Pogo

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Pogo es la historia de John Wayne Gacy, un hombre que se disfrazaba de payaso para divertimento del vecindario y en la oscuridad de su sótano era un asesino serial de adolescentes. Su historia fue tan conocida que Stephen King se inspiró en él para escribir su novela “Eso”, de la cual se desprendió una franquicia cinematográfica muy lucrativa.

En México David Rodvel nos presenta una versión de “Pogo, el payaso asesino” poco clara. No es suspenso, tampoco es terror. Las convenciones dentro de esta puesta en escena se encuentran nulificadas. Las convenciones sólo sirven para hacer de la ficción una realidad y si este universo se rompe, el espectador sabe que esta dentro de una gran mentira llamada teatro. Es vital para un director entender que el teatro es una ilusión y que al romperla nosotros los espectadores sabemos que estamos ante una gran mentira. Es como el mago que revela sus trucos frente a la cámara.

Si bien es cierto que David Rodvel nos dibuja un universo poco claro, la apuesta es interesante y necesita ser depurada. Primero, la cita es en el Foro Contigo América, un espacio en la Nápoles, en extinción. La gentrificación no ha llegado a esa calle de la colonia, casas viejas que nos remontan a los años setenta; el foro en su descuido muestra el paso de los años y su historia. Ideal para contar la historia de un asesino serial de los años setenta. Al entrar, uno ve reproducciones de las obras que Pogo hizo en sus años de prisión, también ve una pequeña historia de los asesinos seriales, en el centro, sin razón aparente cuelga un traje de payaso. Traje que perteneció a John Wayne y utilizaba para entretener a niños del vecindario. Al final, la actriz se encarga de aplaudirle. Bien, esta información que estoy dando nunca es revelada. Uno no sabe que la pintura es una reproducción de Pogo, ni que el traje fue suyo.

Las actuaciones de Luis Ernesto Verdín y Daniel Mandoki permiten que la obra se mantenga. En el monólogo de John Wayne, Luis Ernesto Verdín, nos presenta a un hombre atormentado por su pasado y alter ego, sin embargo, cuando Pogo aparece, los gritos se apoderan de la escena y uno deja de escuchar lo que se dice.

Pogo es una apuesta teatral que necesita someterse a un rigor de dirección. El talento de actores se encuentra. El concepto que trata de ser una experiencia también está apuntalado, pero mal ejecutado. Se necesita un punto de vista que guíe la historia. ¿Qué se quiere mostrar en escena? ¿Qué se quiere comunicar al espectador? ¿Por qué si se tiene un objeto como el traje original de Pogo en escena y se le rinde homenaje, nosotros espectadores no sabemos? ¿Si es una historia de terror por qué no se define el universo de éste y se respeta?

Pogo es una apuesta que en su ambición se puede fragmentar. Sería necesario recordarle al director que menos es más.

POGO. Sábados 9, 16 y 23 de noviembre a las 20 hrs, Foro Contigo América (Arizona #156, Col. Nápoles)

Crítica: La reunión

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)


El contar cuentos en la Historia de la humanidad ha sido un arte que requiere de oficio. El romper las reglas necesita de maestría. Una historia debe tener un inicio, un intermedio, un clímax y un final. El orden no importa. Se puede comenzar por el final y contar una historia. Si nos vamos por la línea de la Nouvelle Vague en donde se busca la máxima libertad de expresión sin ataduras técnicas, encontramos dentro de esta ruptura una necesidad íntima y honesta de expresión, que no deja de emocionar al espectador. Un claro ejemplo es Jean Luc Godard en donde sus filmes muestran, en su mayoría, la expresión intima de sus personajes sin seguir ninguna regla narrativa. Crea una nueva manera de hacerlo. Por lo tanto, vemos que se ha roto la regla para crear una nueva forma: ya no se habla del mundo exterior de los personajes y cómo es que éste afecta sus vidas; se habla del mundo interior y cómo éste crea el mundo de los personajes.

En el caso de “La Reunión” nos enfrentamos a una dramaturgia sin rigor alguno: el tono y el género se hacen a un lado y por lo tanto no sabemos a qué nos enfrentamos. ¿Podría ser esto algo innovador e interesante? En teoría, esta obra es la reunión entre la Reina Isabel la Católica y Cristóbal Colón; en este encuentro los personajes comienzan hablar de la conquista de las Indias, la esclavitud y la masacre de los indios. No hay matices: Cristóbal es un malo cínico e Isabel una reina sin mucha personalidad. Mientras transcurre la obra, uno llena con nuevos datos lo que fue la Conquista, sin tomarlos muy en serio porque, además de estar dentro de una ficción, tampoco se arrojan datos duros. La permanente tibieza es la constante de la obra.

La dirección de Pilar Boliver se vuelve protagonista y enfrenta lo que todo director hace cuando no sabe contar una historia: juega con la escenografía haciendo trazos escénicos innecesarios que no cobran sentido. También la creación de cuadros, antigua escuela del teatro, se vuelve predecible. Sin entender que el cuadro se encuentra guiado por la emoción del personaje y que ésta es la que guía la dirección, no al contrario. La escenografía de Matías Gorlero es sobria y hermosa, justa en su medida. Los actores son buenos, sólo se enfrentan a una trama sin sentido.

Al final, todo se resuelve en un Deus ex machina. Fantasmas y muertos cobran vida. No es terror, tampoco es histórica. Una obra que en su pretensión se quedó corta y que recuerda que el saber contar historias es un arte y que en el teatro incumbe tanto al dramaturgo como al director. Los actores, como nobles del arte, sólo se someten a estas dos voluntades.

 

DATOS DE TEMPORADA

La Reunión se presenta hasta el 1 de diciembre los viernes a las 20:30 horas, sábado 19:00 horas y domingo 18:00 horas. El costo del boleto es de $300. Las localidades están disponibles en la taquilla del
Centro Cultural Helénico ubicado en avenida Revolución 1500 y en la página de internet www.helenico.gob.mx

Reseña: LOS CAMINANTES

Por Viridiana Nárud @viridianaeunice

En “Los caminantes”, Luis Ernesto Verdín junto a Javier Sánchez, David Sicars, Alberto Santiago y Karen Daneida demuestran la importancia del arte de la actuación. Demuestran cómo el entrenamiento físico y emocional pueden hacer de una obra poco compleja en la trama, alta en su inmersión emocional, poesía.

La obra de Verónica Musalem busca dejar atrás a la razón para lograr un texto donde la poética del amor y el erotismo cobren vida. Sin embargo, en ocasiones se resiste a dejar por completo la lógica forzando al texto a dar explicaciones lógicas en un universo en dónde no se encuentran.

“Los caminantes” más que una obra, es un espectáculo emocional que logra conectar con el público por el ritmo y cadencia de lo dicho y la interpretación de los actores. En definitiva, este quinteto demuestra cómo la fuerza de cuerpos y emociones entrenados puede alcanzar la poesía dentro de un escenario. Un espectáculo necesario en nuestros días en dónde la brújula de nuestro Amor se encuentra perdida.

LOS CAMINANTES
De Verónica Musalem

Con: Javier Sánchez, Luis Ernesto Verdín, David Sicars, Alberto Santiago y Karen Daneida

Lunes y martes 8:00 p.m. Hasta el 10 de diciembre.

Boletos $150

Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque (Av. Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n, Col. Polanco Chapultepec)

Reseña: Perderlo todo, menos la soledad

O cómo encontrarse con el “yo” y el “otro”.

Fredo Godínez (@AlfiePingtajo)

I – ¿Cómo se llega a una obra?

Muchas veces he sostenido un sinfín de conversaciones con hacedores, gestores y amantes del Teatro sobre el por qué eliges ir o no a ver una obra.

El lugar común suele ser: elenco, dramaturgo, director, sinopsis de la obra y en extrañas ocasiones la compañía productora.

El título de la obra no es una de las elecciones de las personas con las que llegué a hablar. Y es que a veces el nombre puede ser referencial, poético o inspirado en alguna escena o palabra que se repite mucho.

En esta última visita a la CDMX, hice una elección basada en tres motivos: conocer la dramaturgia y actuación de Valeria Fabbri, y lo poético del nombre: “Perderlo todo, menos la soledad”.

 

II – El “yo” ante la obra.

Después de la espera acostumbrada entro en la sala, primera fila y en medio, siempre me ha gustado ver las obras desde ese lugar. No me gusta ver las cabezas de nada y no quiero que nada me estorbe para ver limpiamente a las actrices y actores, así como al escenario.

Me impresiona ver un escenario que bien podría participar dentro de las exposiciones/intervenciones arquitectónicas que se instalan en la Alameda Central, dentro del famoso Mextropoli.

Lejos de parecerme ruidoso, me llamó la atención saber cómo iban a utilizar la misma a lo largo de la obra.

La obra ha comenzado y en la parte más alta del escenario, aparece -la que asumo será- la protagonista de la obra. Su presencia vocal y actoral en escena lo marcan. Y como dictan los recetarios de escritura: la primera escena atrapa y llama la atención: algo extraño le está pasando a la protagonista y no sé qué es. Sólo sé que tiene unas ganas de volverse invisible en una ciudad, donde esa ya es una condición de vida. Sin embargo, la protagonista vive una etapa de esas que uno suele tener: soltar todo y largarse sin mirar atrás. Ella ha deseado cambiar de aires y se ha ensimismado tanto en ese deseo que sin darse cuenta ya recorrió toda la línea 2/línea azul del metro y está llegando por tren ligero al Estadio Azteca.

Luego, también sin darse cuenta, se percata que su cuerpo sigue en la estación Zócalo del Metro y ella anda en algún otro lugar del mundo. Posteriormente le invade un ansia de reencontrarse con su cuerpo y al mismo tiempo entender lo qué está viviendo.

De pronto, como todo viaje místico, aparece una especie de Virgilio que se ofrece a ayudarle a encontrar su cuerpo. Él puede hablar con ella, pero no pueden verse y si eso no fuera suficiente para tener una extraña comunicación, este acompañante “místico” es un hombre mayor y con un estilo muy “propio” de hablar que provoca, constantemente, muchos errores en su comunicación.

Después de estas escenas que acontecen relativamente rápido, se vienen una serie de vueltas de tuercas que rematan y rompen al espectador o al menos a mí sí me rompió. Dejándome un sabor agridulce en la boca.

El escenario es certero. Es bien usado por los actores a lo largo de toda la obra y al final forma parte de una de las tantas metáforas que tiene.

 

III – El “yo” después de haber visto la obra

La potencia dramatúrgica y -por qué no decirlo- poética que despliega Fabbri en su texto es maravillosa. Con escenas poco pretenciosas y sí precisas y muy metafóricas logra entregar al espectador una obra que invita a reflexionar sobre: las ausencias comunicativas que tenemos como sociedad; el distanciamiento lingüístico que tenemos con las generaciones que nos antecedieron; el lugar que nos gustaría ocupar en el mundo y la forma en que nos percibimos como individuos ante nosotros mismos y ante la masa.

Entré esperando una obra que hablará de la soledad desde un punto de vista, casi romántico, y salí confrontado con mis procesos internos que estaba y sigo viviendo: saber cómo afrontar la soledad circunstancial y la soledad que uno elige; seguir aprendiendo a vivir con mis grandes lapsos depresivo/ansiosos y no fracasar en el intento.

A veces es tanta la desolación que he olvidado que puede uno sobrevivir sin el cariño o comprensión del otro, pero cuando pierdes el propio; entonces ya se convierte uno en un muerto viviente.

Y al mismo tiempo; esta obra me vino a recordar que mientras sepa dónde y cómo estoy, será más fácil que alguien logré encontrarme para acompañarme el tiempo que la vida y la circunstancias lo permitan.

A veces, dicen por allí que para encontrarse es necesario extraviarse un poco.

 

IV – Epílogo

No sé, si en verdad este es el objetivo del texto y de la dirección de la obra; empero yo salí de esa forma. Cada uno tendrá su propia versión/visión/sensación de la obra y en eso radica la belleza del Teatro.

-o-o-o-o-
“Perderlo todo, menos la soledad”.
Dramaturgia: Valeria Fabbri.
Dirección: Cecilia Ramírez Romo.
Elenco: Miguel Flores, Paulina Méndez y Valeria Fabbri.
Teatro La Capilla (Calle Madrid #13, Col. Del Carmen, Alcaldía Coyoacán, CDMX).
Jueves: 8PM.
Hasta el 26 de septiembre de 2019.
Duración: 80 minutos.

Blackbird: una obra oscura y necesaria

Por Fredo Godínez (@AlfiePingtajo)

I – El origen

Escrita en 2005, el dramaturgo de origen escocés se inspiró en los crímenes cometidos por Toby Studebaker en Estados Unidos.

Dicha obra ya ha sido llevada al cine bajo el título de “Una” y se estreno en 2016 en el Festival de Cine Telluride.

“Blackbird” se desarrolla en una caótica oficina donde trabaja Ray (55 años), quien es sorprendido al ser visitado por Uma (27 años); una mujer con la que se relacionó sexualmente hace 15 años.

 

II – La interpretación y el texto

Cassandra Ciangherotti interpreta de forma precisa a Uma, una mujer que durante 15 años sigue tratando de asimilar la violación sufrida por parte de Ray. Y que por extraño u oscuro que parezca ha desarrollado un apego emocional que raya en el enamoramiento.

Alejandro Calva da vida a Ray, un hombre que hace 15 años sintió atracción por Uma, de tan sólo 12 años. Con ella tuvo relaciones sexuales y pagó una condena de varios años en prisión. Tiempo después huye de la ciudad donde vivió por años para comenzar otra vida, con otro nombre, en otra parte del país.

Cassandra y Alejandro interpretan de forma magistral la extraña relación que existe entre violador y violada, seductor y seducida. Ambos habitando en dos mundos diversos: Ray se encuentra huyendo de un pasado y de una atracción anormal que le atormentan. Uma vive atormentada buscando regresar al pasado para comprender los sentimientos encontrados que la gobiernan. Habitar el presente para reencontrarse con la única representación de amor que ha conocido en vida.

Katina Medina Mora ha decidido llevar a escena una obra con una temática compleja, controvertida y oscura. Se ha valido de un par de actores que con la precisión del bisturí de un cirujano logran una interpretación nota por nota.

 

III – Mi introspección

Para todos los que habitamos en este país bello y doloroso, al mismo tiempo, no nos resulta ajena la situación violenta por la que están pasando las mujeres, y con ello la necesidad de reconfigurar la forma en la que nos relacionamos hombres y mujeres, sociedad en general.

Por ello “Blackbird” resulta una obra compleja para los tiempos que estamos habitando, pero necesaria para poner las cosas sobre la mesa y analizar (desde todas las perspectivas) lo que nos ha venido definiendo como la raza animal que somos.

El arte nunca debe aleccionar, pero sí debe confrontarnos y cuestionarnos. “Blackbird” no sólo confronta y cuestiona, también incomoda.

No sé si es virtud propia del texto o gran atino de la dirección y el talento actoral, pero la obra parece un partido de tennis donde los protagonistas bien podrían ser: Serena Williams vs María Sharapova o Roger Federer vs Novak Djokovic. La conversación existente entre ambos personajes parece tener al espectador yendo de un lado a otro, “aplaudiendo o celebrando en los adentros el punto defendido por cada uno”. Sólo que este partido se desarrolla al revés, los jugadores buscan recuperar lo perdido, y con ellos sanar las heridas del juego.

 

IV – Una obra que debe ser vista

“Blackbird” podría mirarse desde dos perspectivas: la del abuso de poder y la de una historia de amor imposible e inadecuada para una sociedad, aún conservadora, como la nuestra. Si partiéramos desde el segundo punto de vista, esta obra narra la historia de un amor interrumpido entre un hombre adulto y una menor de edad, el cual ha sido juzgado sin comprender sentimentalmente a los involucrados. Tiempo después se reencuentran para darse cuenta de que uno ha estado toda la vida huyendo, pues no sabe qué hacer con ese amor imposible y la otra no ha descansado hasta dar con su amor eterno. Y busca darle vida, ahora que las circunstancias podrían permitir su existencia, sin juzgamiento alguno.

Ahora bien, si analizamos la historia desde la primera perspectiva, entonces estamos ante un relato de abuso sexual. Donde un hombre mayor se aprovecha del estado de indefensión e inocencia de una niña para iniciarla tempranamente en su sexualidad. Y ésta ante la confusión y la incomprensión del hecho, ha vivido una vida donde no sabe si lo que necesita es una disculpa.  O está experimentando una especie de apego/codependencia con su agresor que, al parecer, ha representado la única experiencia sentimental y sexual que la protagonista ha tenido.

Sin duda, “Blackbird” es una obra que debe ser vista por todos. Debe servir como punta de lanza para comenzar a discutir: la diferencia entre amor y deseo; los distintos tipos de deseo sexual que existen; comprender el amor y el deseo desde la psique, pero también desde la filosofía. Definir cómo podríamos, deberíamos y tendríamos que actuar ante los distintos tipos de deseos sexuales que existen. A la vez, entender y comprender que los delitos de índole sexual no sólo deben ser castigados con privación de la libertad sino venir acompañados de una asistencia psicológica y sexual. Para que el infractor, realmente, logre comprenderse, controlarse y con ello rehabilitarse.

En fin, existe mucha brecha por recorrer en estos ámbitos. Y la mejor forma de abrir el debate y sensibilizarnos es por medio de las expresiones artísticas. Vayan pues a ver “Blackbird” y abramos el debate.

-o-o-o-o-
“Black Bird”
Dramaturgia: David Harrrower.
Dirección: Katina Medina Mora.
Elenco: Cassandra Ciangherotti y Alejandro Calva
Foro La Gruta del Teatro Helénico (Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn, Alcaldía Álvaro Obregón, CDMX)
Viernes: 8:30PM, sábados: 5 y 7PM y domingos: 6PM.
Hasta el 29 de septiembre de 2018.
Duración: 75 minutos.

Reseña: LA FE DE LOS CERDOS

Por Viridiana Nárud

Los cerdos mantienen la esperanza hasta el final incluso cuando ven la sangre correr a la hora de morir. Esa es la metáfora que encierra esta obra escrita por Hugo Abraham Wirth, uno de los dramaturgos mexicanos más sólidos de su generación. Quienes conocemos su dramaturgia sabemos que goza del humor negro y la transgresión, acompañadas siempre de la reflexión ¿qué es el ser humano?

Para públicos sensibles las obras de este dramaturgo pueden resultar perturbadoras, no por ello dejan de ser necesarias. En esta ocasión, el colectivo Proyecto 42 tomó en sus manos “La fe de los cerdos” y decidió hacer una interpretación del texto más simbólica que explícita. Aunque en ocasiones las actuaciones resultan desiguales, cabe destacar la capacidad de estos actores por arriesgar ante una nueva dramaturgia y sus complejidades escénicas y emocionales.

Parece que la tarea del colectivo Proyecto 42 es dar al público teatral nuevas ofertas y generar nuevas audiencias. Será necesario que continúen explorando su búsqueda. Lo importante es que han abierto una brecha en el camino del teatro mexicano. No lo pierdan.

 

LA FE DE LOS CERDOS

De Hugo Wirth
Dirección Proyecto 42.

Foro El Cubo (Julián Grajales Robles 28, Col del Valle Centro)
Funciones: Viernes 8:30 pm y Sabado 7:00 pm hasta el 29 de junio de 2019.

Boletos: $150
 

Reseña: ¡Qué arda Tebas!

o cómo criticar desde adentro sin perder el humor

Por Fredo Godínez (@AlfiePingtajo)

I – Las preguntas

¿Quién, como ser humano, soy ante el escenario?
¿Quién -como actor, dramaturgo y actor- soy ante el texto y el hecho teatral?
¿El Teatro en verdad es un género vivo?
¿El Teatro sigue confrontando?
¿Qué papel juegan en la actualidad todos los que conforman el Teatro: actores, dramaturgos, directores, críticos y público?
¿Sigue vivo el vínculo entre Teatro y espectador o es un lazo que necesita ser relegado?
¿En qué estado se encuentra el Teatro Mexicano?
¿En verdad ya está todo escrito, dramatúrgicamente hablando, o aún hay más que decir?
¿Como dramaturgo debo construir una historia que satisfaga mis necesidades estéticas o debo tomar en cuenta al otro?
Son algunas de las preguntas, quiero imaginar, que se realizó Américo del Río Ortega a la hora de concebir ¡Qué arda Tebas!

II – La trama

Una adaptación contemporánea de Edipo Rey está por alzar telón en su noche de estreno, sin embargo, los actores y la asistente del director se percatan de que uno de los actores no ha llegado. Lo han intentado localizar sin tener éxito. La compañía sugiere al director retrasar los llamados para hacer tiempo y esperar la aparición de su compañero actor. Sólo que existe un inconveniente, entre los espectadores se encuentra el Secretario de Gobernación, quien está expectante pues se le ha prometido presenciar una obra altamente crítica con la situación política del país, y será un desatino hacerlo esperar; razón por la cual el director realizará unos ajustes de último minuto.

¡Qué arda Tebas! es una puesta en escena que a través de la ironía y el sarcasmo contará al espectador una historia que ahonda en las entrañas más profundas del ámbito teatral.

III – La interpretación y el texto

¡Qué arda Tebas! de Américo del Río es un divertimento teatral y al mismo tiempo una crítica profunda y sana al ámbito en el que se desenvuelve Américo, quien además ha pasado por casi todos los roles del ámbito teatral: actor, director y dramaturgo.

Pero ¿y qué crítica la ¡Qué arda Tebas!?: el papel protagonista que, últimamente, están teniendo las Instituciones gubernamentales en el ámbito teatral; el apoyo descarado o no que algunas Instituciones o directivos tienen por apoyar o impulsar a ciertos directores por encima de otros; la extraña moda que ronda por la escena teatral: el postdrama y/o las reinterpretaciones contemporáneas de los clásicos; el ego que invade a actores y directores que ya gozan de cierto reconocimiento; el público que ha perdido su sentido crítico; entre otras cosas.

Es una puesta en escena perfectamente ensamblada, pues está actuada con una naturaleza que da la impresión de que no estamos presenciando una obra, más bien el espectador se disfraza de la sombra de cada uno de los actores en su día a día, usando argot futbolero: ejercemos, como espectadores, una marca personal a cada actor.

Juan José Tagle, director de la obra, logró con maestría darle vida al texto y se valió de un excelente elenco para darle vida a cada uno de los personajes, mismos que parecieran estar escritos exprofeso para cada uno de los actores y eso, creo, es un gran atino.
Nada sobra y nada falta, da la impresión de estar todo perfectamente calculado.

IV – Mi introspección

De unos meses para acá, poco tiempo después de que comencé a escribir reseñas para este espacio, comenzó la inquietud por comprender y analizar el por qué algunas funciones y/o espacios tenían más público que otros.

En un análisis burdo e inmediato, uno pensaría que es por dinero; pero éste no es necesariamente la limitante, siempre hay otros factores como pueden ser el tiempo de traslado, la carencia de estacionamiento, la comodidad del espacio mientras se esperar entrar a ver la obra; etc. Es una discusión que he tenido mucho con Johana Trujillo y otras amistades.

Y justo sobre esto y otras cosas más platiqué con Américo del Río, momentos antes de que comenzara una de las funciones de ¡Qué arda Tebas!, yo le comentaba que algo que tendrían que entender todos los que hacen Teatro para tener salas llenas es generando un producto pensando en el futuro espectador.

Me intentaré explicar: si yo tuviera en mis manos alguna obra de Teatro, le daría unas cuantas lecturas para comprender a fondo la historia y los personajes, e intentar visualizarla en escena. Una vez comprendida la historia, me acercaría al director que considero será capaz de dialogar mis ideas; posteriormente -junto al director- escogeríamos al elenco ideal según las características de los personajes y acorde a la capacidad de acoplamiento con el sistema de trabajo del director. Estos, considero, son los procesos primigenios para concebir un montaje redondo.

Parecería que dichas etapas las tenían bien claras tanto Américo del Río como su director Juan José Tagle, pues el amalgamiento entre la obra y los actores es maravilloso. Da la impresión de que llevan muchos años en cartelera, pues las actuaciones son precisas.
De igual forma, me parece muy plausible la formula que escogieron para realizar una crítica a los vicios que caracteriza la labor teatral en México: el sarcasmo, la ironía.

¡Qué arda Tebas! merece todos los aplausos del mundo, pues su discurso tiene la virtud de ser comprendido tanto por el público en general como el asistente asiduo al teatro, así como por la comunidad teatral.
En lo particular, me parece atractivo el diálogo que guarda con una película dirigida por Francisco Franco: Tercera llamada y me parece interesante que, al parecer, ¡Qué arda Tebas! sería la primera obra que buscar reflejar y criticar el comportamiento de la comunidad teatral.

-o-o-o-o-
“¡Qué arda Tebas!””
Dramaturgia: Américo del Río.
Dirección: Juan José Tagle.
Elenco: Lucero Trejo, Héctor Holten, Hamlet Ramírez, Samantha Coronel, Luz Olvera, Miguel Narro, Estephany Hernández y Américo del Río.
Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque (Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n, Paseo de la Reforma, CDMX)
Jueves y viernes: 8PM, sábados: 7PM y domingos: 6PM.
Hasta el 16 de junio de 2019.

Reseña: Beautiful Julia

Un poema escénico sobre el amor y la libertad

Fredo Godínez (@AlfiePingtajo)*

I – Las preguntas

¿Quién soy ante mí?
¿Qué sentimientos, pensamientos y sensaciones me conforman, me definen?
¿Realmente importa lo que digan los demás sobre mí?
¿Estoy realmente siendo lo que quiero y pretendo ser o estoy siendo lo que otros desean que sea?
¿Qué nos faculta como sociedad para señalar, etiquetar o calificar al otro por lo que es o siente?
¿Lo que señalamos en el otro son “sus defectos” o su valentía para ser y sentir lo que uno, como individuo, no se atreve?
Probablemente, imagino, son algunas de las preguntas que Maribel Carrasco se realizó a la hora de escribir Beautiful Julia.

II – La trama

Beautiful Julia cuenta la historia de Daniel un adolescente de 14 años que ha sido expulsado de su escuela por problemático y ha ingresado a otra donde pretende alejarse de todo problema y comenzar de cero. Daniel es un adolescente como todos, busca su lugar en un mundo que te exige ganarte tu espacio cueste lo que cueste. Un mundo donde mostrar debilidad es el peor error del mundo. Dentro de esta inmensa lucha contra el exterior, Daniel se encuentra librando una batalla interna que lo corroe.
Conforme progresa la obra y a través de las narraciones de Julia -nuestra Virgilio- uno se irá adentrando al mundo de Daniel y la forma en que va interactuando tanto con sus padres como con el grupo de compañeros de su nueva escuela.

III – La interpretación y el texto

Beautiful Julia de Maribel Carrasco más que una obra de Teatro es un poema, un manifiesto de amor a la vida. Es un grito de auxilio y libertad. Es una mano extendida que busca salvar a alguien y rescatarse, asimismo.

Es, sin duda, una obra redonda y necesaria, pues no sólo toca el tema de lo que conlleva ser trans en un país como México, sino que también es un fiel reflejo de otra situación que afecta a los estudiantes mexicanos en -prácticamente- todos los niveles escolares: el acoso escolar.
De igual forma retrata lo podrido que estamos como sociedad al querer obligar a todo individuo a encajar sus sentimientos y comportamientos a ciertos patrones sociales, el famoso “qué dirán” o el vivir complaciendo a los demás; donde familiares, amigos y conocidos cobramos el papel de victimarios.

Las actuaciones son precisas, cero pretenciosas y admirables, pues existen buenos momentos de eso que suelen llamar: teatro físico. Además de que los personajes están perfectamente balanceados y la obra logra conectar, pues apela a la empatía; a ratos te compadeces del Ganso, en otros sufres con Daniel y en algunos más te desespera la actitud de Erick
La obra tiene muchos momentos humorísticos que sirven para dejarnos caer unas dolorosas verdades.

Algo digno de reconocer es que Beautiful Julia es una obra que invita a la reflexión, pero la autora y el director tomaron la distancia necesaria para entregarnos una historia lejana del panfleto aleccionador.
Personalmente me asombró el crecimiento que actoralmente está teniendo Fernanda Echeverría, años atrás su actuación en Pieza inconclusa para sofá y dos cuerpos me había llamado la atención; esta ocasión me cautivó.

IV – Mi introspección

El Teatro si no confronta, refleja o provoca alguna sensación, aunque sea enojo, no sirve de mucho.
Beautiful Julia, durante los noventa minutos que dura, me atrapó no sólo por la forma en que está actuada y narrada, sino por el ritmo del texto y las constantes imágenes y metáforas que enriquecen a la obra.

Conforme avanzaba la obra era inevitable no intercambiar constantemente de papeles. Todos en algún momento hemos sido el Ganso, pues queremos que alguien nos pague la factura de cuando nos tocó ser Daniel. Sin embargo, todos, constantemente somos ese Daniel que con tal de ser aceptado y no meterse en problemas es capaz de autocensurarse y ser lo que el otro nos pida ser. Todos -invariablemente- tenemos una Julia (esa especie de consciencia o ese ente que representa lo que nos gustaría ser, pero decidimos ocultar) que está ahí para sostenernos, pero también para recordarnos por qué seguimos refugiados en cierto personaje. Dicho de una forma, en algún momento hemos tenido la necesidad de crear un personaje de ficción como método de autodefensa ante la familia, los amigos y los conocidos desconocidos.
A pesar de que Beautiful Julia cuenta la historia de un joven trans que no se permite/no puede ser, debido al entorno en el que vive; también puede ser una metáfora del miedo a ser uno mismo.

¿Cuántos de ustedes/nosotros no hemos ocultado algunos gustos para encajar en ciertos grupos? ¿Cuántos de ustedes/nosotros no hemos evitado comprarnos algo o hacer algo por el simple hecho de “que ya no estás en edad de eso”? Todo eso que dejamos de hacer, ser, sentir y decir por complacer al otro, nos va matando en vida hasta convertirnos en un alguien con el que no sentimos identificación alguna.
Beautiful Julia nos invita a reflexionar sobre la situación que vive no sólo la comunidad LGBTTTQI, sino cientos de grupos vulnerables, incluyendo a las mujeres que día a día son asesinadas.

Ojalá llegue pronto el día en que dejemos de matarnos tanto física como social y sentimentalmente. A los mexicanos nos urge aprender aceptarnos los unos a los otros sin etiquetas, sin condiciones, sin restricciones. Nos urge ser y dejar ser. Nos urge entender que nadie nos pertenece ni nosotros somos propiedad de nadie más que de uno mismo.

-o-o-o-o-

Consulta la información de la obra en cartelera

*Gestor cultural y poeta en mis ratos libres. Actualmente colaboro con reseñas teatrales para Distrito Teatral, con opiniones para GlucMx y con reseñas de libros para 24Horas-Puebla y Revista Dorsia.

Crítica: LA CABRA, O ¿QUIÉN ES SYLVIA?

“EL PODER DE LO EXPLÍCITO”
Por Óscar Alberto Fontana*

El horror que causa el impacto de un hecho transgresor contra la sólida conciencia de nuestra formación moral, es, probablemente, la más punzante y perturbadora de las sensaciones. El ser humano puede tolerar infinidad de hechos, dada la enorme capacidad que tiene nuestro inconsciente para bloquear el paso a la sustancia de lo que nos resulta -inmediatamente- inadmisible, pecaminoso, impactante o culposo.

El texto de Albee pone frente a los ojos del espectador dos elementos que se erigen como las firmes columnas que soportan su ficción: por un lado, la consciencia de la moral que acota el comportamiento humano; y por el otro, la depravación que exhibe, quizá, el más oscuro impulso, lo animal, lo irracional. Digo, quizá, porque, en su obra, Martín -el protagonista- asegura haberse enamorado de una cabra; sin embargo, no podemos distinguir a ciencia cierta si ésta característica está ligada por default con lo que pudiéramos llamar perverso. Él habla de amor en repetidas ocasiones, pero lo cierto es que se enfatiza el deseo sexual. Es justamente ahí donde surge la sustancia, el tema, lo esencial en el texto de Albee.

Aunque la obra se clasifica en el género de la tragicomedia, el tono apunta a que en realidad estamos frente a una farsa. Es evidente que la dramaturgia trabaja tonalmente para generar una repulsión en el público, una sensación de rechazo ante lo que está observando, escuchando y sintiendo. La risa del público en este montaje no es cómica, sino una flagrante y angustiante fuga de estrés producto de la construcción, en su imaginació , de un ser humano teniendo sexo con un animal. Es ahí donde está el acento, el tono que finalmente desemboca en el efecto. Estamos frente a la dinámica de lo fársico: lo sexual, lo violento, lo prohibido. La gente se escandaliza, se menea en la butaca, comienza a sentirse incómoda, y es cuando la risa sale expulsada como por una chimenea para liberar tensión.

Lo anterior apunta a que todo marcha bien en el montaje; sin embargo, el estilo de las actuaciones no colabora lo suficiente para que el tono termine de lograr el efecto en el espectador. La dirección procura una serie de trazos coreográficos que dejara ver, de pronto, a los actores, inmersos en una dinámica meramente formal, sin aparente afectación por lo que está sucediendo. El texto de Albee resulta perturbador para todos, pero la forma en la que está actuado le resta dimensión. Esa falla de dirección supone una fuga importante para la distribución de la energía rumbo a la construcción climática del texto. Sin embargo, la música de Jacobo Lieberman, coadyuva a generar un ambiente retorcido, surrealista: hostil.

Ahora quisiera apuntar la mirada hacia el efecto. Me gustaría, a manera de ejercicio personal, lanzar algunas preguntas con respecto al estilo de la farsa: el grotesco. Una vez que tenemos clara la pretensión del dramaturgo y el director con la obra, podemos analizar qué tan conveniente resulta, después de haber echado mano de todos estos elementos tonales, mostrar sangre y una reproducción, casi hiperrealista, del cadáver de un animal. ¿Es necesario para el público verlo? ¿no sería mucho más contundente la imagen que han construido en sus mentes? Lo que vemos físicamente tiene un límite, está acotada por una forma; lo que no se ve, pero se imagina, es inconmensurable, variable, transformable, y, por ello mismo, abrumador. Tomo como ejemplo la escena referencial del Edipo de Sófocles, cuando el protagonista se saca los ojos. Quizá nunca se muestre esta cruenta acción en un montaje, se mantendrá oculta, pero la reproducción en la mente siempre será horrorosa y angustiante.

En esta obra, en “La cabra…”, después del impactante final, la gente sale hablando de lo real que le pareció el cadáver. Realizado con algún material que aún no adivinan, pero que seguramente los va a tener entretenidos por un par de horas más. He ahí el resultado. El apabullante poder de lo explícito que ha dejado azorado al público, pero perdido entre la curiosidad que le provoca la calidad del plástico, y el hecho de haber debilitado sus más apreciadas certezas.

* Dramaturgo, director, docente y actor.

Reseña: ¿QUIÉN TEME A VIRGINIA WOOLF?

Por Viridiana Nárud (viridianaeunice)

¿Cómo es que debe ser el teatro en la actualidad? Existen tantas teorías, corrientes artísticas y ofertas teatrales, que cada vez parece más difícil definir lo correcto o lo incorrecto. Sin embargo, algo que no deja de ser, por lo cual muchas personas asisten, es por la necesidad emotiva. El arte explica al ser humano su humanidad. Empero, cada día se ignora más ésta.

“¿Quién teme a Virginia Woolf?” es un espectáculo de Laura Almena en donde ejecuta su maestría para poner en escena un texto de Edward Albee. El dramaturgo estadounidense es conocido por su imparable humor negro, su crítica a la burguesía norteamericana y la frialdad en sus emociones y cómo el dinero también afecta la vida de los personajes.

No me gusta ocupar adjetivos como grandiosa o maravillosa porque detrás de este lenguaje se puede ocultar un vacío que engañe al lector tratando de mostrar grandilocuencia. Lo que sí puedo hacer es expresar el por qué creo que es una obra que maravilla:
1. Durante tres horas vemos a cuatro actores interpretar un texto complejo. No sólo por su escritura, también por las tesituras emocionales que exige a los actores.
2. Hace del espectador un voyeur.
3. El voyeur disfruta de esta relación sádico masoquista entre George y Martha.
4. Nos cuestiona nuestra calidad de seres humanos sin emitir un juicio.
5. Las actuaciones de Laura Almela y Daniel Giménez Cacho muestran genialidad. Entendiendo que el genio se encuentra dotado de una energía extraordinaria y misterio. Bastan sólo unos momentos en donde estos dos actores abren su mirada al público para paralizarlo y seducirlo.

Por estas y muchas otras razones ver esta es necesaria. No sólo te pasarás un gran momento, te enamorarás del teatro y querrás ver y más…

Consulta información de su temporada en Teatro El Milagro