Entre los rotos

“Suicidal moves give us a clue about our, inner-killer”

James Hillman

Un espacio roto, derrumbado en el terremoto, reconstruido a través de estructuras metálicas sin un muro que rompa el viento. El Círculo Teatral renace como un espacio alternativo en México, resistente a la adversidad. Así que en medio de una pandemia que ha dejado millones de muertos en el mundo, en donde nos obliga a mantenernos alejados los unos de los otros, un espacio en el corazón de la Condesa nos reúne, nos acerca y nos cuenta historias de los otros. Este acto nos recuerda que el teatro responde a una necesidad del alma humana y no sólo es un espacio de reencuentro.

En un espacio roto frente a una mujer rota comienza la obra. La iluminación general que cambia de maneras drásticas, nos hace saber que no existe una atmósfera que invoque la ausencia. La escenografía: retablos de madera en forma cuadriculada, sólo provocan que la actriz ya distraída no termine de habitar el mundo de los otros.

“Entre los rotos” es un libro melodramático que habla de la violencia que un padre y esposo ejerce contra sus hijos y esposa. Los golpes rompen, las palabras destrozan. Sin embargo, esa catástrofe psicológica se mantiene en medio de la superficie de la escena, en la comodidad, y cuando algo no “amarra” al espectador, se recurre al canto sin alma. ¿Dónde está la ruptura de esta actriz? ¿Por qué recurrir a un lugar seguro en la dirección?

Una mujer rota reconstruye su pasado a través de fotografías que detonan recuerdos. Julián, un hermano silencioso, es el protagonista. La ausencia se hace presente y el reclamo interminable.

Como crítico uno debe aprender a leer las miradas del público, su cuerpo, sentir su respiración y poner atención en aquello que lo estremece. Conforme transcurría la obra leía los cuerpos de los otros, los aplausos secos se manifestaron al final. Romper, reestructurar, morir, renacer, la historia de la humanidad y de los espacios que habita. ¿Por qué el teatro no?