Blackbird: una obra oscura y necesaria

Por Fredo Godínez (@AlfiePingtajo)

I – El origen

Escrita en 2005, el dramaturgo de origen escocés se inspiró en los crímenes cometidos por Toby Studebaker en Estados Unidos.

Dicha obra ya ha sido llevada al cine bajo el título de “Una” y se estreno en 2016 en el Festival de Cine Telluride.

“Blackbird” se desarrolla en una caótica oficina donde trabaja Ray (55 años), quien es sorprendido al ser visitado por Uma (27 años); una mujer con la que se relacionó sexualmente hace 15 años.

 

II – La interpretación y el texto

Cassandra Ciangherotti interpreta de forma precisa a Uma, una mujer que durante 15 años sigue tratando de asimilar la violación sufrida por parte de Ray. Y que por extraño u oscuro que parezca ha desarrollado un apego emocional que raya en el enamoramiento.

Alejandro Calva da vida a Ray, un hombre que hace 15 años sintió atracción por Uma, de tan sólo 12 años. Con ella tuvo relaciones sexuales y pagó una condena de varios años en prisión. Tiempo después huye de la ciudad donde vivió por años para comenzar otra vida, con otro nombre, en otra parte del país.

Cassandra y Alejandro interpretan de forma magistral la extraña relación que existe entre violador y violada, seductor y seducida. Ambos habitando en dos mundos diversos: Ray se encuentra huyendo de un pasado y de una atracción anormal que le atormentan. Uma vive atormentada buscando regresar al pasado para comprender los sentimientos encontrados que la gobiernan. Habitar el presente para reencontrarse con la única representación de amor que ha conocido en vida.

Katina Medina Mora ha decidido llevar a escena una obra con una temática compleja, controvertida y oscura. Se ha valido de un par de actores que con la precisión del bisturí de un cirujano logran una interpretación nota por nota.

 

III – Mi introspección

Para todos los que habitamos en este país bello y doloroso, al mismo tiempo, no nos resulta ajena la situación violenta por la que están pasando las mujeres, y con ello la necesidad de reconfigurar la forma en la que nos relacionamos hombres y mujeres, sociedad en general.

Por ello “Blackbird” resulta una obra compleja para los tiempos que estamos habitando, pero necesaria para poner las cosas sobre la mesa y analizar (desde todas las perspectivas) lo que nos ha venido definiendo como la raza animal que somos.

El arte nunca debe aleccionar, pero sí debe confrontarnos y cuestionarnos. “Blackbird” no sólo confronta y cuestiona, también incomoda.

No sé si es virtud propia del texto o gran atino de la dirección y el talento actoral, pero la obra parece un partido de tennis donde los protagonistas bien podrían ser: Serena Williams vs María Sharapova o Roger Federer vs Novak Djokovic. La conversación existente entre ambos personajes parece tener al espectador yendo de un lado a otro, “aplaudiendo o celebrando en los adentros el punto defendido por cada uno”. Sólo que este partido se desarrolla al revés, los jugadores buscan recuperar lo perdido, y con ellos sanar las heridas del juego.

 

IV – Una obra que debe ser vista

“Blackbird” podría mirarse desde dos perspectivas: la del abuso de poder y la de una historia de amor imposible e inadecuada para una sociedad, aún conservadora, como la nuestra. Si partiéramos desde el segundo punto de vista, esta obra narra la historia de un amor interrumpido entre un hombre adulto y una menor de edad, el cual ha sido juzgado sin comprender sentimentalmente a los involucrados. Tiempo después se reencuentran para darse cuenta de que uno ha estado toda la vida huyendo, pues no sabe qué hacer con ese amor imposible y la otra no ha descansado hasta dar con su amor eterno. Y busca darle vida, ahora que las circunstancias podrían permitir su existencia, sin juzgamiento alguno.

Ahora bien, si analizamos la historia desde la primera perspectiva, entonces estamos ante un relato de abuso sexual. Donde un hombre mayor se aprovecha del estado de indefensión e inocencia de una niña para iniciarla tempranamente en su sexualidad. Y ésta ante la confusión y la incomprensión del hecho, ha vivido una vida donde no sabe si lo que necesita es una disculpa.  O está experimentando una especie de apego/codependencia con su agresor que, al parecer, ha representado la única experiencia sentimental y sexual que la protagonista ha tenido.

Sin duda, “Blackbird” es una obra que debe ser vista por todos. Debe servir como punta de lanza para comenzar a discutir: la diferencia entre amor y deseo; los distintos tipos de deseo sexual que existen; comprender el amor y el deseo desde la psique, pero también desde la filosofía. Definir cómo podríamos, deberíamos y tendríamos que actuar ante los distintos tipos de deseos sexuales que existen. A la vez, entender y comprender que los delitos de índole sexual no sólo deben ser castigados con privación de la libertad sino venir acompañados de una asistencia psicológica y sexual. Para que el infractor, realmente, logre comprenderse, controlarse y con ello rehabilitarse.

En fin, existe mucha brecha por recorrer en estos ámbitos. Y la mejor forma de abrir el debate y sensibilizarnos es por medio de las expresiones artísticas. Vayan pues a ver “Blackbird” y abramos el debate.

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“Black Bird”
Dramaturgia: David Harrrower.
Dirección: Katina Medina Mora.
Elenco: Cassandra Ciangherotti y Alejandro Calva
Foro La Gruta del Teatro Helénico (Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn, Alcaldía Álvaro Obregón, CDMX)
Viernes: 8:30PM, sábados: 5 y 7PM y domingos: 6PM.
Hasta el 29 de septiembre de 2018.
Duración: 75 minutos.