Casquito: los padres como referentes a imitar

Por Johana Trujillo (@jOtrujilloA) / 23.10.22

 

Gracias al Circuito Nacional de Artes Escénicas Chapultepec: Teatro y Espacios Independientes del Centro Cultural Helénico, la compañía Pochota Teatro trajo a San Cristóbal de Las Casas Casquito, una obra escrita e interpretada por Joan Alexis Robles, pensada para la comunidad de Cabeza de Toro, una localidad a orillas de Laguna Pampa La Joya, en el municipio de Tonalá, Chiapas. Este unipersonal tiene como objetivo, desde su concepción, ofrecer un montaje divertido y reflexivo a la vez para que la comunidad se interese en el teatro, por eso, los personajes utilizan el lenguaje de la costa chiapaneca.

 

Casquito nos da a conocer la historia de un niño de tres años que vive en una pequeña comunidad pesquera a orillas del manglar chiapaneco. Narra cómo crece en la pampa turula teniendo a su padre como ejemplo. Con la luz, el espacio y el manejo corporal del actor, el unipersonal aborda cómo los niños ven a los adultos de su comunidad como referentes. Entre los personajes están los padres de Casquito y su amigo Bodoque.

 

Si bien no está basada en hechos reales ni es autobiográfica, recopila diversas problemáticas que suceden en Cabeza de Toro, como el abuso infantil o el uso del poder y el sexo como un elemento machista, muy presente también en las comunidades indígenas del estado. Con una mirada fársica, Casquito nos muestra cómo la comunidad alrededor de este niño afecta irremediablemente su comportamiento.

 

En el conversatorio al final de la función en Patio Petul, Joan Alexis compartió que en Cabeza de Toro su principal público son niños porque “les urge crecer” y quieren ser como los adultos. También comentó que en las escuelas de teatro se les dice que el teatro tiene un impacto y cambia conciencias. Dado que “en una gran ciudad son rostro que no vuelves a ver y no sabes qué impacto pueden tener”, decidió irse a su pueblo a responder la pregunta “¿una obra es capaz de cambiar a alguien?” Al día de hoy no lo ha percibido claramente, pues para los niños el personaje es “un cojelón que dice muchas groserías”, todavía no ven lo que trata de decirles a lo adultos, pero seguirá montando otras obras para encontrar respuestas.

 

Aún existen comunidades indígenas en Chiapas, Guerrero y Oaxaca que se rigen por usos y costumbres. Incluso en algunas de ellas continúa la práctica de vender a las hijas para casarlas, aunque el comprador sea mucho mayor que ellas, incluso a cambio de cervezas o animales. El machismo deslegitima su opinión y se tiende a culpabilizarlas por la situación de violencia en la que viven. Es un cambio cultural lento en el que Casquito puede contribuir como una actividad detonadora de diálogos, principalmente para la mujeres de cualquier comunidad que asistan y se vean “quebradas, pensativas” o que sólo logren expresar “es lo que sucede, es duro verlo así”.