Ensayo: Los bufones del arte
Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)
Lentamente como creadora, espectadora y crítica asisto a la renuncia de lo que pudo haber sido el renacimiento del teatro mexicano. La generación de los ochenta ha comenzado a perpetuarse dentro de las listas de los favoritos del Sistema para comenzar un discurso muy parecido, por no decir igual, al de los maestros que se trató de derribar en años pasados. Los espacios emergentes que impulsaron el teatro comienzan a crear colegios para normativizar las producciones. Si no estás dentro, estás fuera. Y es que parece ser necesario estar dentro de un grupo para sobrevivir de aquello que se conoce como arte.
Silvestre Revueltas, músico mexicano, se pronunció en varias ocasiones contra el hambre del creador o artista:
¿Por qué un artista, un creador, ha de sufrir hambres y miserias? Aquí descansa entre nosotros, el secreto del fracaso de la cultura en México como pueblo. Somos un país de descamisados y zánganos. Se desprecia al músico, al pintor, al poeta, por considerarlos como bufónes de los burócratas… Pero es que se le hace bufones por la fuerza del hambre… Aunque muchos nos rebelemos, la rebeldía es la soledad; la soledad infecunda, el abandono, la miseria…
¿Por qué el artista rebelde debe ser condenado mientras el bufón del arte es recompensado con becas? No pretendo que se elimine a los bufones del arte, son éstos los que pelean con más rabia las migajas que da el Estado, pero sí quiero exponer que su ambición, su falta de criterio, sus ganas de unificar y hacer “comunidad” está dejando a un lado a los verdaderos artistas y sumiéndolos en la miseria. ¿Cómo es que esto sucede? En la selección de los temas que se producen o se ponen en cartelera. Las temáticas prosistema acaban con la individualidad del pensamiento y la capacidad de hablar de los verdaderos conflictos que enfrenta el homo sapiens en su día a día. Hemos nulificado la pregunta básica: ¿Quién soy? Para intercambiarla: ¿Cuál es el tema de moda?
Sin embargo, en los pasillos de los teatros se escucha la mediocridad de éste, es un secreto a voces que incita a culpar al espectador y preguntar: ¿Por qué la gente no asiste al teatro? A lo que ellos responden: Es porque a la gente no le gusta pensar… Empero, tendríamos que hacer una pausa, ¿es cierta esa respuesta? ¿A nadie, en verdad, a nadie le gusta pensar? Por qué no romper con el ego del artista y decir: La gente no va al teatro porque no le gusta lo que ve.
Existe un dicho: si nadie es responsable, todos somos responsables. En momentos de individualidad extrema, todos somos responsables de lo que sucede con el arte y sus creadores o médiums: críticos, fundaciones, dramaturgos, directores, productores, escenógrafos, actores… Que los bufones sirvan al arte y que no se sirvan de él, que sean los perros del arte, pero que no creen clubs privados del arte; que creen resortes que impulsen a los verdaderos hacedores del arte. ¿Cómo saber si lo que digo es cierto? Veamos los nombres que se integran a las listas de los becados, las carteleras, los estímulos…