EN CASA EN EL ZOO

Por Viridiana Nárud @viridianaeunice

Cuando uno asiste al teatro lo hace por una necesidad de que se le sea dicho algo. Aristóteles le llamaba catarsis. Si bien es cierto que en una sociedad donde los dioses se encuentran muertos y los rituales inexistentes, aún se puede percibir en el ser humano esa necesidad de ser purificado, purgado de aquello que nos afecta en el día a día.

La afección no sólo debería ser por parte del espectador, sino también para el actor que, en la actualidad, funciona como guía de una sociedad ciega destinada al fracaso. “En casa en el zoo”, obra escrita por Edward Albee, habla de una pareja norteamericana de los años 60, en apariencia perfecta, pero llena de secretos. Peter, interpretado por Odiseo Bichir, es un hombre de modales exquisitos quien posee a una mujer hermosa. Itari Marta interpreta a una esposa que en un inicio la rigidez de su cuerpo, parecido al de una Barbie, se descompone conforme habla de sus verdaderos deseos y su fastidio ante una vida civilizada, llena de amor y perfección. El amor y su familia no le son suficientes llegandoy llega a cuestionar a su esposo si él posee las agallas que necesita para ser amado.

Abatido por las interrogantes de su mujer y saber que la perfección no es suficiente para vivir una vida humana, Peter sale al parque a reflexionar un poco. Aquí se encuentra con lo que algunos llaman un loco, sin embargo, Jerry, interpretado por Bruno Bichir, es el hombre consumido por las ciudades y la idea del progreso. Jerry es un hombre miserable que vive en una casa de huéspedes en condiciones inhumanas, con espíritu elevado y sumamente sensible.
Así que tenemos frente a nosotros espectadores, a dos personajes insatisfechos de su realidad. Peter, el hombre que el progreso y la educación han moldeado. Incapaz de cogerse a su esposa con bestialidad. Y Jerry, un hombre a quien el progreso aísla de las ciudades y lo mantiene marginado en un barrio en donde la pobreza son protagonistas y quien jamás ha hecho el amor con “las damitas”. Dos hombres distintos en apariencia, se encuentran unidos no sólo por el azar, sino por la soledad.

Más allá de los temas visibles de la obra, como la falta de comunicación con el otro, los secretos, el malestar de la cultura; se nos presentan personajes vacíos que cuestionan la crueldad del amor. Porque en épocas en donde el horror, la violencia son protagonistas y la retórica se ha apropiado de las palabras, el entendimiento humano se extravía y no sabe ya expresarse. Quizá por ello sea necesario regresar a los alaridos animales para que la palabra retome su fuerza y el amor vuelva a ser protagonista de nuestros deseos.
Dejar ese vacío que las ciudades y el progreso han impuesto en los hombres, dejar de marginar a hombres como Jerry que creen que dios es “una negra vestida”, dejar de creernos civilizados y escuchar al otro, no sólo con las palabras sino con el silencio que habita tras ser pronunciadas. es lo que me ha hecho pensar y sentir esta puesta en escena.

Una vez escuché a Bruno Bichir en conferencia decir: Uno se sube al escenario para enamorar al otro. Desde entonces, pienso en el actor como un seductor, un incitador que nos abre puertas a otros mundos. Si logra enamorar al espectador, éste sufrirá de un extravío en donde su vida cambia de forma permanente. Por ello son necesarias las artes y por ello es necesario ver puestas en escena en donde los actores y el espectador son transformados.
La puesta en escena dirigida por Weinstock es poco arriesgada y es que no es necesario arriesgar más, el texto es portentoso y se necesita de actores que lo entiendan y emocionen al público. Existen dos giros en esta puesta en escena uno, se sitúa en los años 70 y, dos, el humor negro. Muy gratificante. “La casa en el zoo” es una obra necesaria no sólo para entendernos mejor como sociedades o individuos, sino porque en su crueldad encierra belleza y cada risa sirve como purgante de nuestros secretos.

LA CASA EN EL ZOO
De Edward Albee
Dirección: Víctor Weinstock
Con: Itari Marta, Bruno Bichir y Osideo Bichir
Sábados 8pm y domingos 6pm
Foro Shaskespeare (Zamora 7, Condesa)
Hasta el 27 de agosto

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