El día que las estrellas dejaron de brillar o la posibilidad de vivir (allá) en las estrellas

Por Guillermo Bejarano Becerril / Foto: @luis_quirozm

Actualmente, hablar de mundos imaginarios utópicos o distópicos es más una realidad que posibilidad, pues el curso de acciones y decisiones de los seres humanos (generalmente los poderosos, aquellos donde se concentra el “poder”) cada vez orillan más a uno a pensar en estas distopías que sólo aparecen en cuentos, novelas, películas como (posibles) realidades futuras porque existe y es evidente también la sobre explotación de recursos hídricos o minerales, la devastación de flora y fauna, el ascenso de la violencia, guerras constantes y con ello desapariciones o la muerte, por ejemplo. En pocas palabras, para algunas realidades, los escenarios son más desoladores que esperanzadores. Por ello la tendencia de caer en distopías más que en utopías. No obstante, como en toda época de despertares, de ser crítico y de visibilizar las cosas para no normalizarlas, el arte trátese de literatura, teatro o música por mencionar algunos ha apostado en denunciar y mostrar aquello que, a veces, se trata de negar u ocultar, tal como se verá a continuación.

Con elementos que remiten a la cultura pop, por ejemplo, la película 2001: odisea del espacio, dirigida por Stanley Kubrick, o los textos de los mayores referentes literarios de la ciencia ficción Isaac Asimov, Ray Bradbury, Stanisław Lem o Ursula K. Le Guin, quienes han desarrollado la idea de la vida en el espacio, las distopías, y, sobre todo, lo que muchas veces resulta incómodo pero es una realidad: la vida y la muerte a causa de la malas decisiones del individuo; o la literatura juvenil mexicana de Martha Riva Palacio, cazadora de sonidos y exploradora del espacio, o M. B. Brozon, la portavoz en evidenciar que los infantes y jóvenes quieren y necesitan ser escuchados, pues en su mundo, en sus palabras, todo es de una manera diferente y no tan alejada de la mirada de los adultos; sin embargo, estos dicen no entenderlos, es decir, los niños y jóvenes nombran el mundo con las herramientas que poseen, conocen y reconocen, y no porque quieran llevarles la contraria, solamente es un problema de comunicación y de significado.

La compañía teatral “Me dijo, Te dijo, Le dije” presentan la obra El día que las estrellas dejaron de brillar —escrita por Mariana Reskala y bajo la dirección de Ricardo Rodríguez— que cuenta la historia y el crecimiento de una niña que pierde a su papá, pero, al sólo contar con lo que se dice en las calles o en la televisión, asocia la desaparición de su padre con una abducción extraterrestre más que por una desaparición forzada: alguien sí se llevó a su papá, pero no alguien fuera de este mundo terrestre.

En sesenta minutos, las actrices Teté Espinoza (la mamá, voces, delincuentes, amigos y múltiples personajes) y Patricia Soto (la niña, la adolescente, la adulta) realizan una interesante ejecución teatral, pues consideran y apelan a dos intenciones: la primera, incluir al espectador para imaginar, materializar o colaborar con el pacto teatral de lo que sucede en el escenario, es decir, lo que se dice e incluye está ahí, ocupa ese espacio en la obra sin la necesidad de ver su forma, materia, el objeto; en segundo, cómo un niño, un joven y un adulto mira las cosas porque, entre más crece la protagonista, se incluyen personajes o se le atribuyen propiedades a la utilería que se encuentra en el escenario. Desde una silla que sirve de escalera a nave espacial, de computadora a motocicleta, de juegos de luces a musicalización —gracias a los trabajos de Sergio Lopez Vigerras y Yayo Villegas— es posible reconocer los cambios de escenas, de espacios y sobre todo que los espectadores estén al pendiente de la obra, pues resulta complejo mantener y retener la atención del público cuando las intervenciones con él son mínimas o nulas. Esto se debe a que, de pronto, las escenas y diálogos se perciben un poco largos porque oscilan entre imágenes que apelan a la realidad, a lo que cuenta la gente, a lo que dicen los medios, a lo que conoce uno y así incluir una escucha activa como una representación (no) total porque aquí es donde los espectadores ponen de su parte para entender lo que sucede en el escenario como en su día a día.

Para los tiempos recientes donde todo está a la mano, a un clic, resumido e inmediato, la propuesta teatral El día que las estrellas dejaron de brillar es una gran apuesta para crear un vínculo con el espectador que desea desafiarse a sí mismo por las cuestiones de poca escenografía, de imaginación, de reconocerse en la protagonista porque, en algún momento, también nombran o nombraron las cosas por lo que conocían y, sobre todo, que México y el mundo son lugares donde la desaparición forzada es una constante: es más posible desaparecer a manos del humano que de un ser de otro planeta. No obstante, también existe un poco de esperanza aun cuando todo parece terrible.

El día que las estrellas dejaron de brillar se presentará hasta el 10 de octubre en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, ubicado en Avenida Revolución 1500, esquina con Manuel M. Ponce, Guadalupe Inn, Álvaro Obregón, 01020 Ciudad de México, CDMX. Funciones sábados y domingos  a las 13:00 hrs.

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Guillermo Bejarano Becerril (Ciudad de México, 1998) poeta y estudioso de la literatura mexicana. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Ha colaborado en los proyectos Soga viviente y Vida y obra de José Juan Tablada. Ha publicado en las revistas: Revista Zur; Pérgola de humo; Punto en línea, Casa del tiempo, Pirandante. Revista de Lengua y Literatura Hispanoamericana, Revista Universitaria y más.

Mi corazón es una blanda furia

Por Viridiana Nárud

Es lunes, si no salgo a tiempo el tráfico podría hacer que mi trayecto dure dos horas en lugar de treinta minutos. Llego al Teatro La Capilla, espacio que permanece congelado en el tiempo, parece que comienza a mimetizarse con todos los fantasmas que la han habitado. Leo un libro en donde se me presentan las siguientes interrogantes: ¿Cuál es la función del arte? ¿Cuál es la función del teatro? Entro a ver Mi corazón es una blanda furia, escrita por José Emilio Hernández que busca emular el teatro del absurdo.

Un personaje delirante, un enloquecido por un amor que lo extravía hasta encontrar la muerte. La trama que presenta el autor es confusa, si bien es cierto que el absurdo en apariencia se encuentra carente de significado y sus diálogo caen en la repetición, siempre enuncia en su profundidad cuestionamientos existenciales del individuo y una crítica a la sociedad.

Aun cuando no se le asociara al autor con este género, la comedia en esta obra está muy bien llevada hasta el primer final, en donde el autor termina diciendo que su corazón es una blanda furia, sin embargo, decide llevar más lejos la paciencia del espectador haciendo peripecias que no tienen lógica dentro del texto y que sólo aumentan el morbo del espectador-voyeur. Remarco lo siguiente: la capacidad del autor de saber llevar la comedia es hilarante.

Ahora hablemos de la actuación de Héctor Sandoval. La interpretación de este actor nos recuerda cómo un gran actor puede hacer de un texto de mediana fuerza, una gran puesta en escena. Su capacidad de entender el género e interpretarlo desde una realidad dolorosa del personaje, y no con la hilaridad propia del texto, nos hace como espectadores sentir de manera desgarradora y cómica la profunda soledad de este personaje. Un hombre que ama con locura a Adal Ramones y que está dispuesto a todo incluso a morir con tal de volver a ver a su amado.

El ritmo de la obra es muy bien entendido ya que como espectadores nos hace transitar desde la risa, el morbo de lo obsceno hasta el dolor de un hombre que se encuentra perdido desde que perdió su gran amor. Esto nos hace ver que la directora Laura Margarita ha comprendido a la perfección el texto. Con elementos mínimos de producción tienen como resultado que toda la atención se vuelque en el actor. Esto nos recuerda que a veces menos es más y que para hacer teatro sólo se necesita un actor en el escenario y el público.

Para responder a las preguntas con las que inicié esta obra: El arte es un encuentro de paz, el artista se encuentra encargado de brindar significado a la vida del ser humano. De eso depende la transcendencia de la obra, de su capacidad de revelar símbolos e imágenes a quien lo consume. Mi corazón es una blanda furia es una obra en donde los hilos de la trama a pesar de su absurdo no logra hilarse, lo que también habla de nuestro presente; la actuación de Héctor Sandoval y la dirección de Laura Margarita demuestran el viaje quijotesco de los artistas: Hacer teatro aun para no vencer. Estos dos últimos revelan la emoción humana y locura que deja el desamor, el extravío que este provoca. Ahí radica la humanidad.

La obra se presenta los lunes a las 20:00 hrs hasta el 7 de octubre en el Teatro La Capilla (Madrid #13, Del Carmen, Coyoacán). Entrada general $250. Compra de boletos en boletopolis.com

 


VIRIDIANA NÁRUD. Escritora por necesidad, teatrera por convicción. Ha trabajado como directora, dramaturga y productora teatral, ha presentado obras en foros alternativos como: El Trolebús Escénico, Foro Shakespeare, Pandeo, Lucerna… Muchas veces se ha preguntado el por qué habría de escribir. Llegó a una conclusión: la realidad no le es suficiente. Cree que el mundo exterior tiene que ser revelado a través de esclarecimiento de las ideas y por ello el ejercicio de la crítica es fundamental. Egresada de la Escuela de Escritores SOGEM.

La señora de la radio, una historia entrañable

Por Johana Trujillo (@jOtrujilloA)

El escenario del Teatro El Granero se convierte en la casa de una niña que vive con su amá, quien cosecha maíz. Uno de sus placeres es chopear el pan y escuchar a la señora de la radio. De su mamá aprendió que todos estamos destinado a ser desde que nacemos. Así que cuando descubre que hablar en la radio es un trabajo, ser locutora se vuelve su sueño. Sin embargo, cuando su madre no regresa a casa en varios días, emprende una aventura en busca de ella acompañada siempre de la voz de La Señora de la Radio.

El espacio escénico de Airam Castillo utiliza ladrillos, palos de madera, escaleras, cucharas y huacales para evocar los espacios en los que va sucediendo la historia, desde la casa de la niña pasando por su escuela y el campo. Si bien se apoyan en la iluminación de Alita Escobedo y el diseño sonoro de David Almaga para recrear los ambientes y evocar las imágenes, el trabajo actoral de Belén Mercado es lo que más nos adentra a la historia y sus personajes desde la mirada ingenua de su protagonista. Una experiencia de belleza visual, sonora y actoral que estimula nuestra imaginación.

La Señora de la Radio es un texto entrañable de Mariana Teyer, que bajo la dirección de Gabriela Guraieb, la producción de Joana Núñez y la interpretación de Belén Mercado, me recordó lo que es ser valiente, atreverte a ir por lo que quieres, defenderte, honrar quien eres aunque el mundo te quiera forzar a dejar de ser tú y en el camino te encuentres retos.

La puesta en escena nos invita a cumplir sueños, atrevernos a soñar y creer que todo es posible si queremos. Invita a ver las dificultades de la vida con esperanza, confiando que en el camino habrá personas que nos quieren ayudar, que pueden entender por lo que estamos pasando y sólo querer que logremos lo que queremos.

Para un público mayor de 10 años, este monólogo nos toca el corazón explorando otra forma de hablar de la desaparición y la violencia así como el valor de la gente que trabaja en el campo para la alimentación de las personas mostrando una posibilidad de conversar de temas complejos desde la experiencia de las infancias. En un mundo que se empeña en los discurso apocalípticos o de “nada cambia”, este texto me recordó que quienes escribimos podemos contribuir desde la esperanza.

Estará en temporada todos los sábados y domingos a las 12:30 hrs (excepto 15 y 29 de septiembre) hasta el 10 de noviembre. Se presenta en el Teatro El Granero, Xavier Rojas del Centro Cultural del Bosque, ubicado en Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n. El costo de la entrada es de $80 y se adquieren en taquilla o en teatro.inba.gob.mx

Cartografías de la memoria

Por Johana Trujillo / Fotos: TransLímite [alternativa-escénica]

La oscuridad es un momento de introspección lleno de oportunidades. ¿Cuántas posibilidades has encontrado ahí? Cartografías de la memoria es interpretado por Erika Bernal y Marco Antonio Martínez. Una mesa rectangular con ruedas, un micrófono, una pantalla blanca para proyectar video y sus acciones en escena es lo que nos va adentrando a sus historias.

Erika Bernal es psicóloga y pertenece a la compañía Teatro Ciego Mx desde el 2007, en la que se desempeña como actriz e investigadora teatral. Actualmente forma parte del equipo directivo del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, en el que brinda apoyo terapéutico a las personas privadas de la libertad con y sin discapacidad. Por su parte, Marco Antonio Martínez es actor base de la compañía Teatro Ciego Mx desde el 2009. Pertenece a “Ojos que sienten”, fundación que integra a personas ciegas y con baja visión a través de la fotografía.

Ellos nos comparten un poquito de su ceguera. Nosotros cómo público los espiamos mientras ellos trazan un mapa de sus recuerdos. Por ejemplo, el padre de Érika fue ingenioso en buscar que su niña ciega fuera una mujer plena: le repetía constantemente que está orgullo de ella, la hacía sentir que cualquier pequeño logro es maravilloso; permanecía con ella, paciente a pesar de desplantes o ser juzgado. Le recordó, siempre que pudo, cuatro cosas que siempre debía tener: fe en Dios, ganas de vivir, fuerza de voluntad y valor. Fue creativo para enseñarle con un recorrido táctil como llegar al metro de la Ciudad de México.    

En cuanto a Marco, nos lleva por un recorrido en su casa. Nos hace saber lo pesada que es una puerta antes de subir a su taller de carpintería. Dónde se ubica el cuarto de su mamá y de su hermana y hasta la estética de su mamá. Vemos el camino que ha visto tantas veces al salir de su casa pero que nunca creyó que un día llegaría a ser el último día en que dejaría de ver ese camino, a sus sobrinos, a sus hermanos o a su mamá. Siempre que alguien le pregunte “¿cómo ves?”, él les responde “gris”.

Entrar a sus recuerdos es mapear al ser humano: deseos, juegos, dolores, espacios, familia, recuerdos, memoria. La memoria también se ve en escena. En el piso está marcado su recorrido en escena. Verlos en este performance me recuerda que las habilidades se desarrollan y que más allá de la vista, percibimos y es por la percepción que nos orientamos, identificamos cosas, “vemos” sin necesariamente ver.

Desde la mirada del teatro documental, el lenguaje cinematográfico y la experimentación transmedia, Cartografías de la memoria, con dirección y concepto de Myrna Moguel, es una producción de TransLímite [alternativa-escénica] y Teatro Ciego MX. Estará en temporada hasta el 10 de septiembre, los lunes y martes a las 8:00 pm en el Teatro Orientación Luisa Josefina Hernández, del Centro Cultural del Bosque ubicado en Paseo de la Reforma esq. Campo Marte s/n, Col. Chapultepec Polanco.

Teatro Ciego MX y TransLímite [alternativa-escénica]

Teatro Ciego es una compañía que promueve la inclusión de personas con discapacidad visual a través de las artes escénicas, fomentando así, una cultura teatral incluyente que se basa en el respeto y la equidad de oportunidades. Produce proyectos artísticos de calidad, donde los protagonistas son la obscuridad, el sonido, la palabra y el desarrollo de la imaginación. Por su parte, TransLímite [alternativa-escénica] es un espacio interdisciplinario cimentado en la investigación, la pedagogía y la creación de proyectos enfocados en las artes vivas. Van más allá de sus fronteras culturales, sociales y políticas para llegar a diferentes linderos artísticos, estéticos y comunitarios.

 


JOHANA TRUJILLO. Espectadora del teatro cultural de CDMX desde 2007. Siempre gustosa de ir al encuentro con una obra de teatro y contar sobre ese encuentro. Fundadora y editora de Distrito Teatral desde 2012. Diseñadora gráfica que también diseña estrategias de comunicación y crea contenido para proyectos culturales y ambientales.

Un intruso: El seguro popular no cubre heridas de amor ni otros males o la “dramatización” de una(s) realidad(es)

Por Guillermo Bejarano Becerril / Foto: Ed Quezada

El amor es un tema universal que permea a todas las artes y otros ámbitos del ser humano, tales como la literatura, la música, la pintura, el teatro o su día a día. Para la obra Un intruso: El seguro popular no cubre heridas de amor ni otros males escrita y dirigida por  Iankarla Castillo Jiménez—, el amor se presenta como un mero pretexto. Por primera vez se relega o no se apela a los teóricos y exponentes que más de una vez se cita o se evoca cuando se trata sobre el amor —por mencionar algunos: El banquete de Platón, Amor y Occidente de Denis de Rougemont, La llama doble de Octavio Paz o El arte de amar de Erich Fromm—.

Esta pieza teatral podría reseñarse o, mejor dicho, resumirse como lo hacen algunos sitios web: “Un grupo de actores se sumerge en una farsa existencialista al improvisar una historia de amor. Pero cuando uno de ellos descubre que tiene cáncer (anemia), desata una serie de burlas sobre el sistema de salud y los costosos medicamentos. La enfermedad se convierte en metáfora de la fragilidad humana y la absurda naturaleza de la vida, mientras el humor ácido prevalece en toda la trama”. Es sólo la punta del iceberg para convencer a un espectador a asistir a verla porque la obra va más allá.

La obra se reparte en tres actos-momentos, que explican los actores involucrados desde un inicio —Yuly Moscosa, Óscar Gordillo, Cuauhtli Jiménez/Raúl Díaz (alternan actuaciones) y Alina Maldonado— para que el público siga la historia y no piense que son ajenas. La puesta en escena es una obra de teatro lineal que versa sobre viajes, el amor, una pelea entre las células al interior del cuerpo (los glóbulos rojos y blancos), la música —se debe de recordar que hubo épocas donde el IMSS proyectaba comerciales musicalizados (al ritmo de cumbias) para hacer conciencia en los derechohabientes y así acudieran a sus clínicas de salud—, y una crítica al sistema de salud pública.

Este sistema público mexicano, en ocasiones, también es restrictivo y hasta condicional ya que se cuenta con un sistema de salud público (servicio provisto por el Estado, donde acuden las personas que no cuentan con un seguro o no pueden costear los servicios privados pero se registran al seguro, llámese hoja de gratuidad, Seguro Popular, Insabi, etc, etc.); el IMSS (institución que provee servicios de salud para todos los trabajadores que sirven a un “patrón”, institución y servicio que uno más desea, cuando no se tiene la posibilidad de costear un tratamiento grave u otros problemas, y que parte de la población mexicana cuenta con este porque es el lugar que, aun después de sus trabas burocráticas, esperas y trámites, sabes que te proporcionará el pago de una incapacidad, correrá con los gatos de un tratamiento, cirugía, estudio o padecimiento —ya sea de apéndice, de un hueso roto o que cubra a una parte de la familia—); o el ISSSTE (la institución que provee servicios para los trabajadores del Estado, es decir, maestros, policías, pero que rara vez trata a políticos, militares, empresarios, ya que estos sí pueden costear un “servicio de salud de primera” o porque cuentan con su propia dependencia de salud).

Un intruso: El seguro popular no cubre heridas de amor ni otros males no es sólo el reconocimiento de los problemas y carencias que existen en la política de salud mexicana, sino que también es la valorización de las personas que, a veces, no reciben un reconocimiento o visibilidad en una obra de teatro. Para esta obra, cada miembro realiza un trabajo excepcional para que el espectador sepa en dónde está o recuerde qué se está contando. Desde la iluminación y escenografía —a cargo de Ricardo Salgado—, se le dice al espectador que está viendo una obra de teatro que trata sobre la realización de una escena-improvisación teatral y que, en momentos, incluirá al espectador como a otros elementos metateatrales; que se está en el interior del cuerpo humano o que se está fuera de él; que, la musicalización y efectos de sonidos —a cargo de Alina Maldonado—, las transiciones de escenas, de movimientos y todo lo que sucede son una desautomatización para el espectador porque esto “no cabría en el teatro tradicional”; que los títeres —asesoría en manipulación de títere a cargo de Amaranta Leyv— no sólo son parte o están dirigidos al “teatro infantil”, sino que con estos también es posible jugar con una historia o proponer un personajes que siempre está pero no se expresa, pues el espectador lo ve y lo considera como una extensión más de los involucrados.

La obra es una clara muestra de que es posible denunciar y materializar cosas que pasan desapercibidas cuando son una constante para muchos y muchas, es decir, de aquellos que no pueden contemplar en sus gastos esta “seguridad” porque hay un mundo detrás, por ejemplo, la renta, subsistir, los gastos en transporte, los ingresos inconstantes e inestables. Es una apuesta teatral que con un humor provoca un despertar para ser más críticos pues no es el hecho de estar asegurado, sino comprender cómo es desigual acceder a un sistema público o la precarización de médicos, actores o, sobre todo,  freelance.

Un intruso: El seguro popular no cubre heridas de amor ni otros males se presentará hasta el sábado 14 de septiembre en el Teatro El Galeón, Abraham Oceransky del Centro Cultural del Bosque (CCB), Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n. Funciones jueves y viernes a las 20:00 hrs, sábados a las 19:00 hrs y domingos a las 18:00 hrs.


GUILLERMO BEJARANO BECERRIL (Ciudad de México, 1998) poeta y estudioso de la literatura mexicana. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Ha colaborado en los proyectos Soga viviente y Vida y obra de José Juan Tablada. Ha publicado en las revistas: Revista Zur; Pérgola de humo; Punto en línea, Casa del tiempo, Pirandante. Revista de Lengua y Literatura Hispanoamericana y más.

28 metros sobre el nivel del mar o la posibilidad de contar más de una historia

Por Guillermo Bejarano Becerril

En la literatura, es constante encontrarse con la presencia del mar. Dicho motivo ha provocado que muchos escritores ahonden sobre su presencia, naturalidad y misterio, que gira alrededor de su existencia. El mar no es una cosa fácil de explicar, ya sea que dentro, fuera o a las orillas de él habite vida —las muchas especies conocidas y desconocidas o los mismos seres humanos que viven en esos espacios o en las cercanías— o ya sea que su contemplación provoque una reflexión filosófica: el mar es eso y más. Ejemplos de todo lo anterior, por mencionar algunos, son: la obra del francés Jules Michelet, El mar (1861), que aborda el impacto del océano en la humanidad; la novela del cubano Reinaldo Arenas, Otra vez el mar (1982), donde en el mar suceden y se alberga muchos misterios, vidas y aventuras o la novela juvenil Las sirenas sueñan con trilobites (2011), de la mexicana Martha Riva Palacio, que presenta al mar como un lugar de refugio, pero a la vez peligroso. Sin embargo, desde el teatro, qué se ha hecho en América, qué han hecho los dramaturgos, gente que vive y tiene de cerca, por mencionar, a los océanos Pacifico y Atlántico. Resulta curioso y hasta provocador saber cómo se presenta en el teatro el mar, pues pocos son los casos, por ejemplo, el guión dramático de “Orinoco” de Emilio Carballido (1925-2009) o las tres piezas “El velero en la botella”, “El naufragio interminable” y “Un corazón lleno de lluvia” del chileno-argentino Juan Díaz (1930-2007). No obstante, se une una obra más a la lista, como muestra de representación del mar, que se reseña a continuación: 28 metros sobre el nivel del mar.

Hablar sobre la puesta en escena 28 metros sobre el nivel del mar —escrita y dirigida por Esmeralda Aragónes— es también hablar de muchas cosas que involucran realidades, problemáticas ajenas y propias, de México como del mundo, pues, a través de sesenta minutos, la obra cuenta ocho historias que evocan la vida en pareja, la vida en provincia, las regresiones en el tiempo, el retorno de los muertos, la infancia, la vida de escuela, la violencia, la diversidad sexual, la memoria, la pandemia pero, sobre todo, la importancia que tiene el mar en la vida de cada individuo, pues del mar, sin importar de qué especie, se trate: se nace, se alberga y crece vida.

Con un léxico y con menciones específicas a ciertas localidad de la Chontal Baja de Oaxaca —la playa La Ensenada y de donde se retoma el nombre porque se hace hincapié a lugares situados a 28 metros sobre el nivel del mar: El Coyul, Morro Ayuta, Río Seco, Tapanalá, Santa María—, la compañía teatral “Pelo de Gato, un ojo al teatro y otro al garabato” realiza un trabajo actoral sorprendente. Desde que se entra a la sala, una cortina de humo recibe a los espectadores en señal de que ingresan a la memoria, a terrenos donde se evapora el agua y se condensa en nube-neblina. Por si esto no fuera suficiente, a través de las ocho escenas que se ejecutan en el escenario, las actuaciones de Gustavo Martínez y Rosario Sampablo, que se complementan, son asombrosas por lo estudiado que tienen a sus personajes, los cambios de voces para que no confundan al espectador y no se requiera a otros actores/personajes, la rapidez en que adaptan el escenario para cada escena, sin olvidar el juego de sombras que ambos ejecutan gracias a la iluminación —a cargo de Felisa Vargas “Bobby Watson”—, así como los contrastes entre luz y oscuridad, las luces que destacan a personajes o las luces que coordinan movimientos, cambios y transiciones. No sin olvidar que parte de la ambientación también se debe a la musicalización —a cargo de Eric Barrita y Rodrigo Pereyra, Yanin Arroyo, David Ruiz, Alejandro Hernández, Rodrigo Pereyra, Eric Barrita— de todos los miembros que interpretan un instrumento o sonido. Asimismo, se debe de destacar el vestuario y la escenografía —de Roger Emilio Zi Chim— que, por lo visto, pensó en la practicidad y funcionalidad para que no se perdiera tiempo entre cambios o que los espectadores vieran lo instantáneo de cada de historia, no como una continuidad sino como historias diferentes, es decir, cosas que suceden en un mismo lugar, pero que no se conectan o que, aparentemente, no lo están, pues, después de todo, en una comunidad: todo sí está conectado, unido; aunque no lo parezca.

La importancia y valía de la obra teatral 28 metros sobre el nivel del mar no es sólo el contacto, referencias o guiños a otras artes —como es la literatura— o el desarrollo de temas universales —el tiempo, el amor, la diversidad sexual—, sino que es una representación y un recordatorio de todos los pueblos que habitan, viven y conviven con el mar: en este caso, las comunidades del estado de Oaxaca y su proximidad con el Océano Pacifico. Luego de esta puesta en escena y con cada miembro que integra la misma, es posible afirmar que se unen a la lista de estos hombres y mujeres —Andres Henestrosa o Irma Pineda por nombrar algunos— que han tratado de compartir, no sólo una perspectiva de la vida, sino un pedazo, un fragmento de su tierra: el istmo de tehuantepec, del estado de Oaxaca.

28 metros sobre el nivel del mar se presentará hasta el 8 de septiembre en la sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque (CCB), Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n. Funciones jueves y viernes a las 20:00 hrs, sábados a las 19:00 hrs y domingos a las 18:00 hrs.

 


GUILLERMO BEJARANO BECERRIL (Ciudad de México, 1998) poeta y estudioso de la literatura mexicana. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Ha colaborado en los proyectos Soga viviente y Vida y obra de José Juan Tablada. Ha publicado en las revistas: Revista Zur; Pérgola de humo; Punto en línea, Casa del tiempo, Pirandante. Revista de Lengua y Literatura Hispanoamericana y otras más.

Si Ricitos de oro no habla alemán… ¿Qué habla?

Por Guillermo Bejarano Becerril / Foto: INBAL

La obra toma su nombre del cuento clásico “Ricitos de oro y los tres osos”, pues se incluyen como personajes a mamá, papá y pequeño oso, Ricitos de oro y otros elementos del cuento como la casa y las acciones de los osos. Sin embargo, si el título se divide en dos partes, la segunda mitad se debe al idioma alemán porque la protagonista, Ricitos de oro —interpretada por Paula Watson—, sueña y añora con viajar a Alemania, experiencia que puede cambiarle su vida o, por lo menos, sentirse propia de y habitar un lugar. Gracias a estos dos elementos, que juegan con la tradición y la reformulación de un texto referente de la Literatura Infantil y universal y apostar por una “actualización” o, mejor dicho, una reinterpretación de lo pasado, la dramaturga y directora de la pieza —junto con Luis Eduardo Yee— Paula Watson presenta Ricitos de oro no habla alemán.1

La compañía teatral “Grupo Temporales” y con las participaciones de Paula Watson —Ricitos de oro—, Luis Eduardo Yee —Él y el Otro—, Emiliano Cassigoli —Papá oso—, Luis Ra Acosta —Mamá oso—, Leonardo Barragán —Osito— y Ayla Rodríguez —Ricitos de oro del pasado—, a través de noventa minutos, cuentan la vida de Ricitos de oro, mujer que vive entre la realidad y la ficción, el pasado y el futuro pero pocas veces en el presente, pues habita todos estos espacios para encontrarse así misma. Como si buscara una cajetilla de cigarros o como si buscara una casa, Ricitos de oro a traviesa un viaje más interno que externo, pues reconoce los problemas de su relación, las carencias de su vida, que Él no es el mismo del que se enamoró y sólo recuerda los tiempos mejores y pasados, pero no acepta que con “el Otro”, también tiene amor porque teme que no sea permanente y termine igual que con Él. Ricitos de oro no sólo está en un viaje para conocerse a sí misma, sino, a la vez, se encuentra en el punto que debe de hacer cambios para ser ella, para habitar un espacio y, sobre todo, ser ella misma. Aunque antes de llegar a eso debe de conocer, vivir y hacer cambios en su vida.

En principio, la representación teatral  Ricitos de oro no habla alemán cuenta con múltiples elementos a destacar, pues desde que se entra al Teatro del Bosque Julio Castillo, Papá oso recibe a los espectadores con su acordeón. Les habla en alemán a los asistentes para advertirles lo que les espera y así después guiarlos al sótano del teatro, transición y contraste de que no se está en un teatro convencional, sino en el interior de la casa de los osos gracias a la escenografía y al vestuario de Mauricio Ascencio.

El sótano se divide en cuadrantes, donde gracias a la producción de Yuly Moscosa, Ayla Rodríguez, Fernanda Árcega, y la musicalización de Joaquín Martínez y Emiliano López se delimitan los espacios. De momentos se notan los límites entre las habitaciones de los osos, la sala, la cocina, el lugar de trabajo del Papá oso; la casa de Ricitos de oro: el departamento de ella y de Él y de el Otro; de Alemania y sus paisajes; una burbuja de agua que absorbe a Ricitos. Si bien el sótano se aprovecha a su máximo esplendor, desgraciadamente esto sólo se nota si se está enfrente del escenario (la casa de los osos). Si uno se encuentra en el espacio lateral se pierde parte de las actuaciones como del espectáculo visual porque en el centro se ubica un pilar que sostiene a la estructura del teatro.

Un elemento más que hace que la obra sea atractiva, pero a la vez pesada es la comunicación con el público porque llegan momentos en que las historias se superponen o se mezclan, es decir, de un momento se cuenta la historia de Ricitos de Oro y su novio Él; de pronto Ricitos de oro se encuentran con Él y su yo del pasado y conversan o Ricitos de oro está con el Otro, su amante, donde viven una infidelidad pero como una relación sana. Tanto los actores, directores y cada miembro de la obra son conscientes de esto que en todo momento están al pendiente del público y resumen o explican lo que está pasando para así retomar el hilo de una de las muchas historias que se actúan.

La obra de Paula Watson es una apuesta por compaginar la literatura tradicional con el teatro porque no sólo apela a ella también la crítica porque hace un comentario sobre las figuras académicas que se valen y aprovechan de su papel de intelectuales cuando no cumplen con su labor o funciones que se le encomiendan, por ejemplo, las misiones diplomáticas, culturales o como servidores públicos. Asimismo, crítica cómo la televisión y la tecnología se han vuelto una constante en la familia, lo cual ha desplazado al diálogo entre padres e hijos o a ser sincero con uno y se miente evade los problemas por temor a probar nuevas cosas o no hacer enojar al otro. Después de todo, la vida es cambiante y no es lineal, ni está establecida o impuesta.

Ricitos de oro no habla alemán se presentará hasta el 3 de septiembre en el sótano del Teatro del Bosque Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque (CCB), Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n. Funciones lunes y martes a las 20:00 hrs.

 


GUILLERMO BEJARANO BECERRIL (Ciudad de México, 1998) poeta y estudioso de la literatura mexicana. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Ha colaborado en los proyectos Soga viviente y Vida y obra de José Juan Tablada. Ha publicado en las revistas: Revista Zur; Pérgola de humo; Punto en línea, Casa del tiempo, Pirandante. Revista de Lengua y Literatura Hispanoamericana y otras más.

 

1 Considero necesario exponer lo siguiente porque la obra de Watson se vale un poco de esto: el cuento “Ricitos de oro y los tres osos” —aquel que narra la historia de una niña que entra a la casa de unos osos y prueba las sopas, sillas y camas de cada miembro de la familia, pero sólo le agradan las del hijo porque están en un punto medio— es un cuento anónimo, exponente de la literatura infantil y de la transmisión oral, donde los adultos cuentan historias a los infantes. No obstante, en esta materialización de lo oral a lo tangible (escritura), “Ricitos de oro y los tres osos” se le adjudica a Robert Southey porque, en su libro El doctor (1837), se encuentra una versión, que funciona como evidencia para demostrar que lo oral paso a lo escrito. Sin embargo, en esta historia el final es distinto porque termina con una lección de aprendizaje, es decir, los niños al terminar de leer el texto reciben un mensaje, en este caso, por parte de los osos, que no se debe de ser muy confiados como para dejar la puerta de su casa abierta; por parte de la niña, a no entrar en casas de desconocidos y menos aún sin autorización. En el libro El lector literario (2016), Pedro C. Cerrillo comenta que los cuentos maravillosos suelen encerrar algún tipo de enseñanza, por ejemplo, ser precavidos, que la belleza no es superficial, aunque esto no es de gran relevancia para el niño que lee o escucha, aunque esto sí sobrevive en su memoria y Watson lo hace con el final feliz, después de una serie de eventos, de cambios y aprendizajes, de su Ricitos de oro..

Sin permiso fuera de casa

Por Johana Trujillo / Foto: Luis Quiróz

¿Qué es lo peligroso de que un hombre y una mujer se cite frecuentemente en secreto? Esa es la pregunta que nos convoca a Sin permiso fuera de casa de Ximena Escalante, el paréntesis de la obra Casa de muñecas, de Herrik Ibsen, con la producción de Aurora Teatro.

Nora, una ama de casa de cómoda posición social, y Krogstad, un prestamista involucrado en negocios fraudulentos se reúnen cada mes. Ella le paga la letra de un préstamo que le otorgó meses atrás, y que es el mayor secreto en la vida de Nora. Sin embargo, un pequeño regalo es el pretexto de Krogstad para conversar con ella, aunque él sabe que no está bien que le dé regalos.

Llevan meses citándose en el mismo lugar pero no pueden ser amigos porque ella está casada y él es viudo. Además, pertenecen a mundos que no pueden tocarse (aunque hay muchas formas de tocarse). Sin embargo, cuando él le pide un favor, su cita transforma por completo la sofocante situación en la vida de Nora.

Sin permiso fuera de casa nos habla de la vulnerabilidad de no lograr lo que se quiere o de aceptar lo que en realidad se quiere. Nos muestra que los hombres y las mujeres no son tan distintos cuando logran mostrarse sin máscaras. Que una mujer puede ser independiente y resolutiva rompiendo con el ser “una buena esposa” o “sonreír en los momentos adecuados”, que la mantiene como un elemento decorativo de su marido, en un lejano siglo XIX.

No sé cómo explicarlo, pero la experiencia de ver a estos grandes actores en escena es como cuando dices “qué buenos tacos”. Bajo la dirección de Ruby Tagle, con vestuario de Giselle Sandiel, Patricia Madrid y Eduardo Candas nos mantienen atentos durante cada uno de los encuentros de sus personajes marcados por el saxofón de un vagabundo (Pablo Ramírez) y el cambio de iluminación de Félix Arroyo —quien también está a cargo de la escenografía: una mampara al centro del escenario que evoca la esquina de una calle poco iluminada.

Estará en temporada hasta el 25 de agosto en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico (Avenida Revolución 1500 , Esquina con Manuel M. Ponce). Las funciones son los viernes a las 8:00 pm, sábados y domingos a las 6:00 pm. Duración 90 minutos.

 


JOHANA TRUJILLO. Espectadora del teatro cultural de CDMX desde 2007. Siempre gustosa de ir al encuentro con una obra de teatro y contar sobre ese encuentro. Fundadora y editora de Distrito Teatral desde 2012. Diseñadora gráfica que también diseña estrategias de comunicación y crea contenido para proyectos culturales y ambientales.

Dibujos animados para no sentir dolor

Por Víctor Zenteno

¿Alguna vez has sentido que tu lenguaje se queda corto a lo que ves o platicas en algún lugar o momento? Esos momento en donde lo que te expone la persona de enfrente queda fuera de la locura de tu propia cabeza. ¿Has vivido algo que no comprendes pero sabes que es importante? Algo así me pasó con Dibujos animados para no sentir dolor.

Son seis caricaturas que hablan de forma impertinente y retadora de cuestiones morales, justicia y los sin sentidos de nuestra sociedad. De verdad, por muchos momentos, no entendí que pasaba en escena. El texto o la imagen se quedaba lejana, como si estuviera de regreso en la clase de filosofía de la universidad y al mismo tiempo me sentí confrontado. Mi cabeza preguntaba todo el tiempo… ¿Esto es importante? ¿Qué me están diciendo? ¿Por que me siento atacado?

Conectar con las ideas de la directora y dramaturga, Vera Rivas, es complejo para un ser poco educado y provisto por las armas de la experiencia de la vida. Están llenas de metáforas de las que desconozco el contexto. Otra cosa es segura: la obra me reto, me provocó con las imágenes, aquellas que sí reconocí y entendí, la crítica a la sociedad mostrada siendo realmente provocadora.

Es una obra compleja para el espectador “normal”, de una sociedad que está acostumbrada a contenidos muy procesados, acostumbrada a casas de “famosos” validando la superioridad egocéntrica, el clasismo, el machismo y la misoginia social, acostumbrada a las sagradas imagines religiosas y el paroxismo de la fe. Dibujos animados para no sentir dolor es una obra que, con humor negro y cinismo, propone retar tus bases morales, sociales e ideológicas.

Seguramente estás pensando: “¿Y para qué la veo si me va a retar y voy a mentar madres? ¿Por qué ir a un lugar donde “insulten” mis creencias?” Mi respuesta es sencilla: Para crecer. Crecer mentalmente, salir de la zona de confort cerebral, salir de tu burbuja social, contrastar ideas contrarias y dialogar para ver nuestra sociedad de forma más amplia.

Hoy en día la bruma tecnológica, esa creada por las redes sociales, sus algoritmos y los contenidos falsos, provocan una sensación de separación constante. Hemos creado la época donde más hablamos e interactuamos pero estamos exageradamente solos. Convivimos con uno o más grupos sociales de pensamientos idénticos, y si uno de los miembros, de pronto, piensa diferente se le cancela, se le elimina. Es una época donde todos se quejan, pero nadie hace nada. No hay diálogo, no hay plática, no hay dialéctica. Solo hay eliminación y separación. Y eso sí, hay una búsqueda constante por sanar, por tener paz, por tener tranquilidad desde los valores personales. Se habla de comunidad, mi comunidad. Se habla de ayudar, a la gente que piensa y actúa como yo.

¿Qué pasaría si empezamos a dialogar? ¿Qué pasaría si en vez de cancelar abrazamos la diversidad y la forma contraria de ver las cosas? Por que tanto derecho tiene la persona de enfrente a pensar diferente, como yo de pensar lo que pienso. Dibujos animados para no sentir dolor es una oportunidad para ello. Para ponernos en el lugar incomodo y empezar a hablar, a dialogar y ver el mundo cínico, corruptible, contradictorio y válido en los ojos del otro, ese al que ya hace muchos meses lo mandamos a la carpeta del Spam.

Estará en temporada en el Teatro Casa de la Paz (Cozumel #33) hasta el 25 de agosto. Funciones viernes 8:00 pm, sábado 7:00 pm y domingo 6:00 pm. Cuota de recuperación: $180 entrada general y para estudiantes, INAPAM y comunidad UAM $90.

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VICTOR ZETENO. Comunicólogo de profesión y Chef por ilusión. De 2017 a 2022 realizó turismo biocultural en Zinacantán y eventos gastronómicos en San Cristóbal de las Casas, dos municipios del Estado de Chiapas, en México. Hoy en día es chef investigador en el Laboratorio Gastronómico Naranja Central 360º donde buscan investigar, preservar y recuperar la gastronomía enfocada en los valores ambientales, sociales y culturales.

Teatros de la Ciudad de México

Teatros de la Ciudad de México es el Sistema de Teatros, una institución perteneciente a la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México. Su programación nutre la cartelera de teatro cultural de la Ciudad de México.

Está integrado por cuatro recintos: el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, el Teatro Benito Juárez, el Teatro Sergio Magaña y el Foro A Poco No. Además, cuenta con proyectos especiales como Teatro en Plazas públicas. Teatro en tu barrio o una programación de puestas en escena en espacios alternativos.

 

Distrito Teatral difunde teatro cultural en la Ciudad de México. Nos gusta difundir el teatro que conmueve, confronta, divierte, hace reflexionar y reír. Queremos contribuir a dar a conocer el teatro que conmueve, confronta, divierte, hace reflexionar y reír porque es lo que nosotros disfrutamos ir a ver.

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