El día que María perdió la voz o el retorno de la musicalidad y la infancia en el teatro

Por Guillermo Bejarano Becerril

Hoy en día es incuestionable dudar que las infancias ocupan un lugar importante en el arte, tal como se manifiesta en la literatura, pues —como han mencionado muchos y muchas, pero sobre todo, Pedro C. Cerrillo— la LIJ ha cobijado a estos seres, en ocasiones, comprendidos o incomprendidos; separados o silenciados, es decir, la LIJ los escucha y los acompaña.1 Por si esto no fuera suficiente, actualmente, se organizan Coloquios o Congresos para discutir temas que permean en las infancias y juventudes, por ejemplo, la guerra, la violencia, la migración, la (no) pertenencia y más. Sin olvidar que, múltiples autores de LIJ —como M. B. Brozon o Adolfo Córdova—, conviven con su público. No sólo en firma o presentaciones de libros, los autores se acercan a los niños para crear nuevas historias o entender nuevas perspectivas de su día a día, entorno o conocer su voz e ideas como una minúscula muestra de otros tantos niños, niñas y jóvenes que aún no la hallan, pero se encuentran en su búsqueda. Sin embargo, ¿Qué hay del teatro? ¿Por qué es posible hablar del teatro para las infancias y las juventudes, pero no es tan común hablar sobre el teatro que integra a niños y jóvenes no como espectadores o escuchas, sino como integrantes o personajes de una puesta en escena?

Luego de seis años de su estreno, en una nueva localidad y miembros, la obra de teatro El día que María perdió la voz —basada en la obra de LIJ El día que María perdió la voz (2009) de Javier Peñalosa y bajo la dirección artística de Catalina Pereda—, cuenta la historia de María —interpretada por Catalina Pereda—, una niña a la que le gusta hablar de todo y con todos, pero que en ocasiones los demás se cansan de su palabrería. A Manuel —interpretado por Jesús Cortés—, su hermano, María no lo deja dormir, pues habla hasta en sueños o resulta imposible escuchar a Manuel porque María, con tanto hablar, no escucha la voz de Manuel, de su papá —interpretado por Aldo Estrada—, de su mamá —interpretada por Raúl Román—, o de otros tantos. No obstante, un día de compras, un suceso inesperado ocasiona que María pierda la voz, y así, junto con su familia, se embarquen en una singular aventura entre médicos, brujos y robots parlanchines, hasta encontrar su desaparecida voz.

A través de cincuenta minutos, de principio a fin, la compañía teatral Ópera Portátil y el Coro de niñas y niños de los Talleres de Corina se aventuran a representar la puesta en escena El día que María perdió la voz. Obra arriesgada, transgresora y renovadora para su disciplina, pues trabaja de la mano con niños y niñas; gran parte de los diálogos son versos, estrofas, cantos que riman siempre y se acompañan de la música de Marcela Rodríguez. Sin olvidar que las transiciones de una escena a otra y los cambios de escenografía están delimitadas por la iluminación de Braulio Amadís o de las intervenciones de Alejandro Márquez y Ana María Benítez. No obstante, un elemento a resaltar es el juego de sombras con el que inicia la obra, pues desde ahí y durante el transcurso, se le recuerda al espectador que la obra y sus protagonistas son niños y niñas.

El día que María perdió la voz es una obra de teatro que, le recuerda a propios y extraños, el arte no está peleado o se debe de separar de niños, niñas y jóvenes; que el teatro debe de recordar que la música, la rima y la tradición oral no está fuera o separada de él, al contrario, hoy en día espectáculos como los musicales o la ópera de cámara resultan ser caros; que la LIJ y el teatro han dado grandes avances en inclusión de públicos jóvenes. No obstante, aún existe una resistencia que olvida toda la historia de la cultura popular y su influencia en la cultura escrita; que ésta puesta en escena como muchas otras, no sólo comprueban la habilidad de cada uno de los involucrados, sino también su pasión y destreza para que los niños, niñas, jóvenes y adultos se unan para cantar y encontrar su voz. En pocas palabras, el mensaje de la obra textual se lleva a la oralidad para decir: … ¡Vayan a verla! ¡Vayan al teatro! ¡Vayan a la LIJ para conocer qué dice o cuál es la “moraleja”!

El día que María perdió la voz se presentará brevemente dos fines de semana,  del 19 al 27 de octubre, en el Teatro El Galeón, Abraham Oceransky del Centro Cultural del Bosque (CCB), Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n. Funciones sábado y domingo a las 13:00 hrs. Precio del boleto $80.

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Guillermo Bejarano Becerril (Ciudad de México, 1998) poeta y estudioso de la literatura mexicana. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Ha colaborado en los proyectos Soga viviente y Vida y obra de José Juan Tablada. Ha publicado en las revistas: Revista Zur; Pérgola de humo; Punto en línea, Casa del tiempo, Pirandante. Revista de Lengua y Literatura Hispanoamericana, Revista Universitaria y más.

1 En libros como El lector literario (2016) o LIJ. Literatura mayor de edad (2013) por mencionar algunos, Pedro C. Cerrillo, uno de los principales investigadores y referentes en los estudios sobre la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ por sus siglas), resalta la importancia de la tradición oral y cómo ésta ayuda a las infancias a recordar cuentos, nanas, juegos o retahílas: las infancias conviven y reciben historias, tradiciones o enseñanzas por la palabra, más que por la escritura..

Avistamiento de Ballenas: ¿qué es el amor?

Por Johana Trujillo / Foto: Héctor Ortega

“¿Qué es el amor?” es la pregunta que un pequeño papel me pedía responder antes de entrar a ver Avistamiento de ballenas, escrita y dirigida por Angélica Rogel, en el Foro Antonio López Mancera del Centro Nacional de las Artes.

La batería toca a ritmo de jazz, mientras entramos e indica las llamadas. En el escenario hay tres bancos, una lámpara, un carrito rojo con ruedas y una tabla larga de madera para escalar.

Asistimos a un espectáculo abierto en el que una actriz y un actor, en compañía de un percusionista, crean un laboratorio escénico para investigar temas como el amor y las relaciones de pareja. Gabriela Guraieb y Raúl Villegas interpretan a Federico y Silvia quienes nos llevan por un viaje a la relación entre Fede y Nadia mostrando lo que determina nuestra relación con otros.

Para responder a la pregunta “¿El amor es una casualidad o una causalidad?” y otras ideas sobre el amor, crearon este experimento escénico del que toman ideas del público asistente para definir dónde se conocerán y contarnos los pasos para construir una historia de amor. Para ello definieron algunas reglas como indicar comentarios al margen, paréntesis, pausas, notas al pie… marcados por el percusionista Homero Torres.

Sin embargo, Avistamiento de ballenas es un encuentro con nuestras creencias sobre el amor pues las relaciones amorosas suelen confundirse con expectativas, olvidando que enamorarse toma cinco segundos gracias a la química en el cerebro pero que abre la puerta a empezar a compartir nuestras vidas con alguien más, pues el amor al final también es “cuidar al otro”.

Esta obra es el segundo proyecto de la compañía Repente Teatro, fundada en 2021 por Angélica Rogel, quien busca crear un lenguaje escénico que sea activado por la técnica “Impro”, para dar paso a un estado de creación presente y así fomentar el diálogo activo entre público, intérpretes y el espacio escénico.

Gabriela y Raúl demuestran sus habilidades para improvisar y realizar el trabajo físico que exige esta propuesta que nos recuerda que el trabajo escénico es un hecho vivo que no se compara con ningún medio digital ni red social, que la vida como el teatro no se puede controlar. Avistamiento de ballenas es juego escénico divertido y fresco que combina la improvisación con la ficción de un texto. Vayan a reírse un rato.

Estarán en temporada los jueves, viernes y sábado a las 7 pm y los domingos a las 6pm, hasta el 27 de octubre, en el Foro Antonio López Mancera (Av. Río Churubusco 79, Country Club Churubusco, Coyoacán). Los boletos tienen un costo de $150 pesos, con promoción “Jueves de 30” y 2×1 los miércoles comprando a través de la página cenart.comprarboletos.com


JOHANA TRUJILLO. Espectadora del teatro cultural de CDMX desde 2007. Siempre gustosa de ir al encuentro con una obra de teatro y contar sobre ese encuentro. Fundadora y editora de Distrito Teatral desde 2012. Diseñadora gráfica que también diseña estrategias de comunicación y crea contenido para proyectos culturales y ambientales.

Épica de la inmediatez o un retrato de la sociedad mexicana contemporánea

Por Guillermo Bejarano Becerril

Según diferentes estadísticas, portales y bases de datos, se promedia que, en México, diariamente desaparecen entre 14 y 32 personas para no volver a ser vistas; sin embargo, con la esperanza de que regresen a casa un día o hasta encontrarlos. No obstante, de acuerdo con la versión estadística del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), desde el 31 de diciembre de 1952 hasta el día en que se escribe este texto, se documenta que existen 115,766 personas desaparecidas y no localizadas en México. Por lo anterior, parece necesario preguntarse: ¿quién cuenta con las verdaderas cifras?, ¿Es necesario hablar de la desaparición? ¿Qué se ha hecho para visualizar este fenómeno? Si bien las cifras difieren, resulta incuestionable no preocuparse por estos datos, que promedian la desaparición forzada en México y la necesidad de abordarla y denunciarla desde cualquier trinchera, tal como lo ha hecho la literatura y el teatro contemporáneo.

Actualmente, títulos literarios como Severiana (2010), Formas de volver a casa (2011), Canción de protesta por lxs jóvenes detenidxs desaparecidxs (2023), y otros tantos libros u obras de teatro como Cosas pequeñas y extraordinarias o El día que las estrellas dejaron de brillar, por mencionar algunas, dan muestra de que la desaparición forzada no excluye a nadie, pues afecta a niños, niñas, jóvenes y adultos y una de las mejores maneras para hacerle frente es mostrar, evidenciar  y denunciar que pasa y sucede. No obstante, también se (re)suma la obra de teatro Épica de la inmediatez —del director y dramaturgo Hugo Wirth—.

Estrenada en 2017, pero ahora con una nueva producción, elenco y localidad, Épica de la inmediatez   explora el tema de la desaparición forzada, pero sin excluir también los inconvenientes que existen alrededor o “detrás” de ella, es decir, el entorpecimiento de las búsquedas, la poca cooperación de las personas, la tergiversación de la verdad, el abuso y aprovechamiento de otros sólo para su propio beneficio: vender la historia de “sus seres queridos”, como para hacer libros y películas, y enriquecerse por la tragedia de su desaparecido.

A través de 120 minutos, el colectivo teatral El manatí rosa y con las actuaciones de Estanislao Marín, Roxana Sánchez-Báez, Mena Chávez, Saura Zubiate y Eynar Villanueva presentan una obra ambiciosa, que no sólo apuesta por relatar la desaparición de Luisa —interpretada por Saura Zubiate—, sino también su relación y vínculo con otros personajes, por ejemplo, su hermana Nora —interpretada por Mena Chávez—, quien se comporta como una hermana distante, una hermana que desearía ser hija única, una hermana que se preocupa por su sobrino (hijo de Luisa) o se preocupa, en ocasiones, por la desaparición de su hermana, pero otras veces no; Jesús —interpretado por  Estanislao Marín— un acosador-violentador contradictorio, que a veces actúa como uno; en otras, evade y esquiva las opiniones para, finalmente, demostrar su naturaleza; un maestro de matemáticas —interpretado por Eynar Villanueva— que se concibe como irrelevante, pero teje mentiras para incorporarse a la vida de Luisa; Susana —interpretada por Roxana Sánchez-Báez—, una mujer que repite ciclos y parejas violetas; una mujer a la que, Jesús, Nora y otros, conciben como una mujer tonta e ingenua; sin embargo, se aprovecha del caso de Luisa; Carlos —interpretado nuevamente por Mena Chávez, quien encarna dos papeles y uno pensaría que son dos distintos por lo alejados que se encuentran uno de otro, aunque comparten un tema en común: la violencia—, quien, como Jesús, abusa de Susana. Por si esto no fuera suficiente, la pieza teatral integra en todo momento al espectador, pues lo hace partícipe de la historia, no sólo como un observador, ya que puede desplazarse con los actores, conocer otros espacios. Además de lo que observan —de manera virtual y con ayuda de sus teléfonos inteligentes—, los asistentes pueden recolectar otras pistas para así conocer más sobre Luisa, de otros personajes o de su relación entre ellos.

Si bien Épica de la inmediatez resulta ser toda una apuesta y experimentación teatral, también es necesario reconocer otros elementos que en ella habitan, tal como son la iluminación —a cargo de Violeta Arista— porque con esta se marca si los espacios son los de una casa, un departamento, una cafetería, una habitación o el exterior; así como de la musicalización —de Michel Loeza—, la cual permite acceder a una mayor intimidad de cada personaje: cada sonido es una extensión más, tanto de los personajes como del espacio. Épica de la inmediatez es una obra que relata lo que sucede en el día a día de un mexicano, desde entornos de violencia, desapariciones o una inmersión total o parcial en las redes sociales —donde se encuentra el ocio, la desinformación y el morbo— o las precarias condiciones laborales. En pocas palabras, la obra de Wirth captura lo que no es ajeno, ni extraño para muchos, muchas, muchxs.

Épica de la inmediatez se presentará, hasta el 27 de octubre de 2024, en el Centro Cultural Maquinas Simples, ubicado en Miguel de Mendoza 39, a unas cuadras de la estación del metro Barranca del muerto, colonia Merced Gómez, alcaldía Álvaro Obregón, 01600, Ciudad de México, México. Funciones: sábados, a las 19 hrs;  domingos, a las 18 hrs. Aforo limitado a 20 personas.

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Guillermo Bejarano Becerril (Ciudad de México, 1998) poeta y estudioso de la literatura mexicana. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Ha colaborado en los proyectos Soga viviente y Vida y obra de José Juan Tablada. Ha publicado en las revistas: Revista Zur; Pérgola de humo; Punto en línea, Casa del tiempo, Pirandante. Revista de Lengua y Literatura Hispanoamericana, Revista Universitaria y más.

Algunas cosas necesarias: pensar en los propios afectos e historias

 Por Johana Trujillo A. (@jOTrujillA)

¿Cómo nuestras vidas cotidianas están atravesadas por ciertos tipos de violencias sistémicas del mundo contemporáneo? Tras un año de investigación al respecto, se estrena este 28 de septiembre Algunas cosas necesarias en A R T E O B R E R A, un Centro de Artes que se ha convertido en un referente social y cultural en la Colonia Obrera.

El proyecto está desarrollado como residencia en Arte Obrera con participantes de Cataluña y México; es coproducida por Mierda Bonita Producciones, Arte Obrera, Colectivo Otro Suelo, Trama Nimia AC. España y LCN escena. La dirección artística es de Mariana García Franco, con interpretaciones a cargo de César René Pérez, Minerva Bautista, Lara Hereu y Vera Rivas. Además, César René Pérez y Vera Rivas están a cargo del diseño multimedia.

“Lo que nos interesa y detonó este proyecto es la reflexión sobre dónde están puestos nuestros afectos, cómo vemos ese diagrama, un concepto que trajo Mariana García Franco de la arquitectura, que es cómo están estructurados nuestros afectos como personas”, comenta César René en entrevista para Distrito Teatral.

César y Vera se conocieron hace dos años cuando realizaban un proyecto sobre desigualdad y discriminación con artistas escénicos de Alemania e Italia. Pero es gracias a este proyecto, Algunas cosas necesarias, que para el diseño multimedia, encontraron afinidad en dónde están puestas esas estructuras afectivas, cómo las descubren, cómo hablan de ellas, cómo reflexionan al respecto y cómo las comparten con otras personas. “Una de las cosas que más nos importan a todo el equipo es que el espectador, con quien estamos compartiendo esto, pueda pensar en sus propios afectos e historias.”

Mariana, César René, Minerva, Lara y Vera tienen experiencias laborales diversas así como una forma particular de ver el mundo ya que Lara ha trabajado en teatro documental, además de que es española. A su vez, Mariana ha trabajado durante muchos años el cotidiano, los objetos y los afectos. Además, Minerva ha sido trabajadora del hogar y pertenece a una organización en pro de los derechos de estas mujeres pero inició su actividad teatral hace aproximadamente cuatro años. “Cuando las voy conociendo, veo esa historia de vida que tienen. Es muy interesante escuchar la mirada que tienen del mundo, sus opiniones y reflexiones porque las personas tenemos experiencias que nos hacen pensar como pensamos.”

Para César René era importante rescatar eso y ponerlo en diálogo. El valor de haberse reunido en este proyecto radica en su apertura al diálogo y en empezar a mirar los pequeños detalles de la vida cotidiana, que pueden pasar desapercibidas pero que sí importan como los afectos, las cosas que les importan y cómo su contexto lleva violencias sistémicas que van atravesando los cuerpos de las personas.

Por ejemplo, la mirada de dirección artística de Mariana guió el proceso de diálogo. “Llevamos por un largo tiempo diarios de trayecto que consta en escribir lo que para nosotros es representativo del trayecto de cuando sales de casa hasta cuando llegas a tu destino y de regreso, todo lo que pasa allí y a lo largo de los días”. Ese registro mostró cómo se enfrentan a distintos contextos, lo que se encuentran en la calle, los obstáculos, el tiempo en el transporte público, cómo es ese transporte público, clima, si están cansados o no, hay coincidencias; que escuchan, quienes están contigo, etcétera. “Cuando tienes esos registros y empiezas a ver esos paralelismos se manifiestan muchos detalles que enriquecen el diálogo creativo”.

Un encuentro para compartir la vida.

Para César y los proyectos que realizan en su organización LCN Escena lo importante es mirar las desigualdades como punto de vista desde dónde mirar, sin importar que el proyecto no se trate de ese tema en específico, pero lo atraviesa en la manera en que diseñan una gira o una propuesta. “Es un lugar desde el cual miramos porque la desigualdad, la precariedad permea nuestra vida así como también la de las personas con las que trabajamos”. Entienden el arte escénico como una oportunidad de encuentro desde lo afectivo para reflexionar sobre la vida que nos rodea y cómo la habitamos.

En esta ocasión, Algunas cosas necesarias les permite generar otro punto de vista donde la desigualdad está como eje pero “hablar de la parte afectiva y generar un encuentro entre las personas para compartir la vida.” El bagaje de Minerva Bautista permitió recuperar esta mirada y generar un proyecto con el cual dialogar y compartir un proceso creativo sin embargo, la llegada de Mariana García Franco, con la perspectiva que tiene del teatro, del cotidiano y como mirar la violencia, acabó de cerrar el proceso.

La mirada de dirección artística de Mariana permitió llevar el proceso de diálogo. “Llevamos por un largo tiempo diarios de trayecto que consta en escribir lo que para nosotros es representativo del trayecto de cuando sales de casa hasta cuando llegas a tu destino y de regreso, todo lo que pasa allí y a lo largo de los días”. Ese registro mostró cómo se enfrentan a distintos contextos, lo que se encuentran en la calle, los obstáculos, el tiempo en el transporte público, cómo es ese transporte público, clima, si están cansados o no, hay coincidencias; que escuchan, quienes están contigo, etcétera. “Cuando tienes  esos registros y empiezas a ver esos paralelamos se manifiestan muchos detalles que enriquecen el diálogo creativo”.

El proyecto pone en el centro los cuerpos de experiencia de sus participantes. En lugar de abordar estas violencias como “fenómenos sociales”, se profundiza en cómo han dejado marcas en los cuerpos, manifestándose en pensamientos, objetos y deseos microscópicos y cotidianos. Un ejemplo de esto en el cuerpo de César René es el trabajo. “Cuando no consigues el apoyo, hay pánico “uy, no va a haber este ingreso”. La reacción depende de tu contexto, es distinta, pero hemos normalizado vivir con esa angustia. Mariana dice que no se trata del día en el que reventaste sino todos los días que te estuviste sintiendo mal. El día de la muerte es la gran catástrofe pero son importantes los días previos”, aclara César René.

De hecho, para la directora de escena, Mariana García Franco, la pieza escénica “pretende generar un desplazamiento en el pensamiento que haga el ejercicio del encuentro no sólo entre las y los creadores sino con las y los espectadores a la manera en que Rolnik nos habla del encuentro y la posibilidad de generar otras miradas y caminos para transitar”. Para ella, también es un espacio para preguntarnos hacia dónde se puede seguir y de qué manera.

Así que sigan pendientes de la residencia de LCN Escénica en Arte Obrera que inicia con Algunas cosas necesarias, propuesta que parte del cuerpo de experiencia, el pensamiento periférico y la pieza artística como proceso para elaborar una reflexión sobre el cotidiano y la incidencia de este en las personas. Ofrecerán funciones el 28, 29 de septiembre y 5 y 6 de octubre en A R T E O B R E R A, ubicado en Isabel La Católica 231.

El día que las estrellas dejaron de brillar o la posibilidad de vivir (allá) en las estrellas

Por Guillermo Bejarano Becerril / Foto: @luis_quirozm

Actualmente, hablar de mundos imaginarios utópicos o distópicos es más una realidad que posibilidad, pues el curso de acciones y decisiones de los seres humanos (generalmente los poderosos, aquellos donde se concentra el “poder”) cada vez orillan más a uno a pensar en estas distopías que sólo aparecen en cuentos, novelas, películas como (posibles) realidades futuras porque existe y es evidente también la sobre explotación de recursos hídricos o minerales, la devastación de flora y fauna, el ascenso de la violencia, guerras constantes y con ello desapariciones o la muerte, por ejemplo. En pocas palabras, para algunas realidades, los escenarios son más desoladores que esperanzadores. Por ello la tendencia de caer en distopías más que en utopías. No obstante, como en toda época de despertares, de ser crítico y de visibilizar las cosas para no normalizarlas, el arte trátese de literatura, teatro o música por mencionar algunos ha apostado en denunciar y mostrar aquello que, a veces, se trata de negar u ocultar, tal como se verá a continuación.

Con elementos que remiten a la cultura pop, por ejemplo, la película 2001: odisea del espacio, dirigida por Stanley Kubrick, o los textos de los mayores referentes literarios de la ciencia ficción Isaac Asimov, Ray Bradbury, Stanisław Lem o Ursula K. Le Guin, quienes han desarrollado la idea de la vida en el espacio, las distopías, y, sobre todo, lo que muchas veces resulta incómodo pero es una realidad: la vida y la muerte a causa de la malas decisiones del individuo; o la literatura juvenil mexicana de Martha Riva Palacio, cazadora de sonidos y exploradora del espacio, o M. B. Brozon, la portavoz en evidenciar que los infantes y jóvenes quieren y necesitan ser escuchados, pues en su mundo, en sus palabras, todo es de una manera diferente y no tan alejada de la mirada de los adultos; sin embargo, estos dicen no entenderlos, es decir, los niños y jóvenes nombran el mundo con las herramientas que poseen, conocen y reconocen, y no porque quieran llevarles la contraria, solamente es un problema de comunicación y de significado.

La compañía teatral “Me dijo, Te dijo, Le dije” presentan la obra El día que las estrellas dejaron de brillar —escrita por Mariana Reskala y bajo la dirección de Ricardo Rodríguez— que cuenta la historia y el crecimiento de una niña que pierde a su papá, pero, al sólo contar con lo que se dice en las calles o en la televisión, asocia la desaparición de su padre con una abducción extraterrestre más que por una desaparición forzada: alguien sí se llevó a su papá, pero no alguien fuera de este mundo terrestre.

En sesenta minutos, las actrices Teté Espinoza (la mamá, voces, delincuentes, amigos y múltiples personajes) y Patricia Soto (la niña, la adolescente, la adulta) realizan una interesante ejecución teatral, pues consideran y apelan a dos intenciones: la primera, incluir al espectador para imaginar, materializar o colaborar con el pacto teatral de lo que sucede en el escenario, es decir, lo que se dice e incluye está ahí, ocupa ese espacio en la obra sin la necesidad de ver su forma, materia, el objeto; en segundo, cómo un niño, un joven y un adulto mira las cosas porque, entre más crece la protagonista, se incluyen personajes o se le atribuyen propiedades a la utilería que se encuentra en el escenario. Desde una silla que sirve de escalera a nave espacial, de computadora a motocicleta, de juegos de luces a musicalización —gracias a los trabajos de Sergio Lopez Vigerras y Yayo Villegas— es posible reconocer los cambios de escenas, de espacios y sobre todo que los espectadores estén al pendiente de la obra, pues resulta complejo mantener y retener la atención del público cuando las intervenciones con él son mínimas o nulas. Esto se debe a que, de pronto, las escenas y diálogos se perciben un poco largos porque oscilan entre imágenes que apelan a la realidad, a lo que cuenta la gente, a lo que dicen los medios, a lo que conoce uno y así incluir una escucha activa como una representación (no) total porque aquí es donde los espectadores ponen de su parte para entender lo que sucede en el escenario como en su día a día.

Para los tiempos recientes donde todo está a la mano, a un clic, resumido e inmediato, la propuesta teatral El día que las estrellas dejaron de brillar es una gran apuesta para crear un vínculo con el espectador que desea desafiarse a sí mismo por las cuestiones de poca escenografía, de imaginación, de reconocerse en la protagonista porque, en algún momento, también nombran o nombraron las cosas por lo que conocían y, sobre todo, que México y el mundo son lugares donde la desaparición forzada es una constante: es más posible desaparecer a manos del humano que de un ser de otro planeta. No obstante, también existe un poco de esperanza aun cuando todo parece terrible.

El día que las estrellas dejaron de brillar se presentará hasta el 10 de octubre en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, ubicado en Avenida Revolución 1500, esquina con Manuel M. Ponce, Guadalupe Inn, Álvaro Obregón, 01020 Ciudad de México, CDMX. Funciones sábados y domingos  a las 13:00 hrs.

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Guillermo Bejarano Becerril (Ciudad de México, 1998) poeta y estudioso de la literatura mexicana. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Ha colaborado en los proyectos Soga viviente y Vida y obra de José Juan Tablada. Ha publicado en las revistas: Revista Zur; Pérgola de humo; Punto en línea, Casa del tiempo, Pirandante. Revista de Lengua y Literatura Hispanoamericana, Revista Universitaria y más.

Mi corazón es una blanda furia

Por Viridiana Nárud

Es lunes, si no salgo a tiempo el tráfico podría hacer que mi trayecto dure dos horas en lugar de treinta minutos. Llego al Teatro La Capilla, espacio que permanece congelado en el tiempo, parece que comienza a mimetizarse con todos los fantasmas que la han habitado. Leo un libro en donde se me presentan las siguientes interrogantes: ¿Cuál es la función del arte? ¿Cuál es la función del teatro? Entro a ver Mi corazón es una blanda furia, escrita por José Emilio Hernández que busca emular el teatro del absurdo.

Un personaje delirante, un enloquecido por un amor que lo extravía hasta encontrar la muerte. La trama que presenta el autor es confusa, si bien es cierto que el absurdo en apariencia se encuentra carente de significado y sus diálogo caen en la repetición, siempre enuncia en su profundidad cuestionamientos existenciales del individuo y una crítica a la sociedad.

Aun cuando no se le asociara al autor con este género, la comedia en esta obra está muy bien llevada hasta el primer final, en donde el autor termina diciendo que su corazón es una blanda furia, sin embargo, decide llevar más lejos la paciencia del espectador haciendo peripecias que no tienen lógica dentro del texto y que sólo aumentan el morbo del espectador-voyeur. Remarco lo siguiente: la capacidad del autor de saber llevar la comedia es hilarante.

Ahora hablemos de la actuación de Héctor Sandoval. La interpretación de este actor nos recuerda cómo un gran actor puede hacer de un texto de mediana fuerza, una gran puesta en escena. Su capacidad de entender el género e interpretarlo desde una realidad dolorosa del personaje, y no con la hilaridad propia del texto, nos hace como espectadores sentir de manera desgarradora y cómica la profunda soledad de este personaje. Un hombre que ama con locura a Adal Ramones y que está dispuesto a todo incluso a morir con tal de volver a ver a su amado.

El ritmo de la obra es muy bien entendido ya que como espectadores nos hace transitar desde la risa, el morbo de lo obsceno hasta el dolor de un hombre que se encuentra perdido desde que perdió su gran amor. Esto nos hace ver que la directora Laura Margarita ha comprendido a la perfección el texto. Con elementos mínimos de producción tienen como resultado que toda la atención se vuelque en el actor. Esto nos recuerda que a veces menos es más y que para hacer teatro sólo se necesita un actor en el escenario y el público.

Para responder a las preguntas con las que inicié esta obra: El arte es un encuentro de paz, el artista se encuentra encargado de brindar significado a la vida del ser humano. De eso depende la transcendencia de la obra, de su capacidad de revelar símbolos e imágenes a quien lo consume. Mi corazón es una blanda furia es una obra en donde los hilos de la trama a pesar de su absurdo no logra hilarse, lo que también habla de nuestro presente; la actuación de Héctor Sandoval y la dirección de Laura Margarita demuestran el viaje quijotesco de los artistas: Hacer teatro aun para no vencer. Estos dos últimos revelan la emoción humana y locura que deja el desamor, el extravío que este provoca. Ahí radica la humanidad.

La obra se presenta los lunes a las 20:00 hrs hasta el 7 de octubre en el Teatro La Capilla (Madrid #13, Del Carmen, Coyoacán). Entrada general $250. Compra de boletos en boletopolis.com

 


VIRIDIANA NÁRUD. Escritora por necesidad, teatrera por convicción. Ha trabajado como directora, dramaturga y productora teatral, ha presentado obras en foros alternativos como: El Trolebús Escénico, Foro Shakespeare, Pandeo, Lucerna… Muchas veces se ha preguntado el por qué habría de escribir. Llegó a una conclusión: la realidad no le es suficiente. Cree que el mundo exterior tiene que ser revelado a través de esclarecimiento de las ideas y por ello el ejercicio de la crítica es fundamental. Egresada de la Escuela de Escritores SOGEM.

La señora de la radio, una historia entrañable

Por Johana Trujillo (@jOtrujilloA)

El escenario del Teatro El Granero se convierte en la casa de una niña que vive con su amá, quien cosecha maíz. Uno de sus placeres es chopear el pan y escuchar a la señora de la radio. De su mamá aprendió que todos estamos destinado a ser desde que nacemos. Así que cuando descubre que hablar en la radio es un trabajo, ser locutora se vuelve su sueño. Sin embargo, cuando su madre no regresa a casa en varios días, emprende una aventura en busca de ella acompañada siempre de la voz de La Señora de la Radio.

El espacio escénico de Airam Castillo utiliza ladrillos, palos de madera, escaleras, cucharas y huacales para evocar los espacios en los que va sucediendo la historia, desde la casa de la niña pasando por su escuela y el campo. Si bien se apoyan en la iluminación de Alita Escobedo y el diseño sonoro de David Almaga para recrear los ambientes y evocar las imágenes, el trabajo actoral de Belén Mercado es lo que más nos adentra a la historia y sus personajes desde la mirada ingenua de su protagonista. Una experiencia de belleza visual, sonora y actoral que estimula nuestra imaginación.

La Señora de la Radio es un texto entrañable de Mariana Teyer, que bajo la dirección de Gabriela Guraieb, la producción de Joana Núñez y la interpretación de Belén Mercado, me recordó lo que es ser valiente, atreverte a ir por lo que quieres, defenderte, honrar quien eres aunque el mundo te quiera forzar a dejar de ser tú y en el camino te encuentres retos.

La puesta en escena nos invita a cumplir sueños, atrevernos a soñar y creer que todo es posible si queremos. Invita a ver las dificultades de la vida con esperanza, confiando que en el camino habrá personas que nos quieren ayudar, que pueden entender por lo que estamos pasando y sólo querer que logremos lo que queremos.

Para un público mayor de 10 años, este monólogo nos toca el corazón explorando otra forma de hablar de la desaparición y la violencia así como el valor de la gente que trabaja en el campo para la alimentación de las personas mostrando una posibilidad de conversar de temas complejos desde la experiencia de las infancias. En un mundo que se empeña en los discurso apocalípticos o de “nada cambia”, este texto me recordó que quienes escribimos podemos contribuir desde la esperanza.

Estará en temporada todos los sábados y domingos a las 12:30 hrs (excepto 15 y 29 de septiembre) hasta el 10 de noviembre. Se presenta en el Teatro El Granero, Xavier Rojas del Centro Cultural del Bosque, ubicado en Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n. El costo de la entrada es de $80 y se adquieren en taquilla o en teatro.inba.gob.mx

Cartografías de la memoria

Por Johana Trujillo / Fotos: TransLímite [alternativa-escénica]

La oscuridad es un momento de introspección lleno de oportunidades. ¿Cuántas posibilidades has encontrado ahí? Cartografías de la memoria es interpretado por Erika Bernal y Marco Antonio Martínez. Una mesa rectangular con ruedas, un micrófono, una pantalla blanca para proyectar video y sus acciones en escena es lo que nos va adentrando a sus historias.

Erika Bernal es psicóloga y pertenece a la compañía Teatro Ciego Mx desde el 2007, en la que se desempeña como actriz e investigadora teatral. Actualmente forma parte del equipo directivo del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, en el que brinda apoyo terapéutico a las personas privadas de la libertad con y sin discapacidad. Por su parte, Marco Antonio Martínez es actor base de la compañía Teatro Ciego Mx desde el 2009. Pertenece a “Ojos que sienten”, fundación que integra a personas ciegas y con baja visión a través de la fotografía.

Ellos nos comparten un poquito de su ceguera. Nosotros cómo público los espiamos mientras ellos trazan un mapa de sus recuerdos. Por ejemplo, el padre de Érika fue ingenioso en buscar que su niña ciega fuera una mujer plena: le repetía constantemente que está orgullo de ella, la hacía sentir que cualquier pequeño logro es maravilloso; permanecía con ella, paciente a pesar de desplantes o ser juzgado. Le recordó, siempre que pudo, cuatro cosas que siempre debía tener: fe en Dios, ganas de vivir, fuerza de voluntad y valor. Fue creativo para enseñarle con un recorrido táctil como llegar al metro de la Ciudad de México.    

En cuanto a Marco, nos lleva por un recorrido en su casa. Nos hace saber lo pesada que es una puerta antes de subir a su taller de carpintería. Dónde se ubica el cuarto de su mamá y de su hermana y hasta la estética de su mamá. Vemos el camino que ha visto tantas veces al salir de su casa pero que nunca creyó que un día llegaría a ser el último día en que dejaría de ver ese camino, a sus sobrinos, a sus hermanos o a su mamá. Siempre que alguien le pregunte “¿cómo ves?”, él les responde “gris”.

Entrar a sus recuerdos es mapear al ser humano: deseos, juegos, dolores, espacios, familia, recuerdos, memoria. La memoria también se ve en escena. En el piso está marcado su recorrido en escena. Verlos en este performance me recuerda que las habilidades se desarrollan y que más allá de la vista, percibimos y es por la percepción que nos orientamos, identificamos cosas, “vemos” sin necesariamente ver.

Desde la mirada del teatro documental, el lenguaje cinematográfico y la experimentación transmedia, Cartografías de la memoria, con dirección y concepto de Myrna Moguel, es una producción de TransLímite [alternativa-escénica] y Teatro Ciego MX. Estará en temporada hasta el 10 de septiembre, los lunes y martes a las 8:00 pm en el Teatro Orientación Luisa Josefina Hernández, del Centro Cultural del Bosque ubicado en Paseo de la Reforma esq. Campo Marte s/n, Col. Chapultepec Polanco.

Teatro Ciego MX y TransLímite [alternativa-escénica]

Teatro Ciego es una compañía que promueve la inclusión de personas con discapacidad visual a través de las artes escénicas, fomentando así, una cultura teatral incluyente que se basa en el respeto y la equidad de oportunidades. Produce proyectos artísticos de calidad, donde los protagonistas son la obscuridad, el sonido, la palabra y el desarrollo de la imaginación. Por su parte, TransLímite [alternativa-escénica] es un espacio interdisciplinario cimentado en la investigación, la pedagogía y la creación de proyectos enfocados en las artes vivas. Van más allá de sus fronteras culturales, sociales y políticas para llegar a diferentes linderos artísticos, estéticos y comunitarios.

 


JOHANA TRUJILLO. Espectadora del teatro cultural de CDMX desde 2007. Siempre gustosa de ir al encuentro con una obra de teatro y contar sobre ese encuentro. Fundadora y editora de Distrito Teatral desde 2012. Diseñadora gráfica que también diseña estrategias de comunicación y crea contenido para proyectos culturales y ambientales.

Un intruso: El seguro popular no cubre heridas de amor ni otros males o la “dramatización” de una(s) realidad(es)

Por Guillermo Bejarano Becerril / Foto: Ed Quezada

El amor es un tema universal que permea a todas las artes y otros ámbitos del ser humano, tales como la literatura, la música, la pintura, el teatro o su día a día. Para la obra Un intruso: El seguro popular no cubre heridas de amor ni otros males escrita y dirigida por  Iankarla Castillo Jiménez—, el amor se presenta como un mero pretexto. Por primera vez se relega o no se apela a los teóricos y exponentes que más de una vez se cita o se evoca cuando se trata sobre el amor —por mencionar algunos: El banquete de Platón, Amor y Occidente de Denis de Rougemont, La llama doble de Octavio Paz o El arte de amar de Erich Fromm—.

Esta pieza teatral podría reseñarse o, mejor dicho, resumirse como lo hacen algunos sitios web: “Un grupo de actores se sumerge en una farsa existencialista al improvisar una historia de amor. Pero cuando uno de ellos descubre que tiene cáncer (anemia), desata una serie de burlas sobre el sistema de salud y los costosos medicamentos. La enfermedad se convierte en metáfora de la fragilidad humana y la absurda naturaleza de la vida, mientras el humor ácido prevalece en toda la trama”. Es sólo la punta del iceberg para convencer a un espectador a asistir a verla porque la obra va más allá.

La obra se reparte en tres actos-momentos, que explican los actores involucrados desde un inicio —Yuly Moscosa, Óscar Gordillo, Cuauhtli Jiménez/Raúl Díaz (alternan actuaciones) y Alina Maldonado— para que el público siga la historia y no piense que son ajenas. La puesta en escena es una obra de teatro lineal que versa sobre viajes, el amor, una pelea entre las células al interior del cuerpo (los glóbulos rojos y blancos), la música —se debe de recordar que hubo épocas donde el IMSS proyectaba comerciales musicalizados (al ritmo de cumbias) para hacer conciencia en los derechohabientes y así acudieran a sus clínicas de salud—, y una crítica al sistema de salud pública.

Este sistema público mexicano, en ocasiones, también es restrictivo y hasta condicional ya que se cuenta con un sistema de salud público (servicio provisto por el Estado, donde acuden las personas que no cuentan con un seguro o no pueden costear los servicios privados pero se registran al seguro, llámese hoja de gratuidad, Seguro Popular, Insabi, etc, etc.); el IMSS (institución que provee servicios de salud para todos los trabajadores que sirven a un “patrón”, institución y servicio que uno más desea, cuando no se tiene la posibilidad de costear un tratamiento grave u otros problemas, y que parte de la población mexicana cuenta con este porque es el lugar que, aun después de sus trabas burocráticas, esperas y trámites, sabes que te proporcionará el pago de una incapacidad, correrá con los gatos de un tratamiento, cirugía, estudio o padecimiento —ya sea de apéndice, de un hueso roto o que cubra a una parte de la familia—); o el ISSSTE (la institución que provee servicios para los trabajadores del Estado, es decir, maestros, policías, pero que rara vez trata a políticos, militares, empresarios, ya que estos sí pueden costear un “servicio de salud de primera” o porque cuentan con su propia dependencia de salud).

Un intruso: El seguro popular no cubre heridas de amor ni otros males no es sólo el reconocimiento de los problemas y carencias que existen en la política de salud mexicana, sino que también es la valorización de las personas que, a veces, no reciben un reconocimiento o visibilidad en una obra de teatro. Para esta obra, cada miembro realiza un trabajo excepcional para que el espectador sepa en dónde está o recuerde qué se está contando. Desde la iluminación y escenografía —a cargo de Ricardo Salgado—, se le dice al espectador que está viendo una obra de teatro que trata sobre la realización de una escena-improvisación teatral y que, en momentos, incluirá al espectador como a otros elementos metateatrales; que se está en el interior del cuerpo humano o que se está fuera de él; que, la musicalización y efectos de sonidos —a cargo de Alina Maldonado—, las transiciones de escenas, de movimientos y todo lo que sucede son una desautomatización para el espectador porque esto “no cabría en el teatro tradicional”; que los títeres —asesoría en manipulación de títere a cargo de Amaranta Leyv— no sólo son parte o están dirigidos al “teatro infantil”, sino que con estos también es posible jugar con una historia o proponer un personajes que siempre está pero no se expresa, pues el espectador lo ve y lo considera como una extensión más de los involucrados.

La obra es una clara muestra de que es posible denunciar y materializar cosas que pasan desapercibidas cuando son una constante para muchos y muchas, es decir, de aquellos que no pueden contemplar en sus gastos esta “seguridad” porque hay un mundo detrás, por ejemplo, la renta, subsistir, los gastos en transporte, los ingresos inconstantes e inestables. Es una apuesta teatral que con un humor provoca un despertar para ser más críticos pues no es el hecho de estar asegurado, sino comprender cómo es desigual acceder a un sistema público o la precarización de médicos, actores o, sobre todo,  freelance.

Un intruso: El seguro popular no cubre heridas de amor ni otros males se presentará hasta el sábado 14 de septiembre en el Teatro El Galeón, Abraham Oceransky del Centro Cultural del Bosque (CCB), Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n. Funciones jueves y viernes a las 20:00 hrs, sábados a las 19:00 hrs y domingos a las 18:00 hrs.


GUILLERMO BEJARANO BECERRIL (Ciudad de México, 1998) poeta y estudioso de la literatura mexicana. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Ha colaborado en los proyectos Soga viviente y Vida y obra de José Juan Tablada. Ha publicado en las revistas: Revista Zur; Pérgola de humo; Punto en línea, Casa del tiempo, Pirandante. Revista de Lengua y Literatura Hispanoamericana y más.

28 metros sobre el nivel del mar o la posibilidad de contar más de una historia

Por Guillermo Bejarano Becerril

En la literatura, es constante encontrarse con la presencia del mar. Dicho motivo ha provocado que muchos escritores ahonden sobre su presencia, naturalidad y misterio, que gira alrededor de su existencia. El mar no es una cosa fácil de explicar, ya sea que dentro, fuera o a las orillas de él habite vida —las muchas especies conocidas y desconocidas o los mismos seres humanos que viven en esos espacios o en las cercanías— o ya sea que su contemplación provoque una reflexión filosófica: el mar es eso y más. Ejemplos de todo lo anterior, por mencionar algunos, son: la obra del francés Jules Michelet, El mar (1861), que aborda el impacto del océano en la humanidad; la novela del cubano Reinaldo Arenas, Otra vez el mar (1982), donde en el mar suceden y se alberga muchos misterios, vidas y aventuras o la novela juvenil Las sirenas sueñan con trilobites (2011), de la mexicana Martha Riva Palacio, que presenta al mar como un lugar de refugio, pero a la vez peligroso. Sin embargo, desde el teatro, qué se ha hecho en América, qué han hecho los dramaturgos, gente que vive y tiene de cerca, por mencionar, a los océanos Pacifico y Atlántico. Resulta curioso y hasta provocador saber cómo se presenta en el teatro el mar, pues pocos son los casos, por ejemplo, el guión dramático de “Orinoco” de Emilio Carballido (1925-2009) o las tres piezas “El velero en la botella”, “El naufragio interminable” y “Un corazón lleno de lluvia” del chileno-argentino Juan Díaz (1930-2007). No obstante, se une una obra más a la lista, como muestra de representación del mar, que se reseña a continuación: 28 metros sobre el nivel del mar.

Hablar sobre la puesta en escena 28 metros sobre el nivel del mar —escrita y dirigida por Esmeralda Aragónes— es también hablar de muchas cosas que involucran realidades, problemáticas ajenas y propias, de México como del mundo, pues, a través de sesenta minutos, la obra cuenta ocho historias que evocan la vida en pareja, la vida en provincia, las regresiones en el tiempo, el retorno de los muertos, la infancia, la vida de escuela, la violencia, la diversidad sexual, la memoria, la pandemia pero, sobre todo, la importancia que tiene el mar en la vida de cada individuo, pues del mar, sin importar de qué especie, se trate: se nace, se alberga y crece vida.

Con un léxico y con menciones específicas a ciertas localidad de la Chontal Baja de Oaxaca —la playa La Ensenada y de donde se retoma el nombre porque se hace hincapié a lugares situados a 28 metros sobre el nivel del mar: El Coyul, Morro Ayuta, Río Seco, Tapanalá, Santa María—, la compañía teatral “Pelo de Gato, un ojo al teatro y otro al garabato” realiza un trabajo actoral sorprendente. Desde que se entra a la sala, una cortina de humo recibe a los espectadores en señal de que ingresan a la memoria, a terrenos donde se evapora el agua y se condensa en nube-neblina. Por si esto no fuera suficiente, a través de las ocho escenas que se ejecutan en el escenario, las actuaciones de Gustavo Martínez y Rosario Sampablo, que se complementan, son asombrosas por lo estudiado que tienen a sus personajes, los cambios de voces para que no confundan al espectador y no se requiera a otros actores/personajes, la rapidez en que adaptan el escenario para cada escena, sin olvidar el juego de sombras que ambos ejecutan gracias a la iluminación —a cargo de Felisa Vargas “Bobby Watson”—, así como los contrastes entre luz y oscuridad, las luces que destacan a personajes o las luces que coordinan movimientos, cambios y transiciones. No sin olvidar que parte de la ambientación también se debe a la musicalización —a cargo de Eric Barrita y Rodrigo Pereyra, Yanin Arroyo, David Ruiz, Alejandro Hernández, Rodrigo Pereyra, Eric Barrita— de todos los miembros que interpretan un instrumento o sonido. Asimismo, se debe de destacar el vestuario y la escenografía —de Roger Emilio Zi Chim— que, por lo visto, pensó en la practicidad y funcionalidad para que no se perdiera tiempo entre cambios o que los espectadores vieran lo instantáneo de cada de historia, no como una continuidad sino como historias diferentes, es decir, cosas que suceden en un mismo lugar, pero que no se conectan o que, aparentemente, no lo están, pues, después de todo, en una comunidad: todo sí está conectado, unido; aunque no lo parezca.

La importancia y valía de la obra teatral 28 metros sobre el nivel del mar no es sólo el contacto, referencias o guiños a otras artes —como es la literatura— o el desarrollo de temas universales —el tiempo, el amor, la diversidad sexual—, sino que es una representación y un recordatorio de todos los pueblos que habitan, viven y conviven con el mar: en este caso, las comunidades del estado de Oaxaca y su proximidad con el Océano Pacifico. Luego de esta puesta en escena y con cada miembro que integra la misma, es posible afirmar que se unen a la lista de estos hombres y mujeres —Andres Henestrosa o Irma Pineda por nombrar algunos— que han tratado de compartir, no sólo una perspectiva de la vida, sino un pedazo, un fragmento de su tierra: el istmo de tehuantepec, del estado de Oaxaca.

28 metros sobre el nivel del mar se presentará hasta el 8 de septiembre en la sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque (CCB), Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n. Funciones jueves y viernes a las 20:00 hrs, sábados a las 19:00 hrs y domingos a las 18:00 hrs.

 


GUILLERMO BEJARANO BECERRIL (Ciudad de México, 1998) poeta y estudioso de la literatura mexicana. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Ha colaborado en los proyectos Soga viviente y Vida y obra de José Juan Tablada. Ha publicado en las revistas: Revista Zur; Pérgola de humo; Punto en línea, Casa del tiempo, Pirandante. Revista de Lengua y Literatura Hispanoamericana y otras más.