temor el rechazo y la crítica. En dónde queda entonces el ejercicio del crítico si este se suma a la buena ventura del todo está bien, le echaste ganitas.

Urge volver a situar al crítico como crítico, urge volver a pensar de manera crítica a nuestra sociedad y comunidad –palabra tan de moda–, pero recordemos que el individuo no puede pensar de manera colectiva, y de hacerlo pierde su individualidad. Por ello el valor del crítico es ético, tiene una resistencia al pensar de manera colectiva. Señala los puntos débiles y fuertes de toda obra. Ve los dos lados de la obra y dialoga con el espectador, no guiado por el odio sino por el ideal del arte.

Sé que hablar de arte, verdad e ideales, suena romántico y absurdo, pero ¿de qué sirve la utopía? Nos sirve para caminar hacia adelante, aunque el horizonte no sea alcanzable.

Nuestra sociedad no se encuentra bien, tenemos una lucha interna y externa. Todo comentario negativo es acusado de “fóbico”, pero existe una fobia que debería preocuparnos y es la fobia por la verdad. Si continúa el ascenso de la intolerancia veremos pronto cómo el zapato de un hombre pisa el cráneo de otro tras la bandera del “amor” y “comunidad positiva”.

La importancia del drama en la vida moderna

Por Viridiana Nárud / Foto: Unsplash

El drama ritual permitió reconstruir
liturgicamente el cuerpo divino.
William K. Mahony

Llevo años haciendo crítica teatral, mismos años de lucha por no aburrirme del teatro en México. Sin embargo, en estos últimos meses asistir al teatro se ha convertido en un verdadero suplicio, se agotó mi curiosidad, incluso mi odio por las malas obras se ha apagado. ¿Por qué si el arte dramático es el que más disfruto, a manera de expresión personal, se ha convertido en un tormento? Mi respuesta constante es: son malas las dramaturgias. Algo se ha perdido en el espíritu moderno que ve con frialdad la naturaleza humana y por debajo de los hombros las pasiones humanas, las estructuras aristotélicas y el significado de la palabra.

Hablar de lo políticamente correcto, ceñirse a su limitada estructura y visión que esclaviza y censura la naturaleza humana cruel, desconcertante, indomable y bella. El Ser humano es un constructo ideal nacido de la idea del Progreso. Ser Humano no es natural al homo sapiens así como tampoco la idea del Bien. Lo Bueno y lo Malo son constructos que pertenecen a la evolución del pensamiento humano. El ser humano no es bueno ni malo por naturaleza, es bueno o malo conforme a sus estructuras de pensamiento y acciones. ¿Por qué entonces encasillar al ser humano en lo bueno?

Si la dramaturgia pierde visión de profundizar en la naturaleza humana y cree que sólo debe enunciar lo bueno, miente. Esta gran mentira, esta falta de visión y profundidad en la naturaleza humana me ha alejado del teatro.

La palabra no tiene sólo un significado y es por ello que su verdad no puede ser expresada de manera única. Si se limita a la palabra, si se le resignifica, si se le somete a expresar lo contrario a su significado, la mente humana comienza a confundirse. Son las palabras expresión de nuestro pensamiento, si las limitamos perdemos la capacidad de pensar correctamente. Cuando asisto al teatro me aterra ver cómo ese mundo de Orwell, en donde las palabras eran resignificadas, se ha vuelto realidad. Todo es políticamente correcto, se premia lo correcto, se produce lo correcto, se actúa lo correcto, sin importar el daño a la libertad humana a su pensamiento. Nos hemos perdido en una estrecha línea recta que nos censura.

Hacer drama es tejer los multiversos rotos, unir con imaginación al ser humano con su espíritu, es buscar trascender a través del acto ritual del teatro y del espectador. Es tratar de revelar una verdad humana sin necesidad de constreñirle un significado único y verdadero. Porque la verdad se transita y se habita brevemente, es efímera. Quien cree que posee la verdad y la enuncia como única es un dictador.
Mientras creamos que lo “malo” del ser humano no debe ser expuesto a la luz, nos mantendremos en la ignorancia que cada día se multiplica más. Cuando se pierde la capacidad de crítica y autocrítica se pierde la capacidad de cambiar, de potencializar lo mejor que está dentro de nosotros. Mientras continuemos mintiendo en nuestros dramas modernos, una sombra se alimentará de nuestras mentiras y nos mantendrá en silencio, de esta manera el drama dejará de ser grito de la ciudades para ser aliado de la mentira.

Artista hipócrita

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

 

La necedad, el error, el pecado, la tacañería,

Ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos,

Y alimentamos nuestros amables remordimientos,

Como los mendigos nutren su miseria

Baudelaire

 

He despertado con la sensación de vacío en el corazón. El arte se ha convertido en un albergue de cómodos e hipócritas artistas. ¿Dónde han dejado el corazón? ¿En el próximo pago de la compañía? Habrá que resistir a la precariedad, al hambre, a la falta de dignidad de pago en nuestra labor, a la falta de empatía dentro del gremio.

En Instagram y twitter he visto a modo de protesta “Revisa tus privilegios”, lo que hizo preguntarme: ¿Has revisado tus propios privilegios? Se dice de la gente fría y superficial, que sólo se puede despetar la empatía por sus iguales. Se pregona amor, lucha social de clase, lucha contra el machismo, incluso las instituciones agregan “x” al final de las palabras, pero ¿en realidad son capaces de integrar a sus opuestos?

El arte de amar no consiste en amar a sus semejantes, ese es un ejercicio demasiado narcicista, amar a pesar o con las diferencias, ese es el reto. Con hastío veo cómo las “grandes” familias se apoderan de los teatro, el amiguismo en los puestos burócratas y en las compañías. Todos los días en las carteleras nacionales circulan los mismos nombres. ¿Falta de talento? Lo dudo.

Querido artista hipócrita, te escribo a ti, que has olvidado levantar la voz en medio de la precariedad de tu compañero, en medio de la vorágine política y la confusión de pensamiento. Por que has olvidado que el arte es un espacio de utopía y no de comodidad salarial, que has olvidado que un EFIARTES no es necesario para pagar de manera digna a tus compañeros, que has preferido pasarte a la línea del bien decir.

Sobre la deuda del teatro en México

Por Viridiana Nárud

Si pudiera definirme dentro del teatro diría que soy una outsider. Durante muchos años al aplicar para los exámenes de admisión de actuación y no ser aceptada, tuve que preguntarme si en realidad tengo lo que se debe tener para ser un teatrero. ¿Pero qué es eso que debería tener? Emprendí un camino en donde comencé a cuestionarme qué es lo que pasaba en la escena con mis contemporáneos y con los que se denominan Vacas Sagradas.

Comencé a asistir a las puestas en escena del CUT y de la ENAT, a ir a los jueves de teatro del Centro Cultural del Bosque y de la UNAM, vamos, hasta comencé a criticar con tal de ver teatro. Gracias al encuentro con la crítica y aceptar ir a todas las obras que se me invitaba comencé a darme cuenta qué era lo que no quería hacer.

Llevo años estudiando el teatro y puedo decir que me sobran dedos de una mano para hacer el conteo de los montajes que considero inolvidables. Me pregunto ¿por qué las obras se han vuelto olvidables? Yo diría que es la frialdad de muchos montajes. Existen maestros y directores que han dejado una escuela de malos pensadores del teatro mexicano. Han hecho del teatro un concepto, han utilizado a la palabra como señuelo. Porque si uno escucha muchas de las nuevas dramaturgias que pretenden ser filosóficas y profundas, algunas hasta llegan a hablar de Dios, es claro que no tienen sentido. Porque para filosofar es necesario no sólo decir palabras complicadas, es necesario pensar, reflexionar, criticar y hacer un análisis. Se dice que uno debe tener cuidado de los corderos disfrazados de lobos, porque estos son vendedores de “verdades”.

Después comencé a cuestionarme las grandes actuaciones, direcciones y dramaturgia de los Grandes Maestros. ¿Qué pasa que no comunican? ¿Por qué las voces suenan igual? ¿Por qué la actuación más que una vivencia parece un manual de montaje, de voz, de imposición de cuadros? ¿Por qué no se siente algo vivo? Dice Guillermo del Toro que el actor escucha y esto se enseña mucho, pero por qué no escuchan a sus compañeros y públicos. ¿A caso no vemos que el teatro está vacío? Claro, siempre hay excepciones.

Llevo años coordinando talleres de teatro para jóvenes y personas mayores. Mi mayor sorpresa fue con el último grupo. Su único acercamiento con el teatro eran las pastorelas que alguna vez vieron en su  juventud y no les interesaba el teatro porque no pueden comunicarse con ellas. Existe un reto como teatreros que no sólo consiste en llenar la sala, sino en comunicar al espectador.

¿Se estará pecando de favoritismo en el teatro? ¿Se estará pecando de precariedad? ¿No está fallando el sistema de becas? ¿No están fallando las escuelas en recrear modelos y seguidores dentro de sus alumnos? Claramente siempre existe la excepción, el talento rompe con toda regla. Pero si algo he aprendido en los años que llevo viendo y haciendo teatro, es que urge ver nuevas narrativas, nuevas maneras de dirigir, de pensar y hacer teatro. ¿Por qué si Dionisio es el dios del teatro se encuentra tan Apolíneo? Romper, crear, morir, renacer, desgarrar, podrían ser algunos de los verbos que se podrían adjuntar al hecho teatral.

Cómo empezó todo y qué nos sigue inspirando hoy

Por Johana Trujillo / 22.10.22

 

Hace diez años y algunos meses, un 27 de enero de 2012 abrí el Twitter de Distrito Teatral. Así empecé a concretar la idea de dar a conocer la cartelera de teatro de la Ciudad de México. Sin embargo, la idea apareció por primera vez en 2010: “Hacer una cartelera como la de Cinemex pero de Teatro. Que puedas saber qué puedes ir a ver hoy que se te antojó”.

Unos meses después empecé el sitio web gracias a Víctor Zenteno de Mupcow. Publiqué la cartelera de los distintos teatros que había en ese momento, con esa búsqueda especializada por día que había soñado. Poco a poco fui pudiendo diversificar el contenido con distintos colaboradores como Enrique Saavedra, Alejandro Laborie, Perla Schwartz o Agnés Merat.

Empeñada en no tener un modelo de negocio basado en la publicidad tradicional, seguí (y sigo) financiando los gastos de la plataforma con mi trabajo de diseño y difusión. Así que para mantener el contenido, busqué colaboradores voluntarios dispuestos a ir al teatro y reseñarlo. En 2013 Artemisa Tellez, Mireya Flores, Viridiana Nárud y Óscar Fontana aceptaron el llamado. Mi más profundo agradecimiento a estas personas que confiaron en el proyecto y subieron al barco un tiempo. Distrito Teatral no hubiera sido posible sin su generosidad ni su mirada.

Ese mismo año colaboramos dando a conocer opciones en cartelera cada semana en un programa en Programa de mano conducido por Patricia Madrid y Paulina Sabugal.

Para 2018, escribí un manifiesto que hoy me sigue inspirando a seguir adelante con el propósito de Distrito Teatral: provocarte curiosidad e interés por conocer el teatro e ir a descubrir historias. Es algo a lo que vuelvo cuando me siento perdida, cuando quiero tirar la toalla. Me recuerda por qué seguir inspirando a decir: ¡vamos al teatro!

Hoy me sigue inspirando conocer compañías que hacen el teatro que promovemos aquí, ese que provoca, conmueve y nos lleva a reflexionar, a identificarnos con alguna parte de la historia y darnos cuenta de algo en nuestra vida. Me sigue inspirando ir a descubrir qué vale la pena ir a ver, compartirlo y conversar de eso después de la función porque el teatro es un disparador de diálogos, de reflexiones, de descubrimientos y a veces, de catarsis.

¿Cuál es el destino de Distrito Teatral? Seguir diciendo sí a dar a conocer a quienes hacen teatro y su trabajo; a reflexionar sobre lo que nos inquieta en relación a lo que vemos o vivimos en el teatro. Hacer investigación activa alrededor de una pregunta que nos dejó la pandemia: ¿de qué manera podríamos hacer una contribución más genuina y significativa a la comunidad de teatro? Dialogar con la comunidad teatral sobre tres preguntas: ¿cómo hacemos de la cultura una prioridad en México? ¿Cómo visibilizamos el trabajo de tanto creativo involucrado en un proyecto teatral? ¿Cuál es el teatro que necesitamos en el siglo XXI?

Seguiremos adelante mientras haya espacios para el teatro, personas haciendo teatro y personas yendo al teatro. Sin esos tres elementos no existe Distrito Teatral.

Manifiesto Distrito Teatral (distritoteatral.mx)

¿Cómo fue que perdí el hábito de ir a ver teatro?

Por Johana Trujillo (@jOtrujilloA)

 

“Ya casi no tenemos cortesías, escríbenos pronto para entrar sin costo”, me llevó a pensar en los hábitos del teatro: ir al teatro, pedir cortesías, ofrecer cortesías, pagar entradas al teatro, conversar después del teatro e incluso reseñar obras de teatro. Todos son hábitos que pueden cambiar con el tiempo.

 

Últimamente me he estado preguntado cómo fue que mis idas al teatro fueron disminuyendo poco a poco. Me pregunto también si perdí el hábito de ir a ver teatro o ha sido sólo por mero desconocimiento de la comunidad teatral local.

 

Ofrecer una cortesía o no ofrecerla; decidir ir al teatro un día o no, parece insignificante; pero en cuestión de hábitos se acumula con el tiempo y se hace más evidente: personas esperando tener cortesías para ver teatro o, como yo, dejando de ir al teatro frecuentemente para pasar a ser del grupo que va una o dos veces al año.

 

Si los efectos de nuestros hábitos se multiplican cada día que los repetimos, entonces, ¿qué queremos ser? Si se quiere vivir del teatro, entonces ¿cómo ayuda a esa meta el ofrecer cortesías?

 

Si se quiere tener tiempos libres reflexivos y abrir conversaciones significativas ¿cómo las opciones en cartelera me ayudan en eso? ¿Qué busco al ir al teatro, leer un libro o ver una película?

 

Cambiar las dinámicas que no aportan a lo que anhela el gremio teatral o tener más presente al teatro y la cultura en nuestras vidas depende tal vez de nuestras pequeñas acciones diarias: ofrecer una cortesías o no, consultar la cartelera o no.

¿Podemos invisibilizar el arte?

Por Viridiana Nárud
En una entrevista que le hice a Alain Kerriou pregunté ¿qué pasaría si un día se invisibilizara el arte? ¿Qué sería lo que colgaría de nuestra pared? ¿Qué escucharíamos en Spotify, YouTube y demás plataformas? Habría que cubrir con un manto los monumentos históricos y probablemente ir al centro a ver los palacios no sería una opción. ¿Algunos países quedarían desiertos y su valor turístico caería estrepitosamente? ¿Podríamos imaginar París sin sus palacios o museos? ¿Podríamos pensar en Madrid sin ir al Prado? ¿Qué vestiría museos?

El artista ha sido testigo, crítico y narrador de su época. No es de sorprenderse que para algunos regímenes sea un traidor o esté constantemente sometido a la censura. ¿Recuerdan a Víctor Jara? Músico chileno que fue torturado por militares golpistas a favor del famoso dictador Augusto Pinochet, ¿recuerdan que sus manos fueron cortadas mientras le decían cantor de pura mierda?

Existe un desprecio por la cultura porque existe un desprecio al pensamiento crítico. En este desprecio no existe forma de diálogo y lo que se pretende es aniquilar la otredad, esa manera tan desconcertante en dónde también el yo se encuentra a sí mismo y lo hace dudar de sus propias creencias. Las creencias encuentran su base en la subjetividad y en la falta de cuestionar por qué se cree determinada cosa, el dogma es su aliado y cuando llega éste se estable como reina la ideología y en esta última es cuando la nulificación del individuo se consuma, porque a partir de ese momento dejará de pensar por sí mismo.

El arte y la cultura se encuentran estrechamente ligados al mundo de la ideas y del conocimiento y, en ocasiones, tiene tintes ontológicos, también son armas de protesta. Dostoyesvki, escritor ruso dice: Hay muchas personas honradas gracias a que son tontas y otro autor que no puedo recordar dice más a o menos así: ningún ángel puede llegar a serlo sin antes haber tocado el infierno. Heidegger, filósofo alemán, nos invita a dudar de todo y que a partir de esta duda se genera el conocimiento de la realidad. Al depreciar la cultura y el arte ¿no estamos invisibilizándonos a nosotros mismos?

¿Por qué el pensamiento crítico es castigado y se ve, en ocasiones, al otro como loco? ¿Qué es la locura y por qué debe dictarse una norma aplastante que sofoca la otredad del pensamiento, de la creatividad, de aquel que cuestiona? ¿No se está pecando de inocencia y honrades al pensar que el arte es inútil así como el ejercicio de pensar?

Termino así: Podremos callar nuestros pensamientos con mero entrenamiento. Encerrarnos en casa, prender el televisor, ir al gimansio para que nuestras emociones y esa voz interna que duda, que nos invita a pensar se silencie, pero siempre será un nuevo día y esa voz será más fuerte y no callará aunque la obliguemos. En nuestra soledad sabremos consciente o inconscientemente que algo está mal y por ello al encontrarnos con una obra de arte nos sentiremos perturbados, porque ha sido el alma, termino tan vilipendiado hoy en día, la que se ha manifestado.

El arte no podrá ser jamás silenciado ni invisibilizado porque es la expresión más primitiva que tenemos los seres humanos para entendernos a nosotros mismos. Y ésta tarea no es sólo del artista porque existen vidas que también son arte y quien quiera acabar con ello, acabará sumergido en la muerte en vida más profunda y la depresión será su última puerta de salida.

Foto: Markus Spike Unsplash

Sobre los procesos creativos y la importancia de pagarle a un escritor

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Mientras preparo mi justificación para presentar un proyecto al FONCA y después de haber leído la convocatoria y demás tutoriales de cómo presentar un proyecto, vienen a mí las siguientes interrogantes: Si otorga una beca a jóvenes creadores, ¿de dónde se pretende que tengan la experiencia para concursar con sus demás contrincantes? Si la beca está pensada para jóvenes talentos y promesas de México ¿por qué tendría que mostrar un curriculum detallado de su carrera? Vamos, a los treinta y cuatro muchos esperamos ya tener una trayectoria recorrida, sin embargo, para lo jóvenes, muy jóvenes, ¿no son una traba estos requisitos?

Pienso que el arte no sólo es compromiso que necesita tiempo y disciplina, es una profesión que necesita dinero y que la mayoría de la sociedad y gobierno ven como algo inútil, empero, se continúa necesitando. En mi experiencia, como escritora nadie quiere pagar por una obra, un artículo, un guion. ¿Pensarán que los escritores tomamos los libros de los árboles?

La maduración de un artista no depende sólo de los años que tenga, también del tiempo que pueda llegar a tener para invertir en su oficio. En el oficio de la escritura, hablo sólo de éste porque es el único que conozco, se necesita tiempo para escribir y por gracioso que pueda parecerle al lector, una obra no proviene de la inspiración y tampoco hay musas que nos toquen en medio de la noche. En su mayoría, las obras vienen después de horas de estudio, de dedicación, de interrogantes y pocas veces todo ese cúmulo de cosas sólo terminan en intentos de obras guardadas en la memoria de nuestra computadora. Quizá terminar una obra completa y buena es una cuestión de suerte, pero digamos que una buscada.

Mientras escucho uno de los tutoriales en YouTube, la voz femenina dice que, si no obtenemos la beca para este año, trabajemos duro para tenerla: Si quieren ser directores, dirijan… ¿Sabrá ella que para dirigir una obra se necesita de un grupo de actores y un dramaturgo? A temprana edad todos buscamos oportunidades; y al vivir con nuestros padres, aceptar trabajos en donde no hay pago es una posibilidad, pasando los treinta no lo es.

La becas, en este caso la del FONCA, deben pensar que son también un semillero de artistas en potencia y que necesitan ser más sensibles ante las carencias económicas de la mayoría de los mexicanos. En el caso de los escritores y dramaturgos mostrar una obra escrita y terminada con potencial y que el jurado sepa reconocer el talento de lo que lee, más allá de lo que dice su curriculum, es también un acto que necesita sensibilidad y visión artística.

Lo importante de un artista no es la cantidad de obras montadas o publicadas, sino la calidad de su obra, la cual se demuestra en cada montaje, en cada dramaturgia o interpretación. La visión de un artista revela el alma humana y no sigue agendas políticas, sigue una voz interna que lo conecta con los otros, quizá sea lo que se conoce como inconsciente colectivo.

Si queremos conocer en el futuro las voces de los escritores, debemos pagarles su obra y no sólo de manera simbólica. Retiremos los mitos de artista sufrido que anda con zapatos rotos con tal de escribir. Un escritor tiene derecho a una vivienda digna, a un pago por su obra digno, a comprar libros con el pago de su obra, estudiar horas y encerrarse a leer. Porque aunque sea difícil de creer, los escritores son los críticos de nuestro tiempo y de ellos depende que en el presente y futuro se conozca la realidad de nuestra época.