¡Dolores! Un espectáculo total

Por Viridiana Nárud

Dolores es un espectáculo que forma parte del Festival Al Alma, desde Francia, el cual tiene como propósito la itinerancia y dar a conocer obras de Francia a México. En el caso de ¡Dolores! Un espectáculo total, podríamos pensar que el lenguaje es una manera de unirnos en la comunión del arte y que al no conocer del todo un idioma nos podemos perder un poco en la interpretación. Sin embargo, ¿qué es lo más importante: lo que se dice o lo que se siente?

Dolores es una mujer interpretada por Jean Christophe Coutaud, la cual a través de una conferencia habla y piensa acerca del flamenco, de su dolor y lo que significa este arte. A través de viajes a distintos países dentro de la imaginación de la personaja, podemos conocer los amores de Dolores y cómo se ha entregado a ellos sin dudar jamás en la fuerza del amor.

¡Dolores! Un espectáculo total nos hace reír en el absurdo, nos hace pensar en cómo los actores viajan de un continente a otro y nos muestran su cultura, su manera de hacer teatro, cómo visualizan a otras culturas y cómo a través de la risa nos liberan de nuestros agobiantes días. Sin duda, esta obra muestra un poco de la cultura y teatro de este país invitado. Nos permite valorar la itinerancia dentro del teatro, el valor de viajar ligero para hacer teatro.

Al final del espectáculo, Jean Christophe Coutaud quiso terminar su obra con un acto político: recordando que es nuestro deber hablar con nuestros políticos y comunidades acerca del cambio climático que nos asecha. Un aplauso al esfuerzo de Alain Ramírez Méndez en la gestión y al equipo del Teatro La Capilla que abren sus puertas para acercar al público de este recinto no sólo obras sino culturas diferentes y divergentes.

Edipo: nadie es ateo rendirá homenaje al escenógrafo e iluminador Alejandro Luna

Por Johana Trujillo A. 

Dos funciones especiales en el Teatro Esperanza Iris permitirán apreciar el trabajo de Luna en su totalidad.

David Gaitán escribe y dirige Edipo: nadie es ateo, una reinterpretación de la clásica tragedia griega enfocada en la búsqueda por la verdad, reformulada a la actualidad en una pieza con solo cinco personajes: Edipo, Yocasta, Creonte, Tiresias y un mensajero.

Una peste terrible azota a Tebas. Sin razón aparente, animales han ido muriendo de a poco. Edipo no quiere llamar a Tiresias porque no quiere que decisiones se basen en oráculos. Sin embargo, por petición de todo el pueblo tebano, acepta. Tiresias dice: “Un humano se coló entre las bestias. Secuestró todo el salvajismo disponible. Encuentren al animal y Tebas renacerá.”

“Creo que al estar haciendo este reestreno después de la pandemia, hay muchas más capas de lectura que sólo una historia que cuenta la peste que hay en Tebas y como unos gobernantes buscan darle solución a ello mientras atravesamos conceptos como la verdad y la fe de manera muy intensiva, lúdica, con mucho sentido del humor”, dice Gaitán en entrevista para Distrito Teatral.

“Lo edípico hoy puede ser entendido como un modo de relacionarse con los pares, la política y hasta la realidad. El peso de este antecedente, imposible de pasar por alto, determinó en buena medida la escritura de Edipo: nadie es ateo y su puesta en escena.”

La reflexión particular que esta versión ofrece con respecto a montajes tradicionales del mito, es en torno a la verdad: “Para dar con el responsable de la peste que azota Tebas, Edipo propone a su pueblo un acto performático: decir la verdad a toda costa, preguntar lo que no se sepa, activar las conversaciones que se tienen catalogadas como prohibidas y desmontar la censura”, advierte el director de escena.

Dos frentes se abordan en la obra de manera simultánea. Por un lado se genera una narrativa en pro del efecto revelador que tendrá el espectador que desconozca el mito original; por otro, salpica el montaje de referentes que —para la gente que esté familiarizada con la historia y su desenlace— impactarán en niveles más profundos de lectura.

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La primera colaboración de David Gaitán con Alejandro Luna fue El Enemigo del Pueblo, con la Compañía Nacional de Teatro en 2017. Su segundo proyecto juntos, Edipo: nadie es ateo, un año después. “Es un privilegio enorme trabajar con Alejandro. Es un artista que le gusta estar cerca del proceso. Prácticamente en todos los ensayos estaba ahí, escuchando. Absolutamente solidario, para nada invasivo”, comparte Gaitán.

“En los breaks, al final del ensayo, nos quedábamos conversando si lo que habíamos visto en ese ensayo nos activaba alguna idea espacialmente, si modificaba algo de lo que habíamos hablado. Empezábamos a imaginar el espacio, el diseño”. En este montaje, Luna coloca diagonalmente una gran mesa con pilares griegos que sostienen el tablón como soportes de un palacio, con lo que evoca la concepción que tenían los griegos del mundo. Algunas sillas alrededor, en pie o tiradas a los lados, recuerdan el caos y a personajes ausentes.

Lo que admira Gaitán de su trabajo es que “tiene una claridad para traducir un efecto que tiene un profundo alcance emocional e imaginativo. Hacer la traducción de eso al mundo de lo técnico creo que es de una maestría muy particular. Yo creo que sobretodo en la geometría que hace con la luz; en dónde cuelga los focos, con qué intensidad, qué focos, qué combinaciones hace. Es un espectáculo en sí mismo.”

“Con la escenografía, Alejandro Luna es un arquitecto destacadísimo por el manejo de volúmenes, formas y profundidades en el espacio. Va entendiendo muy bien el arco que estamos buscando generar con el espectador, y navega a favor de que el espacio acentúe ese arco. De la conversación que vamos teniendo, las resoluciones puntuales que termina por elegir, sin duda se convierte en una coescritura de la experiencia del espectador.”

El teatro es una experiencia colaborativa y esa “aventura siempre tiene que ser el encuentro de dos artistas, o tres o los que sean, en un diálogo específico. Y creo que eso es parte de lo emocionante. Uno va encontrando sus cómplices a medida que esas conversaciones fluyen bien; que ambas partes entienden que sus ideas tienen cabida, que son valoradas, que dialogan con las ideas del otro.”

El arquitecto, escenógrafo e iluminador Alejandro Luna (Ciudad de México, 1939) ha sido calificado por sus pares como un “genio de la luz” y “pilar fundamental del teatro mexicano”. Por su manejo del espacio y de la luz, se ha llegado a mencionar que la escenografía mexicana es una antes y después de él.

Por su relación con los creadores más relevantes del país, por la calidad de sus diseños y por ese genuino interés por el teatro como arte, se ha convertido en un punto de referencia para entender no sólo el desarrollo del espacio escénico, sino del teatro mexicano en su totalidad.

Así pues, Edipo: nadie es ateo rinde un homenaje al arquitecto –quien participa en el montaje con el diseño de escenografía e iluminación– los días sábado 13 de agosto a las 19:00 y domingo 14 a las 18:00 horas, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Donceles 36, Centro Histórico, Metro Allende), con los cuidados sanitarios necesarios: uso permanente de cubre-bocas y de gel anti-bacterial, tanto de parte del personal del teatro como de los espectadores.

Ganadora en 2019 de los Premios Metropolitanos a la Mejor Adaptación y a la Mejor Dirección de escena, cuenta con las actuaciones de Carolina Politi, Adrián Ladrón, Diana Sedano, Ramón Morales y el propio Gaitán.

Admisión: Luneta, Primer Piso Central y Primer Piso Lateral $250, y Anfiteatro y Galería, $200. Los boletos se pueden adquirir en la taquilla del teatro y en las plataformas digitales de Ticketmaster.

Sobre los procesos creativos y la importancia de pagarle a un escritor

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Mientras preparo mi justificación para presentar un proyecto al FONCA y después de haber leído la convocatoria y demás tutoriales de cómo presentar un proyecto, vienen a mí las siguientes interrogantes: Si otorga una beca a jóvenes creadores, ¿de dónde se pretende que tengan la experiencia para concursar con sus demás contrincantes? Si la beca está pensada para jóvenes talentos y promesas de México ¿por qué tendría que mostrar un curriculum detallado de su carrera? Vamos, a los treinta y cuatro muchos esperamos ya tener una trayectoria recorrida, sin embargo, para lo jóvenes, muy jóvenes, ¿no son una traba estos requisitos?

Pienso que el arte no sólo es compromiso que necesita tiempo y disciplina, es una profesión que necesita dinero y que la mayoría de la sociedad y gobierno ven como algo inútil, empero, se continúa necesitando. En mi experiencia, como escritora nadie quiere pagar por una obra, un artículo, un guion. ¿Pensarán que los escritores tomamos los libros de los árboles?

La maduración de un artista no depende sólo de los años que tenga, también del tiempo que pueda llegar a tener para invertir en su oficio. En el oficio de la escritura, hablo sólo de éste porque es el único que conozco, se necesita tiempo para escribir y por gracioso que pueda parecerle al lector, una obra no proviene de la inspiración y tampoco hay musas que nos toquen en medio de la noche. En su mayoría, las obras vienen después de horas de estudio, de dedicación, de interrogantes y pocas veces todo ese cúmulo de cosas sólo terminan en intentos de obras guardadas en la memoria de nuestra computadora. Quizá terminar una obra completa y buena es una cuestión de suerte, pero digamos que una buscada.

Mientras escucho uno de los tutoriales en YouTube, la voz femenina dice que, si no obtenemos la beca para este año, trabajemos duro para tenerla: Si quieren ser directores, dirijan… ¿Sabrá ella que para dirigir una obra se necesita de un grupo de actores y un dramaturgo? A temprana edad todos buscamos oportunidades; y al vivir con nuestros padres, aceptar trabajos en donde no hay pago es una posibilidad, pasando los treinta no lo es.

La becas, en este caso la del FONCA, deben pensar que son también un semillero de artistas en potencia y que necesitan ser más sensibles ante las carencias económicas de la mayoría de los mexicanos. En el caso de los escritores y dramaturgos mostrar una obra escrita y terminada con potencial y que el jurado sepa reconocer el talento de lo que lee, más allá de lo que dice su curriculum, es también un acto que necesita sensibilidad y visión artística.

Lo importante de un artista no es la cantidad de obras montadas o publicadas, sino la calidad de su obra, la cual se demuestra en cada montaje, en cada dramaturgia o interpretación. La visión de un artista revela el alma humana y no sigue agendas políticas, sigue una voz interna que lo conecta con los otros, quizá sea lo que se conoce como inconsciente colectivo.

Si queremos conocer en el futuro las voces de los escritores, debemos pagarles su obra y no sólo de manera simbólica. Retiremos los mitos de artista sufrido que anda con zapatos rotos con tal de escribir. Un escritor tiene derecho a una vivienda digna, a un pago por su obra digno, a comprar libros con el pago de su obra, estudiar horas y encerrarse a leer. Porque aunque sea difícil de creer, los escritores son los críticos de nuestro tiempo y de ellos depende que en el presente y futuro se conozca la realidad de nuestra época.

Tebas land: la realidad y la ficción parecen confundirse

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Durante algunos días he dudado en publicar o no una crítica acerca de esta obra. ¿Qué tan objetiva puedo ser cuando una comienza a admirar el trabajo de un artista en escena? ¿Qué tan objetiva puedo una mantenerse? Sin embargo, para aliviar estas dudas me he dicho que no existe mayor objetividad que la subjetividad del sujeto que observa. Además, lo importante en el hecho teatral no es lo real, sino la verosimilitud.

Al término de esta obra mi acompañante me dijo: “Esto no puede ser posible, las reglas del teatro penitenciario sí permiten esto y aquello”. Entonces, la pregunta que surgió fue: ¿Es importante que se enuncie bajo juramento de decir sólo lo real y sólo lo real en el teatro, o es más importante que la ficción cree sus propias reglas y haga verosímil su propia ficción? En realidad, no tendría que pensarlo mucho, Aristóteles nos da la respuesta.

Aclarado este punto comencé a analizar la dramaturgia y su dirección. La dirección de Mauricio Lozano se ciñe mucho a lo marcado por el dramaturgo y nos recuerda que a veces lo más sencillo es lo mejor. Esto no quiere decir que al encontrarnos con una jaula que contiene una cancha de basquetbol y encierra a un hombre dentro del foro no cause sorpresa y claustrofobia.

La dramaturgia de Sergio Blanco nos recuerda un poco a Pirandello: las problemáticas de la interpretación y la vida del personaje en busca de una voz, también es la idea de la multiplicación de ese “Yo” que renace ante cada puesta en escena. Tebas Land es una obra dividida en actos en donde los personajes se desdibujan a través de una trama en donde la realidad y la ficción parecen confundirse, sin embargo, la única que en realidad existe es la segunda. La idea del parricidio, un crimen que altera todo orden cósmico y designio de los dioses, se presenta cómo una duda que nos hace cuestionar si el culpable no es sólo una víctima de la circunstancia y de decisiones que lo condenaron a su destino trágico.

La obra no sólo tiene una temática fuerte, también cuenta la historia de los menos desfavorecidos, como los condenados sociales que pagan crímenes en la cárcel. Empero, existe algo que interrumpe la progresión dramática: cuando el autor corta las escenas para recordarnos que es él quien ha creado la historia. Tebas Land es genera un dilema en donde la ficción y acción dramática es interrumpida por la idea. ¿Qué es más emocionante?: ¿La creación de una ficción ininterrumpida que nos lleve a un clímax y redención en el teatro o la idea que nos lleva siempre al humor y la ironía?

La persona deprimida: contar una buena historia

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Cuando leí el título “La persona deprimida” en lugar de sentir atracción por verla, creí que sería un dramón que me haría llorar toda la obra. Fue una sorpresa cuando de pronto en el escenario veo a una mujer (Carolina Politi) presentándose de manera ordinaria, con una sonrisa que apenas se esboza en su rostro. La luz cenita sobre ella y una silla es todo lo que necesita para contar una buena historia.

La persona deprimida es un monólogo que habla de manera disociada del sujeto que vive la depresión. Narra cómo el divorcio de los padres marcó su infancia, la estúpida batalla legal entre ellos que deja a su hijo como intermediario de los dimes y diretes entre estos dos adultos. La culpa de la existencia crea raíces en la psique del personaje y después de años de terapia comienza a cuestionarse quién podría haber sido si no tuviera miedo que el afecto por las otras personas pueda lastimarla o abandonarla. El miedo de sentir, de mostrarse tal y cómo es la aísla en la soledad dejando a su psiquiatra como único amigo y guía.

En la actualidad el psicólogo o psiquiatra ha tomado ese papel que en la antigüedad pertenecía a los sacerdotes, son guía espirituales que nos abren el mundo de una verdad oculta que se repite en nuestras vidas y que nombramos complejos. Esta relación ha generado que dentro de las narrativas el psicólogo tome también un papel fundamental en el desarrollo del personaje.

La actuación de Carolina Politi es contenida, no interpreta a un personaje a punto de un colapso nervioso que se sostiene endeblemente dentro de su psique, cualquier cosa podría derrumbarlo y terminar en una escena suicida, sin embargo, se sostiene en pie, tratando de sobrevivir a los aspavientos de la vida.

El autor, David Foster, quien murió de ahorcamiento, podría hacer un guiño a lo que fue su vida y esto dimensionar la obra a un nivel más profundo. El director Daniel Veronose nos recuerda que en un monólogo, para contar una buena historia, es imprescindible un buen texto y una excelente actriz que entienda el poder de lo que enuncia en escena. Menos es más y lo hace con maestría.

La persona deprimida es una obra que cuestiona esta enfermedad, que no sólo señala sino invita al espectador a ver dentro de sí mismo, lo que siempre es peligroso. “El análisis no es para todos” diría mi doctor.

Al salir de la obra me detuve a escuchar los comentarios de las personas. Dentro del público había personas que asistieron a ver el monólogo por dos ocasiones. Una de ellas decía: Ahora lo interpretó diferente, hizo algo distinto. A lo que su compañera respondió: No, nada ha cambiado, sólo tú.

Madre coraje y sus hijos: los estragos de la guerra

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

La guerra deja sin hogar a los más pobres y a los ricos aún más ricos. Lo importante en este arte no es el pueblo ni la soberanía de éste sino el poder de quien gane, así es como se crean las grandes naciones. Madre Coraje representa a ese personaje que queda en medio del terreno de guerra y quien hace de la guerra un negocio que le permite vivir de manera miserable. También es una de las obras más representativas del dramaturgo Bertol Brecht.

Esta obra mantiene su vigencia ya que la guerra parece no tener fin. El propósito de Madre Coraje es demostrar al mundo los estragos de la guerra en el mundo de los marginados, de esos que quedan varados en medio de las trincheras y deben sobrevivir del comercio o lo que se pueda.

El elenco conformado por la compañía Telón de Arena nos recuerda la intensidad de la actuación tan necesaria, nos abstrae de la realidad y nos lleva a ese mundo que el autor quiso recrear ya sea por venganza de haber sido exhiliado de su país natal (Alemania) o como crítica a las guerras en donde los daneses mataron a católicos.

La dirección de Luis de Tavira se une con la escenografía de Jesús Hernández. Sin embargo, estos grandes monstruos que acostumbran dejarnos perplejos, esta vez parece que en ocasiones descuidan la creación de los cuadros escénicos que suelen acompañar la dirección del maestro. Hay algo en la voz de los actores y la dirección que aún no termina de generar un discurso unificado, quizá ese sea el propósito.

Madre Coraje y sus hijos no busca la catarsis del espectador ya que desde su concepción no fue hecha para eso, pero sí para demostrar los estragos de la guerra en los más pobres. Un clásico que no se debe perder por su estructura dramática, por su dirección y porque los montajes del maestro Tavira son siempre la base del teatro mexicano.

La exequia de doña Pompa: traer a los muertos a la vida

Por Viridiana Nárud

 

Traer a los muertos a la vida, hablar con ellos y solucionar los problemas es un deseo que a muchos mueve. Este es el deseo de Doña Pompa, traer a su difunto esposo para hablar con él a través de una exequia (ceremonia fúnebre). La dirección de Isael Almanza nos muestra un triller con tintes de humor. La música que pone al inicio nos recuerda a la utilizada en la película del Bebé de Rosemary, un acierto para la creación de la atmósfera.

La actuación de Erandeni Durango se muestra exagerada y el llanto forzado si sumamos a esto que el inicio de la obra es un tanto explicativo y uno puede llegar a perderse. Empero, la cosa da un giro bastante interesante al aparecer en escena el actor Miguel Narro, quien no sólo comprende el texto sino también lo habita, llevando de la mano a su compañera a un lugar en donde la ficción logra un acto de veracidad.

La dramaturgia de Alan Escalona es interesante, genera momentos de reflexión que apuntan a una poética que no logra del todo salir, sin embargo, hay atisbos de lo que su voz puede ser en un futuro. La obra mantiene al público atento a pesar del calor de la sala; las risas y el asombro caen en el momento que deben caer.

La exequia de doña Pompa es una obra que divierte e intriga. Muchos, en el transcurso de nuestra vida, hemos querido hablar con nuestros “difuntos” exes para rendir cuentas y entender el vacío que nos han dejado. Los viejos amores toman formas de fantasmas y Doña Pompa nos libera de esa angustia de no haber dicho lo que se tenía que decir. Si quieres ir al teatro y no arrepentirte, esta obra es una gran opción.

Que arda Tebas: Criticar el sistema dentro del sistema

Por Viridiana Nàrud

Criticar el sistema dentro del sistema puede ser un acto de rebelión. La crítica exige no sólo un acto de reflexión que mire al otro, sino también un mirar hacia adentro, es decir, es necesario, por no decir vital, que sea autocrítica, de lo contrario podría estarse cayendo en un acto de omisión.

¡Qué arda Tebas! habla de un joven director que pretende criticar al sistema dentro del sistema, esperan a un alto funcionario del gobierno para demostrar su punto de vista político. Conforme la obra se desarrolla, el director y joven promesa, demuestra su estupidez y cómo su falso talento es vendido y aplaudido por funcionarios. Si bien es cierto que la dramaturgia de Américo del Río tiene momentos de reflexión interesantes que ponen el dedo en la llaga dentro del sistema del teatro mexicano y cómo favorece a sus predilectos, se aleja del punto para hablar de todo y nada.

Dentro de la estructura dramática del texto las grandes cosas pasan fuera del escenario, como el monólogo de Edipo Rey, como las ráfagas de fuego dentro del escenario, el absurdo de todo lo que sucede y cómo enarderse al público. Sin embargo, la controversia es sólo narrada jamás vista ni sentida dentro de la obra que se nos presenta. La dirección de Juan José Tagle recrea a la perfección ese mundo criticado cayendo en aquello que critica.

¡Qué arda Tebas! es una obra cuya dramaturgia y dirección necesita ver más allá de lo local, necesita dejar de ver lo particular. Los actores ponen el alma en el escenario, ellos son el motor de la historia y quienes permitan que mantenga cierto sentido. Teatro del absurdo no es un teatro irracional e incoherente, por lo contrario, tiene bases profundas en el pensamiento crítico y razonable, abre las entrañas de la realidad por medio de una falsa apariencia ya que la verdad no puede ser desnuda de manera obvia, se necesita desarrollar el oficio de escritor y observador del mundo para mostrarlo con simpatía.

 

Foto: Centro Cultural Helénico

¿Por qué no tengo cama?

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Muy a menudo, cuando nos encontramos con las mitologías y cosmogonías del mundo, el asombro que nos causan provoca querer exponer a todos nuestro hallazgo, esto es lo que Gaston Bachellard nombra complejo de cultura. Así que, cuando este exceso de cultura invade a una obra, vemos que el contacto con lo profundo y sincero se deshace y sólo se enuncian los nombres de los grandes mitos.

En ¿Por qué no tengo cama? nos enfrentamos a un exceso de enunciación y evocación de mitos, horóscopos y numerología por parte de la directora y dramaturga Karen Alicia. Es cierto que en la actualidad se ha puesto de moda describir a las personas a través de sus horóscopos dejando de ver en el otro a una persona, y viendo a un elemento o símbolo que muchas veces no termina de coincidir con la realidad. En esta dramaturgia, la autora mediante su personaje cuestiona por qué la necesidad de conceptualizar el amor y no sólo sentir.

La conceptualización del amor, de los objetos, de un tema en específico permite cuestionar, problematizar y dar profundidad aquello que se encuentra en la superficie y sobre todo nos permite pensar. Bien se podría especular que en la actualidad existe un exceso de raciocinio y que es necesario volver a lo más elemental, sentir sin cuestionarnos las grandes preguntas. Sin embargo, esta obra cuestiona las grandes cosas y sus planteamientos y resoluciones, aunque se queden en la superficie. Conceptualizar a un nivel intelectual permitiría a la escritora parecer menos ingenua.

El amor es una tema que ha tomado años de estudios en la vida de la humanidad. Ortega y Gasset dice que es un invento literario que nada tiene de natural. Aún así, nuestra forma de amar determina y marca el ritmo de una era. ¿Por qué no tengo cama? evoca, pero no construye. Decir Neptuno no es poesía, no es la evocación y materialización del Dios por medio de la palabra y tampoco es el constructo de un concepto por sí sólo. La dirección pierde fuerza en su teatralidad y no nos permite escuchar del todo lo que el personaje siente. Como dijo Mies Van der Rohe: menos, es más.

¿Por qué no tengo cama? es una obra para audiencias jóvenes que se enfrentan a la primera ruptura amorosa y su dolor. Toca temas que hoy a muchos inquietan como la numerología, el feminismo y los horóscopos. El aire y el fuego se atraen, esto es cierto a un nivel del elemento, pero no del ser humano. Lo importante de la pregunta “¿quién soy?” no es la respuesta, es el Ser.


La obra se presenta los martes a las 20:00 hrs en el Teatro La Capilla hasta el 29 de marzo.

Hamlet

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

La adaptación en sí misma es un arte que conlleva trabajo poético que no sólo tiene que ver con un entendimiento de la obra al nivel de la palabra, sino también simbólico. Hamlet es un personaje icónico que en sus bases profundas terminó siendo también un arquetipo que permite explicar la psique del hombre (homo sapiens). En esta ocasión la directora y adaptadora Angélica Rogel impuso su discurso en la propia obra y no escuchó a Shakespeare.

La voz de Shakespeare es tan fuerte que el mundo conoce más la Inglaterra dibujada por este dramaturgo inglés que la historia escrita por William Camden y se ha convertido en un referente de la literatura y no sólo del teatro en el mundo. Su poesía trascendió idiomas y no importa cuántas veces lo veamos o escuchamos, siempre parece nuevo.

¿Qué se necesita para dirigir un texto? Se necesita escuchar al texto. El texto marca un ritmo, silencio y fuerza. Angélica Rogel no escucha la voz del autor ni las palabras que pretende apropiarse. Un Hamlet sin locura y sin drama interno en donde el monólogo de ser o no ser no se ha dicho con la fuerza necesaria, no es Hamlet.

Esta adaptación que se nos presenta no es drama ni es comedia, es casi un melodrama, pero tampoco lo es y en su hibridación pierde fuerza. Como crítica he aprendido a escuchar y ver al público. Hubo gente que se salió o que decía en secreto “eso se ve muy falso”, refiriéndose a la pelea entre Hamlet y Laertes. Y no es que la convención teatral no nos permita jugar, sino que existe la necesidad de ser congruentes en la escena y en la trama para que aquel momento de verdad sea tomado de tal manera y como falsedad teatral.

A excepción de Mauricio García Lozano, los actores no escuchan a su compañero, no actúan conforme a la necesidad de la trama, sino bajo una tutela impuesta que daña el tejido. Cito a Hamlet y regreso sus consejos para que sean escuchados: La acción debe corresponder a la palabra, y ésta a la acción, cuidando siempre de no atropellar la simplicidad de la naturaleza. No hay defecto que más se oponga al fin de la representación que desde el principio hasta ahora, ha sido y es: ofrecer a la naturaleza un espejo en que vea la virtud su propia forma, el vicio su propia imagen, cada nación y cada siglo sus principales caracteres.

La adaptación también implica un ajuste de la época y su siglo. Sin embargo, la esencia de Hamlet y su poesía deben respetarse y no significa que deban mantenerse intactas. Gabriel Chamé da una clase maestra de cómo apropiarse de Otelo y hacerlo comedia. El discurso para ser más grande que la obra, debe generar su propio discurso, tener sus propias palabras y seguir su propia lógica para no caer en incongruencias. Es vital la escucha, de esta nace la necesidad de hablar, de actuar, de dirigir y de entender.


La obra está en temporada en el Teatro Milán hasta el 1 de mayo. Consulta los detalles en nuestra cartelera